El Papa conmemoró a los caídos de la Primera Guerra Mundial. A cien años del inicio de aquel conflicto bélico, Francisco afirmó que hoy vivimos una Tercera Guerra Mundial, combatida “por partes”, con crímenes, masacres, destrucciones. Pero, ¿qué solución propone el Pontífice?
En el centenario del estallido de la Primera Guerra Mundial (13 de septiembre de 2014), el Santo Padre celebró una misa en el Monumento Militar de Redipuglia, en la norteña provincia italiana de Gorizia, donde yacen los restos de 100 mil 187 soldados italianos caídos.
Antes, como gesto de fraternidad hacia los muertos de ambos bandos, el Papa estuvo en el cementerio austrohúngaro de Fogliano también en Redipuglia, donde reposan 14 mil 550 soldados invasores caídos en esta zona.
El Papa Jorge Bergoglio conoció estos combates de primera mano, pues su abuelo Giovanni Bergoglio peleó en el ejército italiano contra el imperio austro-húngaro en el campo de batalla, sobre el cual se edificó el actual cementerio.
El abuelo de Francisco sobrevivió a la batalla en las trincheras cerca del río Isonzo (hoy frontera con Eslovenia), sobrevivió y emigró a Argentina, donde nació el actual Papa, quien contó: “Escuché muchas historias de dolor de los labios de mi abuelo”.
El Santo Padre rezó tanto por quienes cayeron en la Gran Guerra que estalló hace 100 años, como por las víctimas de todos los enfrentamientos bélicos. El Obispo de Roma rezó primero entre las hileras de tumbas de los soldados caídos de cinco naciones que fueron sepultados en el cementerio austro-húngaro y después celebró la Misa al aire libre en el monumento a los italianos caídos.
“En este lugar, en este cementerio, sólo puedo decir que la guerra es una locura. La guerra destruye lo más hermoso que Dios ha creado, el ser humano. La guerra trastorna todo, incluso la relación entre los hermanos. La guerra es una locura, es querer desarrollarse, crecer, mediante la destrucción”, afirmó Su Santidad.
Como nos tiene ya acostumbrados, el Papa Francisco fue muy agudo para ir a la causa de las guerras, buscando una explicación que no se limite a la geopolítica. Señaló que la indiferencia es la razón profunda de estos conflictos.
“Sobre la entrada a este cementerio se alza el lema desvergonzado de la guerra: ‘¿A mí qué me importa?’. Todas estas personas, cuyos restos reposan aquí, tenían sus proyectos, sus sueños… (…) La humanidad dijo: ‘¿A mí qué me importa?’ ”, indicó el Pontífice.
Momentos antes de la Misa, el Papa recorrió solo y en silencio las tumbas de los soldados. Luego en la homilía comentó: “Aquí hay muchas víctimas. Hoy las recordamos. Hay lágrimas, hay dolor. Y desde aquí recordamos a todas las víctimas de todas las guerras”.
Y añadió una valiente amonestación: “También hoy hay muchas víctimas… ¿Cómo es posible? Es posible porque también hoy, en la sombra, hay intereses, estrategias geopolíticas, codicia de dinero y de poder, y está la industria armamentista, que parece ser tan importante. Y estos planificadores del terror, estos organizadores del desencuentro, así como los fabricantes de armas, llevan escrito en el corazón: ‘¿A mí qué me importa?’.”
Han pasado 100 años desde aquella Gran Guerra, a la que sucedió otra peor, y luego decenas de guerras regionales, de guerrillas, de invasiones de países vecinos, de guerras civiles. Está en nuestras manos rezar por la paz y exigirla a los gobernantes, como señal de que nuestros hermanos no nos son indiferentes. Detengamos esta silenciada “Tercera Guerra Mundial”.
Pbro. Luis-Fernando Valdés
[Fuentes: infomador.com.mx, 13.IX.2014; www.infobae, 13.IX.2014, Homilía completa]