(RV).- «En un mundo lacerado por la lógica de la ganancia que produce nuevas pobrezas y genera la cultura del descarte no dejo de invocar la gracia de una Iglesia pobre y para los pobres. No es un programa liberal, sino un programa radical porque significa un regreso a las raíces. El volver a los orígenes no es replegarse hacia el pasado sino fuerza para un inicio valiente dirigido al mañana. Es la revolución de la ternura y del amor”. Así nos habla Papa Francisco sobre las raíces en una carta dirigida a la organización Comunión y Liberación. Porque las raíces son importantes.
El 13 de julio, en el día de Santa Teresa de Los Andes, Carmelita Descalza, rememoramos los orígenes del escudo carmelita, analizando algunos aspectos curiosos de su simbología.
El origen de la Devoción a Nuestra Señora del Carmen, tiene raíces antiguas en el culto popular. A través del arte, los maestros encargados de transmitir las imágenes para el culto, representaban entre otros, el de la línea femenina de la genealogía de Cristo. Dichas imágenes de la tradición sobre este tema muestran a Santa Emerencia, descendiente de la familia de David, que había decidido permanecer virgen, pese haber sido entregada a Estolano, un hombre piadoso.
La santa, solía rezar en el Monte Carmelo, pidiendo a Dios que iluminase su camino. Un ángel se le apareció entonces, para revelarle que de su estirpe nacería El Salvador. En los cuadros, aparece Santa Emerencia arrodillada, en actitud de reverencia y aceptación; como si su cuerpo fuese la raíz que sustenta el árbol que emerge de su costado. Las flores de éste árbol son Santa Ana madre de la Virgen María, y María misma. Esta iconografía sirve para interpretar el escudo carmelita, donde aparecen tres estrellas, símbolo de la Virgen y de la Madre; una a la raíz de la cruz sobre el Monte Carmelo, otra a la izquierda y otra a la derecha.
Esta tradición fue difundida por los carmelitas a partir del siglo XV, y también está relacionada con la defensa que esta orden hace de la Inmaculada Concepción. Y no es extraño que tiempo más tarde los Carmelitas tuvieran como refundadora a Santa Teresa de Jesús, que cómo nos recuerda una oyente de Radio Vaticana, es de los pocos casos en que los varones de la orden, siguieron los pasos de una mujer y no al contrario.
Para terminar con los signos de esta orden religiosa, uno de tántos versos, que sirven de guía espiritual a todos los devotos de esta orden religiosa centenaria:
“Al atardecer de la vida me examinarán del amor”
(Isabel Cantos- Radio Vaticana)