Septiembre 11 de 2015
A los fieles de la Iglesia Católica.
A las autoridades civiles federales, estatales, municipales.
A todas las personas de buena voluntad.
Diversas situaciones han despertado la conciencia de muchos países, gobiernos y personas que favorecen la apertura de su casa, de su comunidad, de su nación, a la acogida generosa a los migrantes, especialmente los que son víctimas de la violencia en su país, de la trata de personas, de las esclavitudes laborales.
Muchos se han expresado a favor de quienes viven estos dramas, llamando a la solidaridad. Así lo han hecho el Papa Francisco y toda la Iglesia. México también se ha sumado, como se ha manifestado en la propuesta presentada por el Senado de la República, y la inmediata reacción de la Secretaria de Relaciones Exteriores. Esto es motivo de esperanza.
En este contexto, queremos compartir algunas preguntas que nos hacemos como Iglesia: ¿Qué significa recibir a los migrantes, sobre todo en situaciones tan especiales? ¿Quién los recibirá? ¿Dónde los alojará? ¿Qué se les ofrecerá como alimento, casa, ropa, atención sanitaria, asesoría legal, orientación psicológica, trabajo, atención desde su credo religioso?
Consideramos que para dar respuesta a estas inquietudes se requiere una acción de la Política Nacional, lo cual implica que las leyes, positivas en general en México, se lleven al máximo de su cumplimiento. También es necesaria una acción coordinada entre todos los órganos y niveles de gobierno, y un trabajo conjunto que sume los esfuerzos de la sociedad civil y de las iglesias.
Todo esto es importante para que, en una plano de corresponsabilidad, gratuidad y apertura, gane la persona, la familia migrante y la nación mexicana, que de esta manera crecerá en su madurez social humanitaria, proclamando, en un mundo globalizado, que el centro no es la economía ni la producción, sino la persona humana, su vida, su dignidad y sus derechos fundamentales. Pues a quienes quiere recibir son a los descartados de una globalización negativa, favoreciendo la positiva globalización de la solidaridad.
¡Bienvenidos hermanos migrantes! ¡Bienvenida la decisión, si se da, del gobierno de México! La Iglesia Católica que camina en esta gran Nación se une a esta decisión, y expresa su voluntad y disposición de participar en esta iniciativa humanitaria.
“Lo que hicieron a uno de estos, los más pequeños, conmigo lo hicieron” (Mt 25, 40).
† Guillermo Ortiz Mondragón
Obispo de Cuautitlán
Responsable de la Dimensión Episcopal de la Pastoral de Movilidad Humana