Luis-Fernando Valdés
Conforme pasan las reuniones de cardenales, los vaticanistas y los expertos en apuestas van pronosticando de dónde será el siguiente Pontífice. ¿Cuáles son las tendencias? ¿De nuevo vendrá un italiano? ¿es el momento de un Papa negro?
Es lógico que los millones de fieles católicos se pregunten quién será su nuevo Pontífice. También es explicable que algunos periodistas busquen adivinar de qué país será originario el nuevo Jerarca; sin embargo, ¿por qué en los últimos cónclaves no ha sido elegido el papable postulado por los expertos?
Hoy varios vaticanistas aseguran que el siguiente Papa deberá ser un cardenal italiano pues, por tradición, los Papas de esta nacionalidad son grandes diplomáticos y, por eso, son los que menos inconforman al resto del mundo por ocupar este puesto. Para estos periodistas, Angelo Scola es el más candidato más viable para el Solio Pontificio.
Para otros expertos, el nuevo Papa deberá ser de raza negra. Quienes son de esta opinión sostienen que el nuevo Papa pudiera ser Mons. Peter Turkson, un cardenal ghanés que además es Presidente del Pontificio Consejo “ Justicia y la Paz”, organismo de la Curia romana que busca la mediación en los conflictos bélicos internacionales.
Otras personas expresan su deseo de que el nuevo Papa sea latinoamericano. Fundamentan su postura basados en que, según las estadísticas, el 50 por ciento de la comunidad católica vive en esta zona geográfica. Bajo esta óptica, se coloca como papable a Mons. Óscar Andrés Rodríguez Madariaga, arzobispo de Tegucigalpa, Honduras.
Algunos otros, los menos, creen que algún cardenal, que sea alumno directo del Papa emérito, será quien tenga más oportunidad de ser su sucesor. Este pequeño grupo propone como papable al arzobispo de Viena (Austria), Mons. Cristoph Schönborn, que fue Secretario de la Comisión redactora del Catecismo de la Iglesia.
Otra opinión que ha sonado en estos últimos días afirma que el nuevo Romano Pontífice deberá ser del estilo de Juan Pablo II: carismático, de mucha presencia, mediático, adaptado a la modernidad, a la tecnología, y para eso deberá ser mucho más joven de edad. Quienes piensan esto, ponen como papable a Mons. Luis Antonio Tagle, arzobispo de Manila (Filipinas), que ha sido todo un fenómeno en las redes sociales.
Y no podía faltar un candidato del quinto continente, Mons. George Pell, que organizó con gran éxito la Jornada Mundial de la Juventud en Sydney (2008), y que se ha enfrentado con gran éxito a situaciones de pederastia.
Sin embargo, posiblemente, se cumpla una vez más el conocido adagio de los tiempos de elección de un nuevo Pontífice: el que entra al Cónclave como Papa, sale de la Capilla Sixtina igual que como entró, siendo sólo un cardenal.
Los factores que explican la elección de un candidato no son únicamente geográficos, ni tampoco políticos ni sociológicos. La votación la realizan los cardenales, que son personas con un hondo sentido sobrenatural, cuya visión del Cónclave es claramente religiosa.
En el razonamiento del voto, los cardenales se fijan sobretodo en el perfil religioso de los elegibles. Y, además, los purpurados tienen la convicción espiritual de que cuentan con una especial ayuda de Dios, que los ilumina a escoger al “candidato de Dios”.
De ahí que es muy importante no trasponer las categorías sociológicas y políticas a un proceso de elección que, aunque tiene elementos perfectamente humanos, está al servicio de una acción divina. Ahí radica la clave del fracaso de los “papables”.
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