IV Domingo de Pascua
Del santo Evangelio según san Juan 10, 11-18
En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos: «Yo soy el buen pastor. El buen pastor da la vida por sus ovejas. En cambio, el asalariado, el que no es el pastor ni el dueño de las ovejas, cuando ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; el lobo se arroja sobre ellas y las dispersa, porque a un asalariado no le importan las ovejas.
Yo soy el buen pastor, porque conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí, así como el Padre me conoce a mí y yo conozco al Padre. Yo doy la vida por mis ovejas. Tengo además otras ovejas que no son de este redil y es necesario que las traiga también a ellas; escucharán mi voz y habrá un solo rebaño y un solo pastor.
El Padre me ama porque doy mi vida para volverla a tomar. Nadie me la quita; yo la doy porque quiero. Tengo poder para darla y lo tengo también para volverla a tomar. Este es el mandato que he recibido de mi Padre». Palabra del Señor.
La bondad, clave para ser Buen Pastor
El evangelio nos presenta la imagen de Jesús como Buen Pastor, el Mesías que realiza su tarea con delicadeza y con amor hasta el extremo. En el Antiguo Testamento Yahvé es denominado como Pastor; pastores se les llamaban también a quienes como Moisés y David asumían en el nombre de Dios funciones de guía, de gobierno y de defensa del pueblo elegido. Pero también en momentos de crisis de fe del pueblo, cuando los responsables del pueblo se comportan infieles en su misión, Yahvé los rechazaba y les anunciaba el envió de un verdadero pastor en la persona del Salvador, del Mesías. Hoy el mismo Jesús presenta la misión de Pastor que su Padre le ha encomendado.
Esta comparación de Jesús como Pastor ayuda a conocer el rostro de Dios en Jesús, de tal manera que toda su vida pública es de una donación total, viviendo entregado totalmente a los demás, a sus ovejas. El conocimiento del rebaño es la razón de su bondad; este conocimiento no es especulativo, sino fruto de la donación por los demás y de intimidad con el Padre; quien da la vida se autentifica como señor de la grey; quien conoce a Dios conoce a su grey. La entrega libre de la vida y el conocimiento que se logra por convivencia son los rasgos que caracterizan la bondad de Jesús Buen Pastor; por ello es importante subrayar hoy, que una vida cristiana que no sepa disfrutar de la cercanía de Jesús no es auténtica y preguntarnos si pertenecemos, efectiva y afectivamente al grupo o comunidad bajo los cuidados de Cristo Pastor.
Jesús Buen Pastor llega a declararse dispuesto a perder la vida antes que perder el rebaño; por eso es bueno como pastor, porque prefiere convivir con nosotros a vivir solo él, porque antepone a perder su vida antes que exponerse a perdernos. No es como el pastor asalariado que vive de sus ovejas arrebatándole lo poco que tienen y lastimándolas de maneras diversas, más aun que las abandona cuando ve peligrar su propia vida. Jesús paga el precio de ser Buen Pastor, dando la vida por nosotros. Su bondad nos la ha demostrado pagando con su propia vida. Saberse apacentados por Jesús lleva a vivir sin temor la propia vida, sabiendo que nuestro presente está en sus manos y que nuestro futuro y salvación también, por quien amó su vida menos que la nuestra.
Quien da la vida por el otro no engaña, no se aprovecha del otro. Dar la vida es querer hasta el extremo; el asalariado es el que se siento pleno de poder y que le sirve para servirse, no para servir a los demás. Aquel que es la vida, da la vida por nosotros.
Una invitación: valorar el amor de Dios hasta el extremo que entrega a su propio Hijo para que tengamos vida y compartirlo en la misión.
Les invito a unirnos a todo México que ora permanentemente por la vida: “Gracias, Padre bueno, por el don de la vida que nos has concedido. Te pedimos que la podamos vivir y ayudar a vivir, hasta la plenitud de Cristo. Concédenos que en nuestra Patria nos conduzcamos mediante leyes sensatas, que reconozcan, respeten, defiendan y promuevan toda vida humana, desde su concepción hasta su término natural”. Virgen María de Guadalupe, Madre de la Vida, ruega por nosotros.
† Faustino Armendáriz Jiménez
Obispo de Querétaro