En aquel tiempo, como el pueblo estaba en expectación y todos pensaban que quizá Juan el Bautista era el Mesías, Juan los sacó de dudas, diciéndoles: “Es cierto que yo bautizo con agua, pero ya viene otro que es más poderoso que yo, a quien no merezco desatarle las correas de sus sandalias. Él los bautizará con el Espíritu Santo y con fuego”. Sucedió que entre la gente que se bautizaba, también Jesús fue bautizado. Mientras éste oraba, se abrió el cielo y el Espíritu Santo bajó sobre él en forma sensible, como de una paloma, y del cielo llegó una voz que decía: “Tú eres mi Hijo, el predilecto; en ti me complazco”. Palabra de Dios.
En este evangelio San Lucas nos narra el Bautismo del Señor y aparecen dos aspectos esenciales que caracterizan esta breve narración: la venida del Espíritu Santo y la proclamación sobre Jesús, el Hijo amado de Dios. Esta descripción del Bautismo ofrece la ocasión para hablar de la unción del Espíritu Santo sobre Jesús en un momento de oración; con la efusión del Espíritu Santo inicia el tiempo del Mesías , que bautizará en el Espíritu, porque sobre el desciende el Espíritu de manera plena y definitiva.
Esta teofanía o manifestación viene asociada a la oración de Jesús; es necesario señalar que en la tradición bíblica la oración precede a las revelaciones divinas, de tal manera que aquí, esta extraordinaria manifestación es un punto de referencia importante en la vida de Jesús y de sus seguidores.
Esta celebración es una oportunidad para reflexionar de nueva cuenta en nuestro compromiso como bautizados, porque hemos sido ungidos por el Espíritu para una misión de gran responsabilidad como discípulos de Jesús; sin embargo, antes hemos de escuchar lo que nos propone el “Hijo amado”, es decir estar con Él para lanzarnos a realizar lo que Él hizo, ser anunciadores de la Buena Noticia del Evangelio.
El bautismo, como todos los sacramentos es un signo eficaz de la gracia de Cristo para salvación de la humanidad y son administrados estos signos del amor de Dios en la Iglesia católica, con el fin de ser instrumentos de santificación de todos los fieles. Este sacramento nos hace sumergirnos en el agua viva del Espíritu, nos introduce en esa puerta que Cristo nos abre para entrar a una nueva vida, la vida en el Espíritu. Esta vida requiere de los demás sacramentos para irse fortaleciendo en cada una de las etapas de la vida, en que tenemos la posibilidad de tener los auxilios divinos, o gracias espirituales que posibilitan que realicemos cada uno nuestra vocación y misión de manera eficiente o fructífera.
Los bautizados tenemos toda la fuerza de Dios, como Jesús, para realizar la misión que a partir de nuestro bautismo y con la conciencia de nuestra identidad de hijos de Dios, necesitamos para ser piedras vivas en la edificación del Reino de Dios en la realidad en que cada uno de nosotros vivimos. Por ello en la medida que renovemos nuestro ser de bautizados y lo hagamos en comunidad, podremos contribuir a impulsar la fundamental tarea de la Iglesia que es evangelizar como discípulos misioneros. El Catecismo de la Iglesia Católica puntualiza que “El Santo Bautismo es el fundamento de toda la vida cristiana y la puerta que abre a los otros sacramentos… llegamos a ser miembros de Cristo y somos incorporados a la Iglesia y hechos partícipes de SU MISIÓN” (n. 1213).
Esta es la razón que tenemos para seguir los pasos de Jesús cuando nos ordena: “Vayan y hagan discípulos”, esta es la referencia para sentirnos TODOS comprometidos en la misión. Tenemos el Espíritu Santo para realizar literalmente lo que Él nos pide, ser misioneros con el ardor propio del seguidor de Jesús. La Iglesia se fortalecerá en el dinamismo misionero sólo si TODOS asumimos el compromiso. Tenemos que continuar con esta tarea, alguno iniciarla, en medio de un escenario de “desertificación espiritual” que el Papa Benedicto XVI ha señalado en el pasado Sínodo de Obispos sobre la Nueva Evangelización.
¡La tarea no es de unos cuantos, es de TODOS LOS BAUTIZADOS!: ser misioneros del amor, de la caridad.
† Faustino Armendáriz Jiménez Obispo de Querétaro