2016-12-16 Radio Vaticana
Ser como Juan Bautista que, con su testimonio humilde de la luz de la verdad, le abre el camino a Jesús
(RV).- Los cristianos contemplen la grandeza de Juan Bautista y su modelo de humilde testimonio de Jesús, que se anonada hasta la muerte, para indicar la venida del Hijo de Dios. Fue la invitación del Papa Francisco, en la Misa matutina en la capilla de la Casa de Santa Marta, en la que participaron también algunas parejas de casados, religiosos y sacerdotes que celebraban, respectivamente, su 50 aniversario de matrimonio y de consagración.
Con las lecturas del día, prosiguiendo las de los días anteriores, el Obispo de Roma reflexionó sobre la figura de Juan Bautista, presentado como testimonio, como lámpara que arde y resplandece, para testimoniar a Jesús:
«Lámpara que indica dónde está la luz, da testimonio de la luz. Él era la voz. Él mismo dice de sí: ‘yo soy la voz que clama en el desierto’. Él era la voz que también da testimonio de la Palabra, indica la Palabra, el Verbo de Dios, la Palabra. Él sólo voz. La Palabra. Él era el predicador de la penitencia que bautizaba, el Bautista, pero deja claro, dice claramente: ‘Después de mí viene otro que es mayor que yo, es más grande, al cual no soy digno de desatar la correa de su calzado. Y él los bautizará en fuego y Espíritu Santo’»
Haciendo hincapié en que el modelo de Juan Bautista es lo provisorio que indica lo definitivo y que lo definitivo es Jesús, el Papa destacó que «ésta es su grandeza», la que demuestra cada vez que el pueblo y los doctores de la ley le peguntaban si era él el Mesías, a lo que él respondía claramente que no:
«Y este testimonio provisorio, pero seguro, firme, aquella llama que no se ha dejado apagar por el viento de la vanidad, aquella voz que no se dejó disminuir por la fuerza del orgullo, se vuelve siempre uno que indica al otro y abre la puerta al otro testimonio, el del Padre, el que Jesús dice hoy: ’Pero el testimonio que yo tengo es mayor que el de Juan, es el del Padre’. Y se oye la voz del Padre: ‘Éste es mi Hijo’. Fue Juan el que abrió esta puerta. ¡Es grande este Juan, siempre se hace de lado».
«Juan es humilde, se disminuye, se anonada… por la misma senda de Jesús». Y lo hace «hasta morir decapitado, en la oscuridad de la cárcel, por el capricho de una bailarina, la envidia de una adultera y la debilidad de un borracho», dijo también el Santo Padre.
Y luego se dirigió a los fieles que participaron en la Misa, para celebrar según su condición, 50 años de casados, de consagración o de ordenación:
«Es un lindo día para preguntarse sobre la propia vida cristiana, si la propia vida cristiana le ha abierto el camino a Jesús. Si la propia vida ha estado llena de ese gesto: indicar a Jesús. Agradecer por las tantas veces que lo hicieron, agradecer y volver a empezar, después de 50 aniversario, con esa vez joven o juventud envejecida – ¡como el vino bueno! – dar un paso adelante para testimoniar a Jesús. Que Juan, el gran testimonio, los ayude en este nuevo camino que empiezan hoy, después de la celebración del 50 aniversario de sacerdocio, de vida consagrada y de matrimonio».
(CdM – RV)