2016-10-26 Radio Vaticana
(RV).- En la tradicional Audiencia General en el último miércoles de octubre, luego de reflexionar sobre el Evangelio de Mateo, Capítulo 2, versículos 13-15 que narra la huída del Señor a Egipto, el Santo Padre Francisco siguió meditando sobre las obras de misericordia. En esta ocasión, centró su catequesis en otras dos de las obras de misericordia corporales: dar posada al peregrino y vestir al desnudo.
Después de saludar a los fieles y peregrinos presentes en la plaza de San Pedro y de anunciar la reflexión del día, Francisco recordó que el Señor nos ha entregado las obras de Misericordia «para mantener siempre viva y dinámica nuestra fe», y que ellas evidencian que nosotros, los cristianos, no estamos cansados ni perezosos en la espera del encuentro final con el Señor, sino que cada día vamos a su encuentro, «reconociendo en su rostro el de tantas personas que piden ayuda». «La historia de la humanidad es una historia de migraciones» dijo, y «el compromiso de los cristianos es urgente hoy como en el pasado».
A continuación, la síntesis de la catequesis que el Papa pronunció en nuestro idioma:
Queridos hermanos y hermanas:
Hoy reflexionamos sobre una obra de misericordia corporal, acoger al peregrino, al extranjero. La historia de la humanidad es una historia de migraciones, no existe un pueblo que no haya conocido este fenómeno. Tampoco la historia de la salvación es ajena a esta situación. Abrahán, Moisés, incluso Jesús ha dejado su tierra y se ha puesto en camino.
Estas situaciones a veces se han visto unidas a graves crisis sociales, que a lo largo de los siglos se han afrontado con dos aptitudes: la de cerrarse al que viene o la de acogerlo. Puede que levantar muros haga más ruido que la callada acción de quienes ayudan y asisten a los emigrantes y refugiados, pero cerrarse no es la solución, sólo favorece los tráficos criminales. La única respuesta es la de la solidaridad.
El compromiso de los cristianos es urgente. Todos tenemos el deber de acoger al hermano que huye de la guerra, el hambre o la violencia y estamos llamados a salir al encuentro del que sufre para llevarle el abrazo y la misericordia de Dios.
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Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España y Latinoamérica. Pidamos al Señor la gracia de abrirnos al hermano, acogerlo, para poder restituirle la dignidad que, en muchos casos, ha perdido por los abusos, el egoísmo, la criminalidad, así nuestra vida será fecunda y nuestras sociedades recuperarán la paz. Dios los bendiga.
(Griselda Mutual – Radio Vaticano)