“Destinados a proclamar la grandeza del Señor” (1 Pedro 2, 9)
Del 18 al 25 de enero se celebra la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, iniciativa a la que se adhiere la mayoría de las Iglesias y Confesiones Cristianas, y que viene efectuándose desde 1908.
A través de estos años, ha venido configurándose como una cita anual que nos damos los cristianos de todo el mundo para rezar por nuestra plena unidad visible, según el deseo de Jesús, expresado en su oración a Dios Padre en la sobremesa de la Última Cena: “Que ellos también sean uno en Nosotros, para que el mundo crea” (Jn 17, 21).
La Iglesia Católica participa en la preparación y la promoción de la Semana de la Unidad a través del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, que edita cada año los materiales, conjuntamente con la Comisión ‘Fe y Constitución’ del Consejo Mundial de Iglesias, órgano, este último, que es una de las expresiones más importantes del Movimiento ecuménico, englobando actualmente a más de 300 Iglesias y Comunidades Cristianas, incluidas la mayoría de las Ortodoxas y gran número de Anglicanas, Bautistas, Luteranas, Reformadas, Unidas e Independientes.
Texto Bíblico para 2016
1 Pedro 2, 9-10: “Pero ustedes son raza elegida, sacerdocio real, nación consagrada, pueblo de su posesión, destinado a proclamar las grandezas de quien los llamó de las tinieblas a su Luz maravillosa. Ustedes, que antes eran ‘no pueblo’, son ahora Pueblo de Dios; ustedes, que no eran amados, son ahora objeto de su Amor”.
Contexto
La más antigua pila bautismal de Letonia (una de las anteriores Repúblicas Soviéticas) es de los tiempos del gran Evangelizador de Letonia, San Meinardo. Originalmente, se encontraba en la Catedral de Ikšķile. Hoy se halla en el mismo centro de la Catedral Luterana de la Capital del país, Riga. La ubicación de la pila, tan cerca del púlpito ornamentado de la Catedral, expresa elocuentemente la relación entre Bautismo y Proclamación, así como la vocación que comparten todos los bautizados, de proclamar las grandezas del Señor. Esta vocación constituye el Tema de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, 2016. Inspirados por dos Versículos de la Primera Carta de San Pedro, miembros de diferentes Iglesias de Letonia prepararon los recursos para la Semana.
La llamada a ser Pueblo de Dios
San Pedro le dice a la Iglesia primitiva que, en su búsqueda de sentido antes de encontrarse con el Evangelio, era ‘no pueblo’. Pero, a través de la escucha de la llamada a ser ‘raza elegida’ de Dios y de recibir el Poder de Salvación de Dios en Jesucristo, se ha vuelto ‘Pueblo de Dios’. Esta realidad se expresa en el Bautismo, que es común a todos los cristianos, en el que renacemos del agua y del Espíritu Santo (Cfr. Juan 3, 5).
En el Bautismo morimos al pecado para resucitar con Cristo a una nueva vida de Gracia en Dios. Constituye un desafío cotidiano mantenernos conscientes de esta nueva identidad que tenemos en Cristo: ¿Cómo entendemos nuestra vocación común de ser “Pueblo de Dios”?, ¿cómo expresamos nuestra identidad bautismal de ser “sacerdocio real”?
Escuchando las grandezas de Dios
El Bautismo nos abre a un nuevo y apasionante viaje de la Fe, uniendo a cada cristiano con el Pueblo de Dios que peregrina a lo largo de los siglos. La Palabra de Dios -las Escrituras que los cristianos de todas las tradiciones rezan, estudian y meditan- es el fundamento de una comunión real, aunque incompleta. En los Textos Sagrados que compartimos, oímos acerca de las grandezas de Dios en la Historia de la Salvación, sacando a su pueblo de la esclavitud; y de la gran obra de Dios: la Resurrección de Jesús de la muerte, que inauguró una nueva vida para todos nosotros.
Más aún, la lectura orante de la Biblia lleva a los cristianos a reconocer las grandezas de Dios en sus propias vidas: ¿De qué manera reconocemos y respondemos a las grandezas de Dios en el culto y el canto, y en el trabajo a favor de la justicia y la paz?; ¿de qué manera valoramos la Escritura como Palabra viva de Dios que nos llama a una unión mayor y a la Misión?
Respuesta y proclamación
Dios nos ha elegido, pero no como si esto fuera un privilegio. Nos ha hecho santos, pero no en el sentido de que los cristianos son más virtuosos que los demás. Nos ha elegido para llevar a cabo una Misión. Somos santos en la medida en que estamos comprometidos con la Obra de Dios, que es siempre la de llevar su Amor a todos los pueblos. Ser un pueblo sacerdotal significa estar al servicio del mundo. Los cristianos viven esta llamada bautismal y dan testimonio de las grandezas de Dios de distintas maneras.
Curando las heridas: las guerras, los conflictos y los abusos han herido la vida emocional y relacional de la gente de Letonia y de otros países. La Gracia de Dios nos ayuda a pedir perdón por los obstáculos que impiden la reconciliación y la sanación; de obtener misericordia y de crecer en santidad.
Buscando la verdad y la unidad: la conciencia de nuestra identidad común en Cristo nos empuja a trabajar para superar las cosas que aún nos dividen como cristianos. Como los discípulos de Emaús, estamos llamados a compartir nuestra experiencia para poder descubrir que en nuestra común peregrinación, Jesucristo está en medio de nosotros.
Un compromiso activo a favor de la dignidad humana: los cristianos que han sido sacados de las tinieblas a su Luz maravillosa reconocen la enorme dignidad de toda vida humana. A través de proyectos sociales y caritativos, nos acercamos a los pobres, los necesitados, los adictos y los marginados. Al considerar nuestro compromiso por la unidad de los cristianos, ¿por qué cosas deberíamos pedir perdón? Conociendo la Misericordia de Dios, ¿cómo nos comprometemos en proyectos sociales y caritativos con otros cristianos?
- Materiales preparados por el Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos y la Comisión de Fe y Constitución del Consejo Mundial de Iglesia. Bajar archivo PDF aquí.