(RV).- Hacer resonar en el mundo el eco del amor divino, para vendar las heridas de la humanidad con el bálsamo de su misericordia, alentó el Papa a los numerosos peregrinos que participaron en su audiencia general.
En el día dedicado en todo el mundo a las personas que padecen Alzheimer, a sus familiares y al personal sanitario que atiende a los pacientes, el Papa Francisco dirigió un llamamiento a expresar nuestra cercanía con la solicitud de María, la ternura de Jesús y los ojos del amor:
«Hoy es la XXIII Jornada mundial del Alzheimer, con el tema «Acuérdate de mí». Invito a todos los presentes a ‘acordarse’, con la solicitud de María y con la ternura de Jesús Misericordioso, de cuantos sufren esta enfermedad y de sus familiares, para hacerles sentir nuestra cercanía.
Oremos también por las personas que están al lado de los enfermos, sabiendo percibir sus necesidades, aún las más imperceptibles, porque las ven con los ojos del amor».
El Santo Padre alentó a los peregrinos jubilares a abrir sus vidas al don de la misericordia del Señor, para compartirlo con todos. Y saludó con especial alegría a los que llegaron desde Turquía:
«Con especial alegría saludo a los peregrinos turcos: a los fieles de la Arquidiócesis de Esmirna, encabezados por su Pastor, Mons. Lorenzo Piretto. Queridos hermanos y hermanas, esta experiencia de gracia los ayude a permanecer firmes en la fe y a testimoniar el evangelio de la misericordia en la vida de cada día. Les aseguro mi oración y con afecto los bendigo a ustedes y a sus familias».
El Santo Padre renovó para todos su exhortación a las obras de misericordia:
«En este año de la Misericordia, acojamos con fe el amor del Señor en nuestra vida y caminemos con valentía por la senda del perdón y del don que Jesús nos propone.
Con sus obras de misericordia, hagan resplandecer cada vez más en el mundo el rostro misericordioso de Jesús.
Queridos amigos, ser misericordiosos quiere decir saber tender la mano, ofrecer una sonrisa, cumplir un gesto de amor hacia cuantos están en la necesidad. Cuando somos generosos, nunca faltan las bendiciones de Dios.»
El Papa reiteró su anhelo de que la peregrinación jubilar y el pasar por la Puerta Santa alimente la fe, dé un renovado impulso a la esperanza y haga fecunda la caridad, en especial hacia los hermanos más necesitados.
Antes de llegar a la Plaza de San Pedro, el Papa saludó y bendijo en el Aula Pablo VI a los enfermos, que debido a la lluvia siguieron desde allí la audiencia general.
En la fiesta de San Mateo, Apóstol y Evangelista, el Obispo de Roma recordó su generosa respuesta a la llamada de Cristo y su ejemplo, en las palabras que dedicó a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados:
«Hoy es la Fiesta de San Mateo, Apóstol y Evangelista. Que su conversión sea ejemplo para ustedes, queridos jóvenes, para vivir la vida con los criterios de la fe. Que su mansedumbre los sostenga a ustedes, queridos enfermos, cuando el sufrimiento parece insoportable: Que su seguimiento al Salvador, les recuerde a ustedes, queridos recién casados, la importancia de la oración en la historia matrimonial que han emprendido».
(CdM – RV)
(from Vatican Radio)