Seminario Conciliar de Querétaro, Qro., lunes 20 de octubre de 2014
Excelentísimos Señores Obispos, queridos Sacerdotes, apreciados miembros de la vida consagrada, miembros organizadores de la Comisión Episcopal para la Familia y Vida muy queridos hermanos y hermanas todos, venidos de las diferentes diócesis, quienes participan en este Encuentro Nacional, hermanos y hermanas todos en el Señor:
1. Con alegría me complace poder encontrarme con ustedes en esta tarde y poder saludarles y darles una cordial bienvenida en el inicio de este Encuentro Nacional de Familia y Vida, el cual a nivel nacional busca estar en sintonía y continuar con la reflexión y el proyecto que a nivel latinoamericano la Pastoral Familiar está impulsando, desde hace ya algunos meses; con el objetivo de “Impulsar desde las ciencias sociales, la teología y la pastoral, una reflexión sobre la riqueza social de la familia; para que comprendiendo su ser y misión se promueva la Vida plena y la comunión misionera en los hogares de México”. Indudablemente que se verá enriquecido e iluminado por la reciente reflexión del Sínodo Extraordinario sobre la Familia, que se ha celebrado en Roma y que ha terminado el día de ayer.
2. Estamos en un momento crucial, los desafíos del Cambio de Época que vivimos exigen el replanteamiento de las actitudes, estructuras, y actividades pastorales en fidelidad a Cristo y al hombre contemporáneo. Para ello, debemos discernir los signos de los tiempos escuchando lo que el Espíritu Santo dice a las Iglesias. Por lo que es muy importante que este tipo de encuentros se vivan con la conciencia del compromiso que como agentes de pastoral tenemos y que no podemos postergar, especialmente valiéndonos de la creatividad pastoral y la astucia evangélica; deseosos de “manifestar más claramente el rostro misericordioso de Jesús”, especialmente ante los desafíos que más aquejan a la familia y a sus miembros.
3. Me ha parecido extraordinaria la cita tomada del libro de Josué que han elegido como tema y lema para este Encuentro: “Mi familia y yo serviremos al Señor”(Jos 24,15), pues refleja la fe de la comunidad de Israel que se decide a seguir al Señor, después de haber experimentado toda una vida en el desierto durante cuarenta años. Esto nos enseña que la Iglesia, como el nuevo Josué, debe ayudar a la familia cristiana, tras su paso por el desierto espiritual, en el que actualmente se encuentra, a cruzar la tierra prometida y profesar así, la fe en el Señor. Dedicándose con valentía a su servicio.
4. Agradecemos a la comisión organizadora, la elección que han hecho de esta Diócesis como sede para este encuentro; como obispo me siento muy contento, pues representa un impulso clave en la vida pastoral y en el proceso evangelizador que estamos llevando como Diócesis. Sean todos bienvenidos. ¡Siéntanse en su casa!
† Faustino Armendáriz Jiménez Obispo de Querétaro