(CODIPACSQRO) Dando gracias a Dios por los dones recibidos en el Jueves Santo, Mons. Faustino Armendáriz Jiménez, Obispo de Querétaro, inició la santa Misa en la Catedral, acompañado por los 12 apóstoles que en este Año de la Vida Consagrada, fueron representados por religiosos: franciscanos, amigonianos, agustinos, carmelitas, operarios diocesanos…
En su homilía, el pastor diocesano enfatizó que «Jesús nos invita para que siguiendo su ejemplo, nos levantemos de la mesa de nuestras comodidades, nos quitemos el manto de la soberbia, del orgullo y de la indiferencia, nos ciñamos la toalla de misericordia, de la compasión, y sin prejuicio nos arrodillemos para lavar los pies de todos aquellos hermanos y hermanas, que por circunstancias de la vida sufren a causa del pecado, de la corrupción, de las injusticias».
Y agregó: «A veces somos duros de corazón y de mente, nos olvidamos, nos entretenemos, nos extraviamos con la inmensas posibilidades de consumo y de distracción que ofrece esta sociedad. Así se produce una especie de aberración que nos afecta a todos ya que ‘está alienada una sociedad que en sus formas de organización social, de producción y de consumo, hace más difícil la realización de esta donación y la formación de esa solidaridad interhumana´» (cf. EG 196)
Refiriéndose al grupo de apóstoles que le acompañaron en esta Misa, el señor obispo dijo: «He deseado que en esta Misa, el grupo que representa a los Doce Apóstoles y a quienes realizaré el gesto de lavarles los pies, lo constituyan en esta ocasión algunos consagrados, pues me parece que la Vida Consagrada manifiesta el carácter unitario del mandamiento del amor, en el vínculo inseparable del amor a Dios y el amor al prójimo».
Dirigiéndose a todos en general y a los religiosos en particular, que celebran el Año de la Vida Consagrada, convocado por el Papa Francisco, monseñor Faustino puntualizó: «Queridos hermanos y hermanas, todos cristianos y en especial consagrados y consagradas, estamos llamados a lavarnos los pies los unos a los otros. Nuestro compromiso no consiste exclusivamente en acciones o en programas de promoción y asistencia, lo que el Espíritu moviliza no es un desborde activista, sino ante todo una ‘atención puesta en el otro considerándolo como uno consigo'».
Antes de concluir la Eucaristía, el obispo realizó la procesión con el Santísimo Sacramento, para luego colocarlo en el Altar preparado para esta especial ocasión, donde es visitado por los fieles en las horas nocturas del Jueves Santo.
Auxiliadora García Bellorín