Palabra Dominical: Las visitas de Dios

Domingo IV de Adviento
Del santo Evangelio según san Lucas: 1, 39-45

En aquellos días, María se encaminó presurosa a un pueblo de las montañas de Judea y, entrando en la casa de Zacarías, saludó a Isabel. En cuanto ésta oyó el saludo de María, la criatura saltó en su seno.

Entonces Isabel quedó llena del Espíritu Santo y, levantando la voz, exclamó: «¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a verme? Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de gozo en mi seno. Dichosa tú, que has creído, porque se cumplirá cuanto te fue anunciado de parte del Señor». Palabra del Señor.

 

LAS VISITAS DE DIOS

maríaeisabelEl lugar geográfico en que se desarrolla la escena del evangelio de este domingo, juega un papel importante en el relato: en la montaña de Judá, al oeste de la ciudad de Jerusalén en Ain-Karim (significa la fuente del viñedo), pequeña población situada a unos 7 km de Jerusalén. Estas montañas habían sido recorridas en otro tiempo por el «Arca de la Alianza» que para el pueblo de Israel era el objeto donde residía la presencia de Dios. María es portadora de la presencia de Dios en la persona de su Hijo Jesús. Ha quedado convertida en «Arca de la Alianza».

La presencia del Arca le daba confianza al pueblo. Por eso, cuando sus enemigos se la arrebataban, el pueblo lloraba y temía el abandono de Dios. Con todo esto San Lucas nos quiere decir, en esta visita de María que porta al Señor en su seno, que la presencia de Dios se encuentra en la vida diaria, de tal manera que ahora son mujeres sencillas del pueblo quienes llenas de alegría tocan y rodean el Arca, y no solo los sacerdote.

Las visitas de Dios no son extrañas en la historia bíblica, por eso cuenta que a Dios le gusta hacer visitas, por ejemplo los profetas en el Antiguo Testamento narran como el Señor visitaba con frecuencia a su pueblo, para reiterarle su amor y exigirle a la vez un cambio de conducta. En el Nuevo Testamento, en el cantico de Zacarías se alaba a Dios porque «ha visitado y redimido a su pueblo», además de la visita que describe San Juan cuando señala que Dios «acampo entre nosotros».

Jesús en el seno de María visita, antes de nacer, al Precursor que está en las entrañas de su madre Isabel. María llega a casa de su prima y lo que provoca es alegría en el hogar, lo cual lo expresa Isabel diciendo que «la criatura salto en su seno». Este es el fruto siempre del encuentro con Jesús, en donde hay un corazón o una familia que le acoge: la alegría.

María va como misionera, ya que no se queda en silencio ante aquella familia, sino que canta su experiencia de Dios, la comparte con el gozo de quien lleva en su corazón al Señor. Este cantico del Magníficat, mezcla de inspiración personal y de expresiones del Antiguo Testamento, que la Iglesia ha conservado como plegaria oficial del agradecimiento.

Cuando Dios hace una visita nos quiere señalar que para él todos somos importantes y viene a mostrarnos el camino de nuestra salvación. Siempre nos trae buenas noticias y en este Ano de la misericordia su gracia, perdón y comprensión son el mejor regalo.

Nos preparamos para revivir la visita del Señor a la tierra. En Navidad, Dios nos demuestra que para él, tú y todos somos importantes para Él, trayéndonos buenas noticias, y que vale la pena seguir luchando y esperando.

† Faustino Armendáriz Jiménez
Obispo de Querétaro