Palabra Dominical: El mejor templo, el cuerpo de Cristo vivo

Domingo de la Dedicación de la Basílica de Letrán
 

Del santo Evangelio según san Juan: 2, 13-22

templo-fanoCuando se acercaba la Pascua de los judíos, Jesús llegó a Jerusalén y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas con sus mesas. Entonces hizo un látigo de cordeles y los echó del templo, con todo y sus ovejas y bueyes; a los cambistas les volcó las mesas y les tiró al suelo las monedas; y a los que vendían palomas les dijo: «Quiten todo de aquí y no conviertan en un mercado la casa de mi Padre».

En ese momento, sus discípulos se acordaron de lo que estaba escrito: El celo de tu casa me devora. Después intervinieron los judíos para preguntarle: «¿Qué señal nos das de que tienes autoridad para actuar así?». Jesús les respondió: «Destruyan este templo y en tres días lo reconstruiré». Replicaron los judíos: «Cuarenta y seis años se ha llevado la construcción del templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?».

Pero Él hablaba del templo de su cuerpo. Por eso, cuando resucitó Jesús de entre los muertos, se acordaron sus discípulos de que había dicho aquello y creyeron en la Escritura y en las palabras que Jesús había dicho. Palabra del Señor. 

 

El mejor templo, el cuerpo de Cristo vivo

Hablar dela Basílica de Letrán es referirnos a una de las cuatro basílicas más importantes de Roma y considerada Iglesia madre y cabeza de las iglesias de la ciudad  y del mundo entero. Esta basílica es la Catedral del Papa y de entre todas las iglesias de Occidente es  la primera en antigüedad y en dignidad, ya que fue construida por el emperador Constantino en el año 320. En la fiesta de hoy recordamos que el ministerio del sucesor de Pedro, el Papa,  constituye para el pueblo el principio y el fundamento de la unidad. La celebración de hoy se trata de una fiesta de aniversario de la primera catedral cristiana del mundo y celebrando la festividad de su dedicación, recordamos la dedicación a Dios de todas las iglesias del mundo católico y meditamos en el significado y valor del templo en la vida de los pueblos.

Además, nos recuerda que todos estamos construidos sobre el mismo cimiento de Jesucristo y cada uno de nosotros participamos en la construcción de la Iglesia. Por eso San Agustín decía: “Cuando recordemos la Consagración de un templo, pensemos en aquello que dijo San Pablo: ‘Cada uno de nosotros somos un templo del Espíritu Santo’”.

Y precisamente el evangelio resalta la sustitución del templo. San Juan nos quiere decir en su evangelio que con Jesús se inaugura un tiempo nuevo en las relaciones del ser humano con Dios. El reemplaza el templo antiguo y se presenta como el verdadero templo, como el verdadero lugar de encuentro de lo divino y lo humanos; esto solo será entendido a la luz de la resurrección y del Espíritu Santo. La actuación de Jesús en el templo de Jerusalén puso en guardia a muchos en su tiempo, frente a posibles ambigüedades y manipulaciones de lo cultual.

Jesús fustiga en el templo, y esa es la reacción de Jesús cuando se busca hacer de la casa de Dios, no un lugar de oración sino un lugar donde se manipula lo sagrado. Esa es la reacción de Jesús ante quienes no respetan lo divino ni lo humano y ante quienes todo lo supeditan a sus propios intereses.

Todos los templos, incluido el nuestro, tienen que ser lugares santos, casa de oración, ámbito del encuentro con Dios, sitio para pedir perdón y celebrar su amor, y ser enviados a transformar el mundo. Jesús defendió con valentía el honor del  templo y les señala: “Destruyan este templo”, expresión que seguramente no entendieron, aunque San Juan nos aclara el enigma al decir, “se refería al templo de su propio cuerpo”. Dios quiere habitar en nuestro templo.

El verdadero templo, el único lugar del encuentro con Dios es Jesucristo. Él es el templo. Él es el rostro visible de Dios. Él es el sacramento del encuentro con el padre. Él es el que vive y nos hace vivir cristianamente. Cristo nos convierte también a nosotros en templo del Espíritu.

De ninguna manera se puede ser cristiano uno solo. La comunidad de los creyentes somos la Iglesia, el Cuerpo de Cristo, su templo congregado para alabar y celebrar a nuestro Salvador.

Dios quiere que celebremos a Jesucristo, el Señor, todos juntos, con casa llena, en familia. El domingo, día del Señor, día de la cita en la casa de oración, somos invitados, los padres y los hijos, los amigos y los enemigos, los que van siempre y los que nunca van, a celebrar el amor y la reconciliación y a formar juntos el gran templo, el mejor templo, el Cuerpo de Cristo vivo. Signo de la presencia de Cristo en medio de nosotros.

El templo, casa de oración y encuentro con el Señor. ¡Hagamos del templo una casa de oración! ¡Hagamos de nuestro templo una casa de adoración y morada del Espíritu!

 

† Faustino Armendáriz Jiménez
Obispo de Querétaro