ORACIÓN INICIAL
San José, guardián de Jesús y Casto esposo de María, tu empleaste toda tu vida en el perfecto cumplimiento de tu deber.
Tu mantuviste a la Sagrada Familia de Nazaret con el trabajo de tus manos.
Protege bondadosamente a los que se vuelven confiadamente a ti.
Tu conoces nuestras aspiraciones y esperanzas.
Nos dirigimos a ti porque sabemos que tu nos comprendes y proteges.
Tu también supiste de pruebas, cansancio y trabajo. Pero, aún dentro de las preocupaciones materiales de la vida, tu alma estaba llena de profunda paz y cantó llena de verdadera alegría debido al íntimo trato que gozaste con el Hijo de Dios que te fue confiado a ti y a la vez a María, su tierna Madre.
DOLOR Y GOZO
Estaba anunciado por los profetas que Jesús nacerìa en Belén.
Dios se valió del emperador Augusto para dar cumplimiento a la profecía, por eso marché con mi esposa para empadronarnos, a inscribirnos en la
ciudad de David;
ciudad que le cerraría las puertas al Hijo de Dios;
ciudad que no tenìa espacio para albergar al que todo lo puede.
Ciudad desentendida del gran misterio que estaba a punto de nacer.
Ciudad desprotegida que desplazó al Santo de Dios, Santo Fuerte y Santo Inmortal.
Ciudad que arrinconò en un establo al Mesías Dios esperado. Ciudad que produjo en mí corazòn un gran dolor porque el Verbo de Dios encarnado era excluido.
Ciudad que envió al Rey de reyes y Señor de señores al escampado, a la intemperie.
Mi corazón sollozaba porque no encontraba sitio para hospedar a la Madre de Dios.
Madre que no midió consecuencias con su Fiat.
Madre que venció falsas leyes y criterios humanos.
Madre que no se dejó amilanar ante las adversidades.
Madre que siempre supo confiar en Dios.
Madre que no se desesperó ante las negativas de los hospederos. Madre que no le importó dirigirse a un establo para el alumbramiento de su Hijo;
establo cómplice del amor santo y divino.
Establo que dio abrigo y cobijo al recién nacido, al Hijo de Dios. Establo que evidenciò el más hermoso de los espectáculos celestiales.
Establo que fue visitado por los Ángeles del Cielo.
Ángeles que descendieron a adorarle.
Establo que se convirtió en una pequeña porción del cielo en la tierra.
Porción a la que llegaron tres reyes de oriente a ofrendarle: incienso, mirra y oro.
El gran dolor que llevaba en mi corazón se convirtió en un gran gozo.
Gozo, porque el cielo fue tapizado con multitud de estrellas;
gozo, porque los santos Ángeles entonaron los más bellos cantos, gozo, porque ya no estábamos solos: miríadas y miríadas de seres angelicales llegaban hacia el Niño Jesús a alabarle y glorificarle, porque Dios se había hecho hombre.
Compromiso:
Hijo: ve al establo de los sagrarios que allí también se encuentra el recién nacido; ofréndale:
el incienso de tu oraciòn,
la mirra de tus sacrificios y
el oro de tu conversiòn perfecta, anonádate frente a su presencia y desbócate en mimos con Èl.
ORACIÓN FINAL
¡Oh! San José, cuya protección es tan grande, tan poderosa y eficaz en el Trono de Dios, en tus manos entrego todos mis intereses y deseos.
Oh! San José, asísteme con tu poderosa intercesión; consígueme de tu Divino Hijo, Nuestro Señor; todas las bendiciones particulares que necesito, a fin de que habíendo conseguido aquí en la tierra la ayuda de tu poder celestial, pueda ofrecer mi gratitud y homenaje al padre más amoroso. Amén.
Fuente: San José, El humilde carpintero de Nazaret.
MEDITACIÓN
Oh bienaventurado patriarca, glorioso san José, esclgido para ser padre adoptivo del Hijo de Dios hecho hombre.
El dolor que sentiste viendo nacer al niño Jesús en tan grande pobreza se cambió de pronto en alegria celestial al oir el armonioso concierto de los Ángeles y al contemplar las maravillas de aquella noche tan resplandeciente.
Por este dolor, ayúdanos a desprendernos de todas las cosas de la tierra, convencidos de que solo Dios basta.
Haz que sepamos seguir a Jesús desde Belén al Calvario, con el sentido sobrenatural y el garbo humano con que tú supiste llevar, con Jesús y María, la cruz que el Señor dispuso para tí.
Por el inmenso gozo que sentiste al ver a Jesús recién nacido, mientras escuchabas el canto de los Ángeles en el Cielo, proclamando la gloria de Dios y la paz para los hombres de buena voluntad.
Bendice a todos los hijos de la Iglesia de Dios y atiende especialmente a los mas necesitados.
San José custodio de los Sagrados Corazones de Jesús y María,
Inflama mi corazón para que en él, sólo reine Jesús, como reinó en tu Santo corazón.
Jesús, José y María,
Les doy el corazón y el alma mía.
Pedir la gracia que se desea alcanzar por intercesión de San José
Rezar
Padrenuestro
Ave María
Gloria