𝐗𝐗𝐗𝐈𝐈𝐈 𝐀𝐒𝐀𝐌𝐁𝐋𝐄𝐀 𝐃𝐈𝐎𝐂𝐄𝐒𝐀𝐍𝐀 𝐃𝐄 𝐏𝐀𝐒𝐓𝐎𝐑𝐀𝐋, TEMA: ANTE LAS CRISIS Y PANDEMIAS DE AYER, HOY Y SIEMPRE.
«Al cumplir un año de mi servicio pastoral como Obispo en esta querida Diócesis de Querétaro, saludo a todos ustedes hermanos y hermanas en nombre de Jesucristo el Buen Pastor. Hemos vivido un tiempo lleno de desafíos y de sorpresas, causadas por la crisis antropológico-cultural y la pandemia que padecemos. Esta situación nos ayuda a ver todavía más claro, que, ante las crisis y las pandemias de ayer, de hoy y de siempre, “Jesús es nuestro Salvador”, “Él es el Evangelio de Dios”, “el Señor de la Salud”, “el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”. Él nos enseñó que “Lo que no se asume no se redime”; Él es quien nos ha llamado “Para estar con Él y para evangelizar”.
Por eso evangelizar, es la única misión de la Iglesia, y “El mejor servicio al hermano es la evangelización que lo dispone a realizarse como hijo de Dios, lo libera de las injusticias y lo promueve integralmente”. Por eso, Jesucristo muerto y resucitado es el Señor, es el principio fundante, el criterio, y el punto de partida y llegada de todo ministerio pastoral. A Él el honor y la gloria, por los siglos de los siglos».
Posteriormente compartió las Luces, sombras, gritos y silencios que surgen de la actual crisis antropológico-cultural y la pandemia.
Primer punto «Tres resonancias de las Asambleas por decanatos».
Primera resonancia: Paso de resonancias a desafíos
Considero que ahora necesitamos sentarnos a los pies de la Santísima Virgen y de Señor San José para alentar nuestra esperanza, para discernir qué hacer, y echar a andar proyectos que nos ayuden a seguir haciendo de nuestros templos, lugares seguros y laboratorios de la nueva cultura que está emergiendo.
Segunda resonancia: El paso de clamores a gritos.
Teniendo en cuenta el mundo de silencios, de clamores, de gritos y de lamentaciones que circulan por todos lados, aquí, sólo como muestra, recogemos: El grito de las víctimas de la pandemia COVID-19 y sus variantes; el grito de las víctimas de la inseguridad, la corrupción y la violencia; el grito de los pobres; el grito de las mujeres; el grito de los adolescentes y jóvenes; el grito de los migrantes; el grito de la tierra, etc.
Pero además reconocemos que estos y otros gritos están esperando una valiente respuesta de los discípulos de Jesucristo.
Tercera resonancia: El paso de indicativos a imperativos.
En medio de este concierto, de clamores, de gritos y de lamentaciones, los cristianos católicos, escuchamos la voz de Dios, que hoy, como antes a los Israelitas, nos dice: “He visto la opresión de mi pueblo en Egipto, he oído sus quejas contra los opresores, me he fijado en sus sufrimientos. Y he bajado a liberarlos de los egipcios, a sacarlos de esta tierra para llevarlos a una tierra fértil y espaciosa que mana leche y miel”.
Es impresionante lo que está ocurriendo en el mundo, causado por el cambio de época y acelerado por COVID 19. Considero que al cambio cultural que está ocurriendo, se aúnan ideas, signos y sentimientos, en los que Dios nos está invitando a discernir e interpretar el significado que hay más allá del cubrebocas, de las manos limpias, de la sana distancia, y del modo como nos estamos relacionando con nosotros mismos, con los demás, con la naturaleza y con Dios.
Para continuar presentó los desafiaos: DISCERNIMOS, “Ante las crisis y pandemias de ayer, de hoy y de siempre: “VAYAN Y ANUNCIEN EL EVANGELIO”.
Primer desafío: Recomenzar desde Cristo.
Recomenzar es… resucitar. Sí es posible mirar al futuro con esperanza aún cuando el presente parezca complicado y oscuro. Esta fue la lección suprema de Jesucristo, por eso una vez resucitado mandó decir a sus discípulos: “Vayan a Galilea allá me verán”. La palabra recomenzar es una invitación a volver a la fuente, y a recomenzar con renovada fidelidad el seguimiento de Jesucristo, Evangelio de Dios.
Segundo desafío: caminar juntos.
Es admirable la gran riqueza de grupos, movimientos apostólicos, carismas y ministerios en nuestra Iglesia Diocesana; sin embargo, el gran desafío es caminar juntos en la misma dirección. Como decía el Papa Juan Pablo II, “Hacer de la Iglesia la casa y la escuela de la comunión, es el gran desafío que tenemos ante nosotros en el milenio que comienza”, y como el Papa Francisco lo matiza y lo reitera: “El camino de la sinodalidad es el camino que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio” (Francisco, 17 de octubre de 2015). Por eso, “Antes de programar iniciativas concretas, hace falta promover una espiritualidad de la comunión, proponiéndola como principio educativo en todos los lugares donde se forma el hombre y el cristiano, donde se educan los ministros del altar, las personas consagradas y los agentes pastorales, donde se construyen las familias y las comunidades”
Tercer desafío: Pequeñas Comunidades.
Hemos dicho que, ante las crisis y las pandemias de ayer, de hoy y siempre, el mejor servicio es la evangelización. Aquí entendemos la evangelización como la vocación y la única tarea de la Iglesia que implica entre otras cosas: La iniciación a la vida cristiana y la catequesis permanente, en la familia, en las pequeñas comunidades, en la parroquia, en los grupos, en los movimientos, y en la diócesis.
PROPONEMOS: PEREGRINANDO CONSTRUIMOS LA CASITA SAGRADA DE GUADALUPE AL REDENTOR 2021+2033.
Para aprender a caminar juntos a corto, a mediano y a largo plazo.
Justificación: Conscientes de la crisis antropológico-cultural, agravada por la crisis sanitaria, económica, social y eclesial que estamos viviendo; escuchando la voz de Jesucristo el Buen Pastor que nos llama a estar con él y a evangelizar; teniendo en cuenta el patrimonio material, espiritual y pastoral que hemos heredado y sabiendo que la tierra que pisamos es sagrada, con inteligencia pastoral nos ubicamos y continuamos el camino siguiendo los pasos de Jesucristo y la compañía amorosa de Santiago Apóstol , de Señor San José, y de nuestra Madre en sus advocaciones de Guadalupe, de los Dolores de Soriano y del Pueblito.
Objetivo: Redescubrir y consolidar la alegría y la belleza de evangelizar caminando juntos de Guadalupe al Redentor, como Iglesia Diocesana en salida: Sinodal y misionera, para aplicar nuestro Plan diocesano de Pastoral y seguir construyendo la Casita sagrada que la Virgen de Guadalupe nos han venido a solicitar.
Lema: “El mejor servicio al hermano es la evangelización”.
Signo: La Casita sagrada.
Recurso pedagógico: La peregrinación como práctica ordinaria de la liturgia y la piedad popular.
Organización: Inspirada en dos ejes rectores:
Primer eje: Como el Buen Pastor es uno, también la Pastoral es una. (La unidad en la diversidad).
Segundo eje: Llamó a los que quiso para “estar con Él (Comunidad) y para evangelizar (Misión)”.
“Dos caras de la misma medalla”.
Al terminar les dieron indicaciones de prepararse para la Santa Misa.