Tiempos electoreros

voto2Estamos a una semana de que concluyan las campañas políticas, y en el camino hacia las elecciones del 7 de Junio, muy lejos estamos del concepto real de la Democracia como la forma de convivencia social en la que todos somos libres e iguales y, por consiguiente, las relaciones sociales que llevan a la armonía se establecen conforme al acuerdo de las voluntades; y lo reducimos al acto de elegir en las urnas al representante que –por mayoría de votos- le será conferida la facultad para administrar el recurso público. De esta manera, la democracia se entiende como la voluntad personal y manifiesta a favor o en contra de un candidato y no como la voluntad colectiva en beneficio de la comunidad.  Una verdadera democracia no se forja solamente a partir de las mayorías (o de “la derrota de las minorías”) sino que fija su proyecto desde/para el bien común, de lo contrario se estaría partiendo sólo de intereses particulares dejando a un lado el bienestar de todos.

 

El problema en nuestros días es que el voto está “pensado” desde el interés personal del votante, cuando debería ser “pensando” en la comunidad a la que pertenece dicho votante. De ahí que, en las propuestas de los candidatos, son muchas las políticas paternalistas y pocos –casi nulos- los proyectos sustentables que involucren la participación compartida de la ciudadanía y del Estado. ¿Por qué dar dinero a la persona cuando es más digno ofrecerle un empleo? De parte de los ciudadanos es más fácil pedir y exigir lo que no es nuestro que aportar y trabajar a favor de lo que es de todos. De parte de los representantes políticos es preferible dar lo que no es de ellos que desgastar su persona en iniciativas incluyentes de desarrollo que alcancen para todos.

 

Urge llegar al punto en el que seamos conscientes de que la participación ciudadana no se agota en el acto de votar ni siquiera en la vigilancia y/o exigencia del cumplimiento de las promesas de campaña; la participación ciudadana es el ejercicio constante e inacabado de todos los ciudadanos en el camino hacia el desarrollo que se manifiesta en el trabajo de todos los días. Tan comunes son frases como las siguientes: “yo voté por éste candidato y no he recibido nada”, “éste candidato nos quitó la ayuda”, expresiones que impiden ver las inversiones logradas en pro de la educación, el empleo, la cultura, etc. y declinan en la pérdida del sentido comunitario.

 

Yo soy apartidista, mas respeto la decisión de las personas de afiliarse a un partido político, sin embargo, descubro en ello algunos riesgos: quien opta por un “color” -la mayoría de las veces de forma radical- difícilmente logra ver más allá de las propuestas de “su candidato”, mucho menos se dará la oportunidad de analizar y valorar las iniciativas de otros contendientes aun cuando éstas sean buenas. Aunado a esto viene la tan molesta “guerra de partidos” que lleva a la falta de propuestas, al desprestigio de la persona, a la ofensa… llegando inclusive hasta la violencia. ¡Qué triste que el ejercicio de la democracia sea motivo de la división en nuestro pueblo!

 

Pero el domingo 7 de Junio iremos a votar, aunque estamos indecisos sobre a quién vamos a elegir… lo más triste es que la indecisión no es consecuencia de una nutrida oferta de propuestas (¡qué bueno sería!)… la indecisión viene porque pareciera verdad lo que muchos dicen: todos los políticos son iguales.

 

Pbro. Víctor Hugo Ambriz