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Hoy es la fiesta de San Juan de Sahagún, predicador agustino.
San Juan de Sahagún fue un eremita y predicador español de la Orden de San Agustín que, tras su canonización, fue declarado por Pío IX como patrón único de Salamanca en España (1868), lugar que según la Tradición, fue librada de la peste del tifus negro por su intercesión.
Los artistas suelen representarlo con el sacramento de la Eucaristía en una mano o contemplando la Sagrada Hostia transformada en el mismo Jesucristo.
Nació en el municipio de Sahagún en España con el nombre de Juan González Martínez. Fue educado por monjes benedictinos en el Monasterio de San Benito de Sahagún, y como demostró buena inclinación hacia el sacerdocio, el Obispo de Burgos lo hizo seguir los estudios sacerdotales.
Fue ordenado alrededor del año 1454 cuando tenía 23 años de edad. Además, se le nombró secretario y canónigo de la catedral de Burgos, y 4 años más tarde, se convirtió en teólogo tras finalizar estudios en la Universidad de Salamanca.
A fines del 1462 o principios del 1463 cayó enfermo, quizá a consecuencia de su austero género de vida, y tuvo que someterse a una operación. En el apuro que en aquellos siglos suponía toda operación, Juan acudió a Dios y le prometió que, si lo curaba, se haría religioso. La operación resultó bien y Juan no tardó en cumplir su voto.
El 28 de junio del año 1463 empezó a vestir el hábito agustino en el célebre convento de San Agustín de Salamanca y un año después se incorporó definitivamente a la orden por medio de la profesión solemne.
Juan se volvió un predicador muy elocuente y sus sermones empezaron a transformar a las personas. También predicaba muy fuerte contra los ricos que explotan a los pobres.
Sus preferidos eran los huérfanos, enfermos, necesitados y ancianos, para los que recogía limosnas y buscaba albergues o asilos. A las muchachas en peligro les conseguía familias dignas que les dieran sanas ocupaciones y las protegieran.
De él se recuerdan en Salamanca dos milagros: el primero ocurrió cuando un niño se cayó a un pozo profundo, pero Juan echó su cíngulo, que llegó hasta donde el niño pudo tomarlo. Entonces el santo hizo subir el nivel del agua hasta que el niño llegó a la superficie y la gente se puso a gritar «¡Milagro! ¡Milagro!», pero él se escondió para no recibir felicitaciones.
El otro milagro dice que un toro bravo se había escapado por las calles de Salamanca sembrando el terror. Juan le detuvo y amansó diciéndole: «Tente, necio».
El santo murió envenenado a los 49 años en 1479. Fue beatificado por el Papa Clemente VIII en 1601 y canonizado por el Papa Alejandro VIII en 1691. Su festividad se conmemora el 12 de junio.
ACIprensa