(CODIPACSQRO) El Sábado Santo 4 de abril, en el atrio de la santa Iglesia Catedral, se ha encendido el fuego nuevo para ser bendecido por Mons. Faustino Armendáriz y así iniciar la Vigilia Pascual en la noche más santa del año.
El Pregón Pascual se ha dejado escuchar en la Catedral, anunciando la Resurrección del Señor: «Alégrense, por fin, los coros de los ángeles; alégrense las jerarquías del cielo y, por la victoria de rey tan poderoso, que las trompetas anuncien la salvación. Goce también la tierra, inundada de tanta claridad, y que, radiante con el fulgor del rey eterno, se sienta libre de la tiniebla que cubría el orbe entero. Alégrese también nuestra madre, la Iglesia, revestida de luz tan brillante; resuene este templo con las aclamaciones del pueblo».
Después de escuchar las lecturas de la Vigilia Pascual que recorren la historia de la salvación, el señor obispo, inicia su predicación: «Con inmensa alegría y con el gozo de estar reunidos en esta noche santísima, celebramos el misterio central de nuestra fe ‘Jesús de Nazaret, que fue crucificado, resucitó’. Este es el mensaje que desde aquella noche santa hasta nuestros días, ha resonado en el universo entero y ha transformado la historia de la humanidad. Mensaje que se quedó grabado en las almas y en el corazón de los discípulos y que posteriormente germinó una nueva cultura y una nueva forma de comprender al mundo, al hombre y al mismo Dios».
Con el gozo por la resurrección de nuestro Señor Jesucristo, el señor obispo animó a los fieles: «Queridos hermanos y hermanas, la resurrección de Cristo es nuestra esperanza. La Iglesia proclama hoy esto con alegría: anuncia la esperanza, que Dios ha hecho firme e invencible resucitando a Jesucristo de entre los muertos; comunica la esperanza, que lleva en el corazón y quiere compartir con todos, en cualquier lugar, especialmente allí donde los cristianos sufren persecución a causa de su fe y su compromiso por la justicia y la paz; invoca la esperanza capaz de avivar el deseo del bien, también y sobre todo cuando cuesta».
Dos jóvenes: Karla y Mireya, recibieron el sacramento del Bautismo de manos del pastor diocesano, sobre las que rezó: «Derrama, Señor, tu infinita bondad en este sacramento del bautismo y envía tu santo Espíritu para que haga renacer de la fuente bautismal a estos nuevos hijos tuyos que van a ser santificados por tu gracia, mediante la colaboración de nuestro ministerio». También fueron confirmadas y recibieron a Jesús Eucaristía por primera vez, con ello han sido acogidas en la Iglesia con los sacramentos de iniciación cristiana.
Mons. Faustino terminó la celebración eucarística exhortando a los fieles a «anunciar a todos la alegría del Señor resucitado».
Auxiliadora García Bellorín