2016-11-02 Radio Vaticana
(RV).- “Migrantes, trata de seres humanos, laicidad, sacerdocio femenino y mundanidad espiritual”, algunos de los temas tratados por el Papa Francisco en la tradicional rueda de prensa tras concluir el 17º Viaje Apostólico Internacional de su pontificado que lo llevó a Suecia, con ocasión de la Conmemoración Conjunta, luterano-católica, de los 500 años del inicio de la Reforma protestante.
Al tomar la palabra, el Santo Padre agradeció a los periodistas que lo acompañaron en su visita a este país escandinavo, por la labor desarrollada y por soportar las adversidades climáticas que les tocó vivir. Tras el agradecimiento de Greg Burke, Director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, la primera pregunta la formuló Elin Swedenmark, de la agencia sueca “TT”, quien retomando las palabras del Pontífice en el Evento Ecuménico en Malmö, en la cual hablaba de la ‘revolución de la ternura’ para acoger y recibir a los prófugos y migrantes de los países en conflicto, le preguntó: ¿Cuál es su mensaje para la gente que teme que la llegada de los refugiados pueda amenazar la cultura del cristianismo en Europa? Y ¿Cuál es su mensaje para Suecia que después de una larga tradición de acogida de refugiados, ahora comienza a cerrar sus propias fronteras?
“Antes que nada, yo como argentino y sudamericano – dijo el Papa – agradezco mucho a Suecia por esta acogida, porque muchos argentinos, chilenos, uruguayos en el tiempo de las dictaduras militares han sido acogidos en Suecia. Suecia tiene una larga tradición de acogida. Y no solamente para recibir, sino integrar, buscar enseguida una casa, escuela, trabajo… integrar en un pueblo. Me han dicho las estadísticas, dijo el Papa, tal vez me equivoque, no estoy seguro. ¿Cuántos habitantes tiene Suecia? ¿Nueve millones? De estos nueve millones, 850 mil serian ‘nuevos suecos’, es decir, migrantes o refugiados o sus hijos. Esto es lo primero. Segundo: se debe distinguir entre migrante y refugiado. El migrante debe ser tratado con ciertas reglas porque migrar es un derecho, pero es un derecho bastante reglamentado. En cambio, ser refugiado es provenir de una situación de guerra, de angustia, de hambre, de una situación terrible y el status de refugiado necesita más atención, más trabajo. También en esto, Suecia siempre ha dado un ejemplo en para organizar, para hacer aprender la lengua, la cultura y también integrar en la cultura. Sobre este aspecto de la integración de las culturas, no debemos asustarnos, porque Europa se ha formado con una continua integración de culturas, muchas culturas… Creo que el hecho que hoy en Islandia un islandés, con su lengua pueda leer sus clásicos de mil años atrás sin dificultad, significa que es un país con poca inmigración, pocos grupos. Europa se ha formado con la migración… Luego, que cosa pienso de los países que cierran sus fronteras: creo que en teoría no se puede cerrar el corazón a un refugiado, también se necesita la prudencia de los gobernantes; debe ser muy abiertos para recibirlos, pero también hacer los cálculos para poder organizarlos, porque a un refugiado no sólo se le debe recibir, sino se le debe integrar. Y si un país tiene una capacidad de veinte de integración, por así decirlo, lo haga hasta esto. Otro tal vez más, haga más. Pero siempre con el corazón abierto: no es humano cerrar las puertas, no es humano cerrar el corazón, y a la larga esto se paga. Aquí, se paga políticamente; como también se puede pagar políticamente una imprudencia en los cálculos, en el recibir más de aquello que se puede integrar. Porque, ¿cuál es el peligro cuando un refugiado o un migrante – esto vale para ambos – no es integrado? Permítanme – tal vez es un neologismo – se ghettizza, es decir, entra en un ghetto. Y una cultura que no se desarrolla en relación con otra cultura, esto es peligroso. Yo creo que el peor consejero para un país que lo lleva a cerrar sus fronteras sea el miedo, y el mejor consejero sea la prudencia. En estos días, he hablado con un funcionario del gobierno sueco, y me decía las dificultades que hay en este momento – esto en relación a la última pregunta – algunas dificultades porque hay muchas que no se puede resolver a tiempo, encontrar la escuela, casa, trabajo, aprender la lengua. La prudencia debe hacer sus cálculos. Yo no creo que si Suecia disminuye su capacidad de acogida la haga por egoísmo o porque ha perdido esta capacidad; si hay algo de este tipo, es por esta última cosa que he dicho: hoy muchos miran a Suecia porque conocen su acogida, pero no hay tiempo necesario para organizarlos a todos”.
A continuación, Anna Cristina Kappelin, de la televisión sueca Sveriges TV, resaltando la importancia del encuentro ecuménico en Suecia, le preguntó: ¿Si es realista pensar en mujeres sacerdotes en la Iglesia católica en los próximos decenios? Y si no, ¿Por qué? ¿Los sacerdotes católicos tienen miedo de la competición?
“Leyendo un poco la historia de esta zona, en donde hemos estado, he visto que hubo una reina que se quedó viuda tres veces, y dije: esta mujer es fuerte. Y me dijeron: ‘Las mujeres suecas son muy fuertes y muy buenas, y por esto algunos hombres suecos buscan una mujer de otra nacionalidad…’. Sobre la ordenación de las mujeres en la Iglesia Católica, la última palabra clara fue la que dio Juan Pablo II. Y sigue siendo la misma. Sobre la competición, no lo sé…
Si leemos bien la declaración de San Juan Pablo II, va en esta línea. Las mujeres pueden hacer muchas cosas mejor que los hombres. Y también en ámbito dogmático – para aclarar, y no solo dar una referencia a un documento – en la eclesiología católica existen dos dimensiones: la dimensión petrina, que es aquella de los apóstoles, Pedro y el colegio apostólico, los obispos; y la dimensión mariana, que es la dimensión femenina de la Iglesia. Y esto lo he dicho más de una vez. Yo me pregunto, ¿Quién es más importante en la teología y en la mística de la Iglesia? ¿Los apóstoles o María, en el día de Pentecostés? Es María: la Iglesia es mujer. Es ‘la’ Iglesia y no ‘el’ Iglesia. La Iglesia esposa de Jesucristo. Es un misterio nupcial. Y a la luz de este misterio se entiende el porqué de estas dos dimensiones: la dimensión petrina, es decir episcopal, y la dimensión mariana, con todo aquello que es la maternidad de la Iglesia, pero en sentido profundo. No existe la Iglesia sin esta dimensión femenina, porque ella misma es femenina”.
Austin Ivereigh:
Muchas gracias, Santo Padre. Este otoño ha sido muy rico en encuentros ecuménicos con las Iglesias tradicionales: la ortodoxa, la anglicana y ahora la luterana. Pero la mayoría de los protestantes ahora en el mundo son de tradición evangélica, pentecostal… Yo tengo entendido que en la vigilia de Pentecostés del año que viene habrá un acto en el Circo Máximo celebrando el 50 aniversario de la Renovación Carismática. Usted ha tenido muchas iniciativas – tal vez por primera vez de un Papa – en el 2014 con los líderes evangélicos. ¿Qué ha pasado con esas iniciativas y qué es lo que se espera lograr de la reunión, del encuentro del año que viene? Muchísimas gracias.
«Con esas iniciativas… Yo diría que tuve dos tipos de iniciativa. Una cuando fui a Caserta a la iglesia carismática y también en esa misma línea cuando en Turín fui a la Iglesia Valdense. Una iniciativa de reparación y de pedir perdón porque los católicos… parte, parte de la Iglesia Católica no se portó cristianamente con ellos bien. Y ahí había que pedir perdón y había que sanar una herida.
La otra iniciativa fue la del diálogo, y esto ya desde Buenos Aires. En Buenos Aires, por ejemplo, hemos tenido tres encuentros en el Luna Park que tiene capacidad para 7.000 personas. Tres encuentros de fieles evangélicos y católicos en la línea de la renovación carismática, pero abierta también. Y encuentros de todo el día: predicaba un pastor, un obispo evangélico, y predicaba un sacerdote católico o un obispo católico; o dos y dos, se iban variando. En dos de esos encuentros, si no en los tres, pero en dos seguro, predicó el padre Cantalamessa, que es el predicador de la Casa Pontificia.
Creo que la cosa viene ya desde papados anteriores, y desde cuando estaba en Buenos Aires, y eso nos hizo bien. Y también tuvimos dos retiros espirituales de tres días de pastores y sacerdotes conjuntos, predicados también por pastores y un sacerdote o un obispo. Y eso ayudó mucho al diálogo, a la comprensión, al acercamiento, al trabajo… sobre todo al trabajo con los más necesitados. Juntos. Y al respeto, al gran respeto. Esas son respecto a las iniciativas, que bien ya desde Buenos Aires, y esta va… Acá en Roma tuve algunas reuniones con pastores… dos o tres ya. Algunos vinieron de Estados Unidos y de acá, de Europa.
Y lo que usted menciona es la celebración que organiza el ICCRS [International Catholic Charismatic Renewal Services], la celebración de los 50 años de la Renovación Carismática, que nació ecuménica y por eso va a ser ecuménica en ese sentido, y va a ser en el Circo Máximo. Yo tengo previsto – si Dios me da vida – ir a dar una charla allí. Creo que dura dos días, pero todavía no está organizada. Sé que va a ser la vigilia de Pentecostés, y yo voy a tener una charla en algún momento. Respecto a la renovación carismática y respecto a los pentecostales: la palabra “pentecostal”, la denominación “pentecostal”, hoy día ya es equívoca, porque menciona muchas cosas, muchas asociaciones, muchas comunidades eclesiales que no son iguales, incluso son hasta opuestas. Entonces hay que precisar más. O sea, se ha universalizado tanto que resulta un término equívoco. En Brasil es típico eso, donde se proliferó bastante.
La renovación carismática nace – y uno de los primeros opositores que tuvo en Argentina es el que le está hablando – porque yo era provincial de los jesuitas en aquella época cuando empezó en Argentina un poco la cosa, y yo prohibí a los jesuitas que se metieran en eso. Y públicamente dije que cuando se iba a hacer una celebración litúrgica había que hacer una cosa litúrgica y no una escuela “do samba”. Eso lo dije. Y hoy pienso lo contrario, cuando las cosas están bien hechas.
Más aún, en Buenos Aires, todos los años, una vez por año teníamos la misa en la catedral del Movimiento de Renovación Carismática, donde venían todos. O sea que yo también he sufrido un proceso de reconocer lo bueno que la Renovación ha dado a la Iglesia. Y aquí no hay que olvidar la gran figura del Cardenal Suenens, que tuvo esa visión profética y ecuménica«.
Eva Fernández de la Cadena “Cope”:
Santo Padre, me gustaría hacerle esta pregunta en italiano pero todavía no me encuentro capaz. Hace poco tiempo ha estado usted con Nicolás Maduro, presidente de Venezuela. ¿Qué sensación le ha dado esta reunión y cuál es su opinión sobre el inicio de las conversaciones? Muchas gracias, Santo Padre.
«Sí, el Presidente de Venezuela ha pedido una entrevista, una reunión porque venía de Oriente Medio, de Qatar, de los Emiratos y hacía escala técnica en Roma. Había pedido una entrevista antes. Vino en 2013; después había pedido otra entrevista, pero se enfermó, y no pudo venir; y pidió esto. Cuando un Presidente lo pide se le recibe, además, estaba en Roma por una escala.
Lo he escuchado durante media hora, en aquella reunión; le he escuchado, yo le he hecho alguna pregunta y he escuchado su opinión. Siempre está bien escuchar todos los pareceres. He escuchado su parecer.
Con referencia al segundo aspecto, el diálogo, ¡es el único camino para todos los conflictos! Para todos los conflictos. O se dialoga o se grita, pero no hay otra. Yo con el corazón pongo todo de mí en el diálogo y creo que se debe ir por ese camino. No sé cómo terminará, no sé, porque es muy complejo, pero la gente que está comprometida en el diálogo es gente de una estatura política importante.
Zapatero, que ha sido dos veces Presidente del Gobierno de España, y Restrepo [político colombiano, y todas las partes] han pedido a la Santa Sede que esté presente en el diálogo. Y la Santa Sede ha designado a [S.E. Mons. Claudio Maria Celli, come acompañante del proceso]. El Nuncio en Argentina, Monseñor Tscherrig [lo ha sustituido el domingo 23 de octubre] en la mesa de negociación. Pero el diálogo que favorece la negociación es el único camino para salir de los conflictos, no hay otra… Si Oriente Medio hubiera hecho esto, ¡cuántas vidas se habrían salvado!«
Mathilde Imberty, de Radio France:
Santidad, estamos regresando de Suecia, donde la secularización es muy fuerte, es un fenómeno que toca a toda Europa. En un País como Francia se estima que en los próximos años una mayoría de ciudadanos no tendrá religión. Según Ud., la secularización ¿es una fatalidad? ¿Quiénes son los responsables? ¿Los gobiernos laicos o la Iglesia que actúa con timidez?
Fatalidad, no. ¡No creo en la fatalidad! ¿Quiénes son los responsables? No lo sabría decir… Tú [ósea cada uno] eres el responsable. No lo sé, es un proceso… Pero antes de esto quiero decir una cosa. El Papa Benedicto XVI ha hablado mucho sobre esto y con mucha claridad. Cuando la fe se entibia es porque como tú dices, se debilita la Iglesia… Los tiempos más secularizados… Pensemos en Francia, por ejemplo, los tiempos de la mundanización de la Corte: los tiempos en los que los sacerdotes formaban parte de la Corte, un funcionalismo clerical… Pero hacía falta la fuerza de la evangelización, la fuerza del Evangelio. Siempre cuando existe la secularización podemos decir que se presenta alguna debilidad en la evangelización, eso es verdad… Pero también hay otro proceso, un proceso cultural, un proceso – creo que una vez hablé de esto – de la segunda forma de “inculturación”, cuando el hombre recibe el mundo de Dios y para hacerlo cultura, para hacerlo crecer, dominarlo, a un cierto punto el hombre se siente dueño de aquella cultura – pensemos al mito de la Torre de Babel – es tan dueño de aquella cultura que comienza a hacer él como si fuera el creador de otra cultura, propia, y ocupa el puesto de Dios creador. Y en la secularización creo que antes o después se llega al pecado contra el Dios creador. El hombre autosuficiente. No es un problema de laicidad, porque se necesita una sana laicidad, que es la autonomía de las cosas, la autonomía sana de las cosas, la autonomía sana de las ciencias, del pensamiento, de la política, se necesita una sana laicidad. No, otra cosa, es un laicismo más bien como aquel que nos ha dejado en herencia el iluminismo. Creo que son estas dos cosas: un poco la autosuficiencia del hombre creador de cultura pero que va más allá de los límites y se siente Dios, y un poco también una debilidad en la evangelización, que se vuelve tímida y los cristianos son tímidos. Lo que allí nos salva un poco es retomar la sana autonomía en el desarrollo de la cultura y de las ciencias, también con el sentido de la dependencia, del ser criaturas y no Dios; y además retomar la fuerza de la evangelización. Hoy yo creo que esta secularización es muy fuerte en la cultura y en ciertas culturas. Y también muy fuerte en diversas formas de mundanidad, la mundanidad espiritual. Es lo peor cuando la mundanidad espiritual entra a la Iglesia. No son palabras mías las que ahora diré, son del Cardenal De Lubac, uno de los grandes teólogos del Concilio [Vaticano II]. Dice que cuando la mundanidad espiritual entra a la Iglesia… es lo peor que le puede pasar, peor aún de lo que pasó en la época de los Papas corruptos. Y menciona algunas formas de corrupción de los Papas, no recuerdo bien, pero tantas. La mundanidad. Esto para mí es peligroso. Y con el riesgo que parezca un sermón, una homilía, diré esto: en la última cena cuando Jesús reza por todos nosotros, pide al Padre una cosa para todos nosotros: no de quitarnos del mundo sino de defendernos del mundo, de la mundanidad. Es peligrosísima, es una secularización un poco maquillada, un poco disfrazada, un poco lista para usar, en la vida de la Iglesia. No sé si he respondido…
De la televisión alemana ZDF, Jürgen Erbacher:
Santidad, hace algunos días encontró al Santa Marta Group que se ocupa de la lucha contra la moderna esclavitud y el tráfico de seres humanos, temas creo muy sentidos por usted, no solamente como Papa, sino ya desde Buenos Aires cuando se ocupaba de estos temas. ¿Por qué? ¿Ha tenido una experiencia especial o tal vez personal? Y también como alemán, al inicio del año de la conmemoración de la Reforma, debo preguntarle si irá al país donde hace 500 años comenzó esta reforma.
Comienzo con la segunda pregunta. El programa de los viajes del próximo año no está hecho. Sí, se sabe solamente, es casi seguro que iré a la India y a Bangladesh, pero aún no se ha hecho…
Sobre la primera pregunta. Sí, yo desde hace tiempo, desde Buenos Aires, como sacerdote, siempre tuve esta inquietud de la carne de Cristo. El hecho de que Cristo continúa a sufrir, Cristo que es crucificado continuamente en sus hermanos más débiles, me ha conmovido desde siempre. Como sacerdote he trabajado, pequeñas cosas, con los pobres, pero no exclusivamente con ellos, también trabajaba con los universitarios… Luego, como obispo, en Buenos Aires hemos tenido [iniciativas], también con grupos no católicos y de no creyentes, contra el trabajo esclavo, sobre todo de los inmigrantes latinoamericanos que llegaban y llegan a la Argentina. Les quitan el pasaporte y les hacen hacer el trabajo esclavo en la industria, encerrados… Una vez se incendió una, también con los niños de los trabajadores allí. Todos muertos porque no pudieron escapar… De verdad esclavos, y esto me ha conmovido. La trata de las personas. También he trabajado con dos congregaciones de religiosas que acuden a las prostitutas, las mujeres esclavas de la prostitución. No me gusta decir prostitutas: esclavas de la prostitución. Luego, una vez al año, todos estos esclavos del sistema hacían una Misa en la plaza Constitución, que es a donde llegan los trenes – como a la estación Termini de Roma, piense en Termini -; y allí se hacía la Misa con todos. A esta Misa venían todas las organizaciones, las religiosas que trabajaban en esto y también los grupos de no creyentes, con los que colaborábamos. Y en Italia se trabaja igual. En Italia hay tantos grupos de voluntariado que trabajan contra toda forma de esclavitud, ya sea de trabajo que de las mujeres. Hace algunos meses visité estas organizaciones. En Italia se trabaja bien en el campo del voluntariado. Jamás habría pensado que fuese así. El voluntariado es una de las cosas bellas que tiene Italia. Y esto es gracias a los párrocos. El oratorio y el voluntariado son dos cosas que han nacido del celo apostólico de los párrocos italianos. No sé si le he respondido…