“Jesús tomó la firme determinación de emprender el viaje a Jerusalén” Lc 9, 51-62
Este Domingo el Evangelio nos habla del viaje de Jesús a Jerusalén para sufrir su pasión y su muerte, Jesús ha decidido llevar a cumplimiento su misión, es un itinerario largo pero muy pedagógico. Durante el camino, que iremos escuchando domingo a domingo, el Señor ira enseñando a los discípulos la forma de vivir del cristiano.
Envió mensajeros por delante… el Evangelio empieza con esta breve alusión, y de allí se desprende la gran enseñanza. Samaritanos y judíos se odiaban desde el siglo X a.C., cuando el norte se separó del sur después de la muerte de Salomón. Pero el dinero es el dinero. Y los samaritanos actuaban del modo siguiente: a los galileos que atravesaban su territorio camino de Jerusalén no les vendían nada; pero en el viaje de vuelta a Galilea ya no había problema en venderles lo que necesitaran, pagándolo adecuadamente (es lo que ocurre en el evangelio de Juan, cuando los discípulos van a comprar pan al pueblo mientras Jesús habla con la samaritana).
Como Jesús y los discípulos se dirigen a Jerusalén, es normal que no los reciban. Pero Santiago y Juan, que debían pasarse el día tronando (Jesús les puso de mote “los hijos del trueno”), le proponen vengarse haciendo que caiga un rayo del cielo y los consuma. Esta reacción, que nos resulta tan desproporcionada y extraña, se comprende recordando una tradición del profeta Elías. Una vez, el rey de Israel mandó un capitán con cincuenta soldados para que le dijese: “Profeta, el rey te manda que vayas a verlo”. Elías respondió: “Si soy profeta, que caiga un rayo y te mate a ti con tus hombres”. Y así ocurrió. El rey repite la orden con otro capitán y otros cincuenta soldados, que quedan tan chamuscados como los primeros. En el tercer intento, el capitán no ordena nada; se arrodilla ante el profeta y le suplica que perdone su vida y la de sus acompañantes. Elías accede y va a visitar al rey. La moraleja de este relato es que el profeta merece el máximo respeto; y quien no lo respete merece que lo mate un rayo caído del cielo. Así piensan Santiago y Juan. Jesús, el gran profeta, merece todo respeto; si los samaritanos no lo reciben, que caiga un rayo y los parta.
Jesús, que supera a Elías en poder, lo supera también en bondad y ve las cosas de manera muy distinta. San Lucas termina diciendo: Él se volvió y les regañó. ¿Cómo les regañó? ¿Qué les dijo? Algunos textos posteriores ponen en boca de Jesús estas palabras: “No saben a qué espíritu pertenecen”, es decir, “no tienen ni idea de cuál es mi forma de pensar y de sentir”. Y se marcharon a otra aldea.
Le enseñanza de este domingo es muy sencilla pero profunda. El Evangelio de Jesús se propone no se impone, debe quedarnos claro que siempre habrá personas que rechacen abiertamente la forma de vida propuesta por Jesús. Pero el camino de la confrontación nunca será la solución. Hoy nosotros los discípulos-misioneros del Señor debemos aprender el ejemplo del maestro: ante un rechazo, ante una incomprensión, ante una forma de ver la vida distinta al Evangelio, nuestra tarea es seguir dando testimonio “ir a otra aldea” significa seguir perseverando en lo que hemos elegido el Evangelio del Señor. la mejor predicación es nuestra forma de vida. Amén.
+ Faustino Armendáriz Jiménez
Obispo de Querétaro