2016-11-05 Radio Vaticana
(RV).- Con gran alegría el Papa Francisco recibió a cerca de 300 miembros de la familia de Habsburgo, llegados a Roma como peregrinos jubilares en familia.
El Santo Padre quiso destacar precisamente la importante actualidad del valor de la familia y evocó al Beato Carlos de Austria. Con el testimonio ejemplar de vida familiar, puso de relieve el compromiso del emperador austriaco, que se distinguió por su apoyo a los esfuerzos por la paz del Papa, Benedicto XV, alentando asimismo a impulsar también hoy la solidaridad y el anhelo de una casa común europea:
«Me complace recibirlos en ocasión de la peregrinación jubilar que han querido realizar como familia. Deseo subrayar este aspecto, porque el de la familia en sentido amplio, con la riqueza de sus lazos y de su variedad, es un valor que hay redescubrir en nuestros tiempos.
En esta feliz circunstancia, hacen memoria en especial del Beato Carlos de Austria, que hace cien años subía al trono. Su presencia espiritual entre ustedes hace que la familia Habsburgo no se dirija hoy al pasado de forma nostálgica, sino todo lo contrario, siga activamente presente en el hoy de la historia, con sus desafíos y necesidades. En efecto, algunos de ustedes desarrollan papeles de primer plano en organizaciones de solidaridad y promoción humana y cultural; así como en sostener el proyecto de Europa como casa común fundada sobre los valores humanos y cristianos».
Recibiendo con alegría la vocación al sacerdocio y a la vida consagrada de algunos miembros de la familia de Habsburgo, y reiterando que la familia cristiana es el primer terreno en el que las semillas de las vocaciones – «¡empezando por la conyugal, que es una verdadera vocación!» – pueden germinar y desarrollarse, el Papa Francisco volvió a evocar a Carlos de Austria e invitó a rezarle para que interceda en favor de la paz para toda la familia humana:
«Carlos de Austria fue ante todo un buen padre de familia, y como tal un servidor de la vida y de la paz. Había conocido la guerra, siendo un simple soldado al comenzar la Primera Guerra Mundial. Tras asumir el reino en 1916, sensible a la voz del Papa Benedicto XV, se prodigó con todas sus fuerzas por la paz, a costa de incomprensiones y burlas. También en ello él nos ofrece un ejemplo actual y podemos invocarlo como intercesor para obtener de Dios la paz para la humanidad».
(CdM – RV)