Santa Iglesia Catedral, 21 de Septiembre de 2017.
Con la alegría que caracteriza a los Jóvenes y Adolescentes de Nuestra Diócesis de Querétaro, el día 21 de septiembre de 2017, el Pbro. Rogelio Olvera Vargas, Vicario de Pastoral, presidio la Sagrada Eucaristía, con motivo de la recepción de los Signos de la JMJ, que tendrá lugar el Panamá, y que en esta ocasión toco a nuestra Diócesis de Querétaro, recibirlos, dichos signos son: La Cruz y el Icono de la Virgen María, además concelebraron los Delegados Decanales de Jóvenes, así como el Delegado Provincial, en la que participaron gran cantidad de Jóvenes y Adolescentes pertenecientes a la Pastoral Juvenil. El padre Rogelio dio inicio con el siguiente mensaje:
“Hoy como Diócesis provincia Bajío, como país estamos contentos por recibir estos signos, que expresan una iglesia que peregrina, una iglesia que pone su mirada en los jóvenes y adolescentes, hoy necesitamos valorar está gran riqueza que tenemos en nuestra iglesia por eso hoy en especial en esta velada de oración en este momento pedimos por todos nuestros jóvenes, adolescentes especialmente por aquellos que en estos momentos en su vida están sufriendo, en estos acontecimientos que estamos viviendo, pero que también muestra la solidaridad, la hermandad de la iglesia, también que se hace solidaria con aquellos que sufren por estos acontecimientos, unamos nuestras intenciones también en esta celebración y pidamos por aquellas familias, por aquellos niños que han perdido la vida, por aquellos adolescentes que han visto truncada sus vidas, por aquellos jóvenes también que el Señor se haga presente. “Dales Señor el descanso eterno y luzca para ellos la luz perpetua, descanse en paz así sea”. Hermanos para celebrar dignamente estos sagrados misterios reconozcamos delante de Dios nuestros pecados”. En su homilía les compartió:
“Reciban un saludo fraterno de Mons. Faustino Armendáriz, nuestro Obispo diocesano, como sabemos estamos preparándonos también para un acontecimiento a nivel nacional Juntos por México, el 6 , 7 y 8 de octubre, como sede la Diócesis de Querétaro y ciertamente desde el Concilio Vaticano Segundo la iglesia ha tomado conciencia de ese papel de la participación de los laicos en las realidades, con ese diálogo con el mundo recibir con los brazos abiertos los acontecimientos de la iglesia y ahora de modo particular la preparación para esta jornada mundial de los jóvenes, que primeramente Dios se celebrara allá en Panamá.
Un acontecimiento así como decía tiene que venir a fortalecer nuestra fe y a darle sentido a lo que vamos realizando especialmente en tomar conciencia de que somos una iglesia, de que somos una familia siempre dirigida bajo la presencia de Cristo de forma visible a través del Papa, el sueño de San Juan Pablo II, de feliz memoria, hoy también lo podemos vivir nosotros de tener aquí en esta Diócesis, como se vivió en el año 1989 cuando también vino a nuestro país a San Juan de los Lagos, San Juan Pablo II, bien hacer un momento también que nos ayude a tomar conciencia y de qué tenemos que vivir la espiritualidad de la comunión, tema también importante para este acontecimiento de Juntos por México.
Hoy ante los acontecimientos que vivimos, ante las situaciones nuevas y desafíos como iglesia estamos llamados totalmente a trabajar en comunión, diríamos en otras palabras a trabajar en equipo, a poner lo mejor de nosotros, a compartir y a poner al servicio nuestros carismas, nuestros talentos, nuestras actitudes, todo lo que el Señor ha puesto en nuestras manos para colaborar y colaborar en la construcción del Reino de Dios, en la civilización del amor.
Y hoy como los obispos de aquí de nuestro país, en la 99 Asamblea Nacional, donde los jóvenes hacían está la fascinación que no solamente es de preocuparse sino ocuparse, por nuestros jóvenes y adolescentes de nuestro país, de modo muy concreto, ahora los obispos nos han regalado esta reflexión, donde se valora el protagonismo de los adolescentes y jóvenes en esta nueva etapa de evangelización.
Por eso para nosotros recibir estos signos, como ya decíamos al inicio de la celebración esta propuesta que ya no hacían los obispos en Aparecida, una misión permanente y ahora con este espíritu del Papa Francisco, que seamos una iglesia de puertas abiertas y en salida Misionera, y ciertamente el gran desafío que tenemos las grandes interrogantes a las cuales tenemos que intentar responder a los jóvenes, a los adolescentes, que ellos en esa búsqueda del sentido de su vida nos preguntan, ¿Dónde está Dios?, como también nosotros como iglesia no solamente hablemos del Reino de Dios, sino también se haga presente con nuestras obras, especialmente con nuestro testimonio de vida, por eso ojalá que nosotros también especialmente los que participamos en la Eucaristía, asumamos ese compromiso, este desafío de vivir nuestra fe de forma coherente, de forma consciente, para que ya de esta experiencia podamos despertar y suscitar con aquellos, que compartimos la vida, especialmente en nuestras familias, con los adolescentes y jóvenes, estás experiencia fundamental en la vivencia de nuestra fe cristiana.
Hoy los mismos acontecimientos que estamos viviendo en nuestro país, ciertamente también nos viene a cimbrar nuestras fe, ello vienen a invitar a que realmente seamos solidarios y fraternos en esa experiencia de vida, no podemos estar callados ante las situaciones que hoy nuestros hermanos en diferentes estados están viviendo. Por eso quiero invitarlos a que un propósito en esta velada sea precisamente esa oración constante para que el Señor como lo está haciendo ya desde ahora, a esos corazones heridos les dé paz, a esas familias que hoy tanto lo necesita, que también infunda el deseo de continuar adelante a los que por gracia de Dios hoy comparte su testimonio de sobrevivencia y ciertamente la oración es fundamental, nuestra experiencia de fe orar constantemente y pedir al Señor por nuestras necesidades, pero también una iniciativa que desde la Diócesis se proponer, a lo mejor es muy pronto pero el próximo sábado a las 5 a.m. Para todos aquellos jóvenes que quieran participar de la jornada de apoyo, con estos jóvenes también será una expresión de solidaridad con los acontecimientos que estamos viviendo, no solamente los queremos invitar a la oración, al encuentro, a la celebración de la fe, sino precisamente siendo los primeros en estar cercano en estos momentos que, muchas personas como decía hace un momento a muchas personas y jóvenes que están atravesando por estas situaciones difíciles.
No esperemos a que llegue la jornada mundial de los jóvenes, para demostrar nuestro fe, en unos días estaremos viviendo aquí en nuestra Diócesis la 29a. Asamblea de Oración, con un tema muy particular, porque así en esta 4a. Etapa de nuestro Plano Diocesano nos lo presenta, la prioridad son los adolescentes y jóvenes, el tema fundamental serán precisamente los jóvenes, dónde como Diócesis ya sabemos una misión concreta dónde vamos a seguir impulsando este proceso, desde acompañar, desde alentar y acompañar nuestros adolescentes y jóvenes de forma significativa, forman parte de la población en nuestra Diócesis un dato estadístico 20’3800.00 habitantes aproximadamente 5’000 son adolescentes y jóvenes.
Esta es la preocupación de nuestra Diócesis, precisamente por valorar el protagonismo de los adolescentes y jóvenes nuestra Diócesis en la Primera Etapa de nuestro Plan Diocesano y precisamente el Papa Francisco en donde como iglesia también nos invita a no solamente caminar como iglesia particular si no, caminar como Iglesia Universal, a prepararnos como lo hemos hecho a través del documento preparatorio para el Sínodo de los Obispos de los Jóvenes, en esta lección ayudarnos y preparar de forma concreta el proyecto que Dios, el sueño que Dios tiene para los adolescentes y jóvenes especialmente en esta etapa tan significativa de nuestro Plan y ciertamente como resultados de nuestra Dimensión Episcopal de adolescentes y jóvenes, no solamente sea un documento más o un acontecimiento más, si no este gran sueño sea una gran revitalización de esta pastoral.
Si en nuestro continente y ciertamente tenemos que fascinarnos tenemos que comprometernos en ese quehacer con los jóvenes, para los jóvenes y por los jóvenes, tenemos también que tener una sed de escucharlos, de responder las interrogantes fundamentales, pero también hacernos el discernimiento como iglesia con la palabra de Dios, para que juntos generemos nuevas actitudes que vengan a responder las situaciones de los jóvenes. Por eso también queremos invitar a todos ustedes y a sus amigos a recorrer el camino de la convivencia, a no tener miedo a abrazar la cruz de cada día, a asumir con alegría cada momento de nuestra vida, que estemos viviendo especialmente para los adolescentes y jóvenes.
Y como lo dijo el Papa Francisco precisamente cómo lo dice en su catequesis de todos los miércoles, hoy estamos a tiempo de recuperar la esperanza y la confianza en el Señor, que está presencia en estos signos que han recorrido gran parte de nuestro mundo, sean el signo también de ese paso de Dios en nuestras tierras queretanas, en esta Provincia del Bajío, en este país, les reitero que hoy necesitamos de forma muy particular experimentar y vivir a un Dios que siempre está con nosotros y que precisamente a través del acontecimiento de la encarnación de Jesús, por eso quiero invitarlos ciertamente hoy al iniciar esta jornada que al recibir estos signos en esta Iglesia Catedral, haremos un momento de caminar hacia el Templo de la Santa Cruz, un lugar también significativo y que ofrezcamos a Dios en esta velada de oración, y también tenga ese énfasis de prepararnos para esta Jornada Mundial de los Jóvenes, prepararnos para este acontecimiento diocesano y esta Asamblea de Oración, pero también esperando con gran confianza y esperanza como el Papa Francisco nos lo dice y que todos en temas muy concretos podamos renovar esa experiencia de Dios en nuestras vidas y claro sin olvidar el acontecimiento que como país estamos viviendo.
Por eso hermanos que estos momentos de fe, que estos momentos de gozo los unamos siempre en la presencia del Señor, sabiendo que no estamos solos, en un momento particular también sabiendo que así lo experimento San Juan Pablo II, la experiencia maternal de la Santísima Virgen María, que siempre está atenta a las necesidades de sus hijos y de un modo muy particular nosotros como pueblo mexicano, en su advocación de Guadalupe, “no estás en mi regazo”, que en nuestros mayores anhelos, nuestras mayores necesidades siempre poniendo la confianza en la Santísima Virgen y podamos con esta actitud caminar adelante sabiendo que no estamos solos.
Por eso nuevamente reitero esta invitación precisamente ojala que el próximo sábado alguno de ustedes comparta esta invitación sábado 5 a.m., vivamos esta experiencia también como Diócesis a compartir juntos un momento también de esperanza y de fraternidad con aquellos hermanos que están viviendo situaciones difíciles. Bajo esas intenciones vamos a continuar nuestra celebración Eucarística, también agradeciendo la presencia de los sacerdotes que les acompañan, y de un modo muy especial y lo quiero reiterar así, hoy en nuestra iglesia valora la presencia de los jóvenes y esa cercanía hacia ustedes lo hace la iglesia a través del sacerdote, que también con esa presencia de Jesús Pastor qué quiere guiarnos, que quiere orientarnos, que quiere acompañarnos en esa etapa tan importante de la vida. Que así sea”.
Mons. Faustino les mando un mensaje que a la letra decía: “Muy queridos jóvenes y adolescentes, con alegría le saludo a todos ustedes deseándoles que la esperanza de la fe, inunde cada rincón de su vida, especialmente en los momentos difíciles por los cuales muchas veces se ven envueltos por la crisis de la edad, o por la realidad cultural y social que les rodean, tantas veces con expresiones difíciles de comprender con la razón como lo son los terremotos, la violencia, los huracanes, el debilitamiento social, la falta de trabajo y de oportunidades por la corta edad, haciéndoles debilitar su fe, y encaminándoles de manera silenciosa y decidida a la pérdida de la esperanza cristina.
En este contexto quisiera enviarles para que con fe, dirijamos la mirada hacia la cruz gloriosa de Cristo como la única realidad y a lo largo de los siglos le ha demostrado a tantas generaciones que es lo único que permanece, lo único que nos da seguridad, lo único capaz de mantenernos unidos, la cruz de Cristo es ésa ancla, en la que se sujeta la vida de cada creyente, la vida de la iglesia. Así lo expresa el escritor sagrado en la Carta a los Hebreos “esta esperanza que nosotros tenemos, es como una ancla del alma sólida y firme, que penetre más allá del velo, ahí mismo donde Jesús entró por nosotros, como precursor convertido en Sumó Sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec”. La verdadera, la gran esperanza del hombre que resiste a pesar de todas las desilusiones, sólo se puede ser Dios, el Dios que nos ha amado y que nos sigue amando hasta el extremo, hasta el total cumplimiento.
El Papa Benedicto XVI, no lo dijo en esta bella carta que escribió sobre la esperanza, quién ha sido tocado por el amor, empieza a intuir lo que sería propiamente vida, empieza a intuir qué quiere decir la palabra esperanza, que hemos encontrado en el rito del Bautismo, de la fe se espera la vida es eterna la vida verdadera que totalmente y sin amenazas es sencillamente vida en toda su plenitud, Jesús que dijo de sí mismo que había venido para que nosotros tengamos la vida y la tengamos en abundancia y en plenitud, nos explicó también qué significa la vida, esta es la vida eterna que te conozcan a ti el único Dios verdadero y a tu enviado Jesucristo, la vida en su verdadero sentido no la tiene uno solamente para sí, ni tampoco solamente para sí mismo, es una relación en la vida entera es relación con quien es la fuente de la vida, si estamos en relación con aquel que no muere, qué es la vida misma y el amor mismo entonces estamos en la vida, entonces vivimos. Dejemos tocar por la esperanza cristiana y tendremos la seguridad que sólo así, nuestra vida, nuestros proyectos, nuestras preocupaciones personales, sociales, climáticas, geográficas y culturales se verán iluminadas y fortalecidas.
Al recibir en este día los signos de la jornada Mundial de la Juventud, que nos preparan desde ahora para que el gran momento acojamos la cruz con la certeza de que será ella una escuela de la esperanza para todos nosotros, si dejamos que la cruz de Cristo, esté cerca de nosotros tendremos la seguridad que todo será diferente, tendremos la seguridad de que la esperanza cristiana no es solo un deseo, un auspicio, no es optimismo. Para un cristiano la esperanza es espera, una espera ferviente apasionada por el cumplimiento último y cumplimiento de un misterio, el misterio del amor de Dios en el que hemos renacido y en el que ya vivimos, y esa espera de alguien que está por llegar es, Cristo el Señor, que se acerca siempre más a nosotros.
Me alegra que estén reunidos en esta noche, en la cual me hubiese gustado estar pero, por cuestiones del servicio episcopal no me ha sido posible, sin embargo con mucho gusto les imparto a todos ustedes la bendición de Dios, que les acompaño con mis fervientes oraciones por ustedes, por sus amigos y por el éxito favorable de todos sus proyectos. Fraternalmente en Cristo y María, Faustino Armendáriz Jiménez Obispo de Querétaro”.
Antes de terminar todos los jóvenes rezaron la oración para la JMJ, que el Papa Francisco propuso.
Al finalizar el Vicario de Pastoral P. Rogelio, agradeció la presencia de los Sacerdotes Delegados encargados de los jóvenes entre ellos el de Celaya, región Bajío, de la Sierra de Querétaro, de Santa Rosa Jáuregui, y enseguida les dio la bendición para que se encaminaran hacia el Templo de la Cruz de los Milagros.