Domingo V del tiempo ordinario
La vocación de Isaías y la vocación de Simón
Después de la predicación en Nazaret, Jesús predica en las sinagogas de Judea. Hoy el evangelio nos presenta la vocación de los primeros discípulos. Así titulan este episodio la mayoría de las Biblias, aunque el relato de san Lucas podríamos titularlo, con más razón, “La vocación de Pedro”.
San Lucas, gran conocedor del Antiguo Testamento, parece ofrecer en su relato de la vocación de Simón Pedro una relectura de la vocación de Isaías. Al menos es interesante advertir las diferencias.
El escenario. La vocación de Isaías tiene lugar en el ámbito sagrado del templo, con Dios en un trono alto y excelso, rodeado de serafines. La de Pedro, en una barca dentro del lago, rodeado de los compañeros y jornaleros.
La persona que llama. En el caso se Isaías se subraya la majestad y santidad de Dios. A Jesús se lo presenta inicialmente de forma muy humana, aunque capaz de congregar a una multitud y de convencer a Pedro para que vuelva a pescar. Solo después de la pesca advertirá Pedro que se encuentra ante un personaje excepcional.
La reacción inicial del llamado. En ambos casos el protagonista se siente pecador. La reacción de Isaías es más trágica (“estoy perdido”) porque parte de la idea de que nadie puede ver a Dios y seguir con vida. Pedro se reconoce simplemente ante un personaje sagrado junto al cual no puede estar (“apártate de mí”).
La preparación del enviado. A Isaías, un serafín lo purifica como paso previo para poder realizar su misión. Jesús no realiza nada parecido con Pedro. La forma de prepararse es seguir a Jesús. “Dejándolo todo lo siguieron”.
La misión. La liturgia ha suprimido la parte final del relato de Isaías, donde recibe la desconcertante misión de endurecer el corazón del pueblo judío y cegar sus ojos; la misión principal de Isaías consistirá en transmitir un mensaje durísimo. En cambio, la de Pedro será positiva, “pescador de hombres”.
La reacción final del elegido. Aquí no hay diferencia. En ambos casos se advierte la misma disponibilidad, aunque en los discípulos se subraya que lo dejan todo para seguir a Jesús.
La palabra de Dios de este domingo nos recuerda que cualquier vocación sirve para conocer mejor a Jesús. Al llamar Jesús a hombres y mujeres a continuar su misión nos deja claro que Jesús no es un líder popular cuya obra desaparecerá con su muerte; sino que quiere y busca colaboradores que continúen su misión. Cuanto hace falta al mundo de hoy persona convencidas de servir y ser testigos del Evangelio.
Según cuenta el evangelio de Juan, en cierta ocasión comentó Jesús a los discípulos: “La mies es mucha y los obreros pocos. Rueguen al Señor de la mies que envíe obreros a su mies”. Es de los pocos casos en los que Jesús da una orden. En una época como la nuestra, en la que la crisis de vocaciones empieza, en pocos años la notaremos, convendría recordar y poner en práctica este mandato del Señor.