(CODIPACSQRO) Hoy concluye la magna peregrinación de nuestra diócesis de Querétaro a la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe con tres celebraciones eucarísticas para los ciclistas, las mujeres y los varones.
A lo largo de 17 días han caminado las mujeres, 16 días los varones y 4 días pedaleando los ciclistas. Muchos aventureros son amigos, abuelos, papás, hermanos, sobrinos, tíos o simplemente familias enteras de larga tradición que han impulsado sus antepasados, otros por devoción y aprovechando sus vacaciones para llegar a los pies de la Morenita del Tepeyac y renovar su fe, cumplir con sus promesas y juramentos de años. Todos llegan ahí sí, cansados, exhaustos, enfermos y con ampollas…. su esfuerzo y sacrifico ha valido la pena, no pueden esconder la alegría y el entusiasmo de manifestar con su testimonio que en un pequeño rinconcito de nuestro patria todavía existe el coraje de sentirse hermanos y hermanas guadalupano@s.
Cada día se fueron acercando de muchos lugares de nuestro estado: de la sierra, de los ejidos, de rancherías, pueblos y comunidades parroquiales, todos alentados por sus celosos párrocos que impulsan la misión y evangelización de nuestra Iglesia.
Cuando me dirigía a confesar durante la semana, platicaba con un colega sacerdote y le decía: cada vez me asombro, como México no hay dos, esta hermosa tradición popular y de muchos años, es un verdadero baño de fe que te limpia y purifica para comprometerte más en tu vida cristiana, y no digamos más en nuestra vida sacerdotal. Es admirable ver y presenciar la alegría inigualable que trasmiten las hermanas y los hermanos de nuestra diócesis. Cada uno lleva en el fondo de su corazón sus dolores, sus miserias y sufrimientos del alma, que intentan purificar acercándose a los sacramentos de la reconciliación y eucaristía.
Sin lugar a dudas, los verdaderos beneficiados son los valientes hombres y mujeres que han caminado y orado a lo largo de estos kilómetros, desafiando las inclemencias del tiempo, del cansancio, de la sed y el calor.
Mi sincero reconocimiento a todas las comunidades que han sido verdaderos samaritanos de los peregrinos. Su cariño, su hospitalidad, su servicio generoso y oculto por prodigar y hacer más llevadero su caminar. Dios bendiga sus finuras y detalles con muchas bendiciones.
Nuestra gratitud a todos los seminaristas que con su testimonio siempre fresco impartieron la catequesis en los diferentes grupos mostrando esa bella y cautivadora imagen de la Iglesia y suscitando con su predicación verdaderas conversiones y cambios en el corazón de cada peregrino.
Hoy regresan todos a sus hogares para compartir las experiencias y vivencias que han recibido en estos días. Acojan con amor el mensaje que Cristo les lanza. Deben seguir contagiando y salpicando a sus familias de la frescura de haber hecho este verdadero baño en la fe para poder irradiar el buen olor de Cristo. Que todos los que admiran su intrepidez en la fe se vean igualmente comprometidos en hacer el próximo año este experiencia.
Que la Santísima Virgen sea y siga siendo la compañera de nuestro peregrinar por la vida, sumergidos en la intimidad como Ella para descubrir el maravilloso plan que Dios ha trazado en nuestras vidas. No dejemos que el enemigo de nuestras almas nos robe todos esos buenos propósitos, compromisos, buenos deseos e intenciones que Ella ha dejado como muestra y huella de su amor: “No estoy yo aquí que soy tu Madre”. ¡Hablemos claro!
Luis Ignacio Núñez I. Publicado en «Diócesis de Querétaro» el 20 de julio de 2014