Se acerca la fiesta de la Epifanía, la venida de los Magos para adorar al Niño Dios que ha nacido entre nosotros esta Navidad. Ellos llevaban sus regalos (oro, incienso y mirra) para su Señor, nosotros podemos ofrecer también nuestros presentes al Salvador, al inicio de este nuevo año 2014.
Los Magos ofrecieron oro. Reconocieron en el Niño de Belén al Rey del universo. Sin embargo, eran conscientes que era un rey diverso, que reinaba desde el trono de la humildad y de la sencillez. Venía a instaurar un reino diferente, no basado en el poder o en la fuerza sino en el servicio y la caridad. Los Magos aceptaron ser sus súbditos. Nosotros podemos regalar también oro al recién nacido. Estamos llamados a reconocer la soberanía de Él en nuestra familia y nuestra vida. Suplicarle que reine en nuestro corazón y que tengamos sabiduría en nuestros pensamientos, palabras y obras.
Ellos también le regalaron incienso. Vieron en aquella vida inocente al Dios hecho hombre. Contemplaron al Poderoso bajo el velo de la debilidad; al Dios Providente en medio de la necesidad; al Creador que se hizo pequeño como las demás creaturas. Entre los propósitos del año no puede faltar el ofrecer el incienso a Dios, esa oración que sube hasta el cielo y que Él aprecia inmensamente. Consumir nuestra vida día a día ofreciendo nuestro amor al Señor.
Finalmente pusieron mirra ante su presencia. Con ello, aceptaban que había brotado la esperanza de la Salvación por medio de la obediencia al Padre hasta la muerte. Prefiguraban con su regalo aquellos aromas con los que embalsamarían las santas mujeres el cuerpo del Redentor bajado de la cruz. También nosotros podemos ofrecer la mirra de tomar nuestra cruz de cada día, ofrecer los sufrimientos junto con los de Jesús para compartir el misterio de su muerte y de su resurrección.
Que en este día de la epifanía, junto con los dones de los Magos, ofrezcamos al Niño Dios los nuestros para que tengamos un año muy bendecido por Él. ¡Feliz año nuevo!
Pbro. Laureano López Saloma