Pbro. Filiberto Cruz Reyes
A todas las enfermeras en su día
Junto con el “Gloria”, el “Te Deum” son dos de los himnos de alabanza a Dios más antiguos en la liturgia de la Iglesia católica. Del “Gloria” algunos autores ven ya una forma primitiva desde el siglo II, mientras que los testimonios más antiguos del texto completo datan del siglo IV. Del “Te Deum” (A ti Dios) se encuentran testimonios que datan de mitad del siglo III o alrededor del IV. La temática de ambos es más o menos la misma: alabanza a Dios en el cielo que le tributan los ángeles y los hombres en la tierra hacen lo mismo; también es de alabanza a Jesucristo, el Verbo Eterno del Padre que se hizo hombre, venció a la muerte y subió al cielo donde está a la derecha del Padre y que vendrá nuevamente, pero ahora como justo Juez. Es uno de los himno favoritos de la Iglesia para dar gracias Dios en los grandes acontecimientos.
El último día del año 2015 el Papa Francisco hizo oración con él y decía en su Mensaje: “en el Te Deum pedimos ayuda a los Ángeles, a los Profetas y a toda la creación para dar alabanza al Señor. Con este himno recorremos la historia de la salvación donde, por un misterioso designio de Dios, encuentran lugar y síntesis también las vicisitudes de nuestra vida de este año transcurrido”. En el Te Deum, a diferencia del Gloria, se enumera al coro de los “apóstoles”, de los “profetas”, al ejército de los “mártires”, es ya un indicio del culto a los mismos, es un signo de los tiempos. Es un himno que canta al Dios todopoderoso que ha sostenido en la lucha y en los momentos más difíciles a la Iglesia, una Iglesia que viene saliendo de tres siglos de persecución.
El primer día de este año tomaba posesión como Presidenta Municipal de Temixco, Mor., la ex diputada federal Gisela Mota, quince horas después aproximadamente, fue ejecutada en la puerta de su casa. Esta es, esta sigue siendo la triste realidad de nuestra patria, este el dolor violento de muchos mexicanos, estas heridas que desmienten a los números: ¿quién protesta de los que tienen alta voz? ¿quién denuncia de los que tienen un puesto de altura?, ¿cuándo terminará tanta corrupción y muerte?, ¿quién hereda tanta riqueza mal habida?. Este jueves 7 de enero se realizó una marcha en Temixco, en la que participaron más de dos mil personas para clamar justicia por el asesinato de la alcaldesa; en la explanada del Ayuntamiento la madre de Gisela leyó un comunicado en el que entre otras cosas dijo: “No debemos luchar por el poder, debemos de encauzarlo a favor del pueblo».
Palabras muy parecidas escribía en un editorial de Combat con fecha de 25 de Agosto de 1944 Albert Camus (quien murió el 4 de enero de 1960) en el contexto de la liberación de París: “El París que lucha esta noche quiere mandar mañana. No por el poder, sino por la justicia, no por la política, sino por la moral, no por el dominio de su país, sino por su grandeza”. Al día siguiente Camus también escribía en otra editorial: “No se puede vivir siempre de homicidios y violencia. Sonará la hora de la dicha, del cariño justo. Pero esa paz no nos encontrará olvidadizos. Y a algunos de nosotros nunca nos abandonarán el rostro de nuestros hermanos desfigurados por las balas”. Hoy la esperanza de este Premio Novel de literatura sigue siendo vigente, no sólo en su París hoy nuevamente sumido en otro río de violencia, sino en todo el mundo, necesitamos recuperar la justicia, la moral, el cariño justo, la paz.
Hombre de pensamiento y acción, Camus, advirtió el límite de la situación violenta de su tiempo cuando afirmaba: “El tiempo atestiguará que los hombres de Francia no querían matar, y que entraron con las manos puras en una guerra que no habían elegido. Es preciso, pues, que sus razones hayan sido inmensas para hacerles empuñar de pronto los fusiles y disparar sin descanso, en la noche […] Sí, sus razones son inmensas. Tienen la dimensión de la esperanza y la hondura de la rebelión. Son las razones del porvenir para un país al que se pretendió mantener durante mucho tiempo rumiando morosamente su pasado”. Hoy la crispación está a flor de piel en nuestros compatriotas, “verdades históricas” y fugas y recapturas son en parte su etiología.
La gente de iglesia también es hija de su tiempo, cada eucaristía es un memorial de su Maestro sacrificado, y frente a la tentación de la violencia entona el Te Deum haciendo memoria de sus profetas, del ejército de mártires, pues muchos son los que han preferido ofrecer su vida antes que tomar la del hermano.