DOMINGO DE LA TRANSFIGURACIÓN DEL SEÑOR
El día de hoy la Sagrada Liturgia dominical nos invita a celebrar la Fiesta de la Transfiguración el Señor, en la cual contemplamos el misterio de Cristo que nos muestra de manera anticipada el misterio pascual y el futuro de la humanidad, es decir, el misterio de la gloria celeste.
San Mateo nos relata la visión de dicho acontecimiento con la intención de ayudarnos a comprender que la Transfiguración es anticipación de la resurrección, pero esta presupone la muerte. Jesús manifiesta su gloria a los Apóstoles, a fin de que tengan la fuerza para afrontar el escándalo de la cruz y comprendan que es necesario pasar a través de muchas tribulaciones para llegar al reino de Dios.
Del texto (Mt 17, 1-9) considero importante resaltar tres aspectos que nos pueden ayudar a comprenderlo mucho mejor:
El primero: Jesús se lleva consigo a tres de sus discípulos. Jesús ‘escoge‘ y ‘hace subir’ sólo a tres, porque se trata de un acontecimiento importante; quiere que ellos tres san testigos privilegiados de aquello que vendrá después de la resurrección. Así es Dios, él escoge a su gente. Sabe muy bien seleccionar a las personas a quienes les quiere mostrar su realidad, su ser. Selecciona a quienes desea compartirles su divinidad. Hoy el Señor sigue seleccionando a algunos y los hace subir al monte. Esto sigue ocurriendo hoy en la vida de la Iglesia. En el Bautismo, el señor nos selecciona y nos hace subir con él al monte. Nos trasfigura y nos hace participes de su divinidad. Desea que seamos testigos privilegiados de aquello que es capaz de llevar al ser humano a su plenitud. Nos envuelve de su luz y nos hace hijos de la luz.
El segundo: Pedro hace una súplica: “Señor, ¡qué bueno sería quedarnos aquí”. La realidad divina nos interpela y nos hace responder. No podemos quedar indiferentes ante las iniciativas de Dios. Necesariamente su fuerza y su gracia quenos permiten experimentar lo grande y hermoso, propician en nosotros una respuesta. Sin embargo, muchas veces esta respuesta no es concorde con al voluntad de Dios. La respuesta de Pedro, parece una respuesta lógica y oportuna, pero por el contexto en que se da, nos señala que no es lo más conveniente. Lo más conveniente por ahora es que el Señor lleve a cabo la obra de la redención, incluso al precio del escándalo de la cruz. Esto nos enseña que debemos estar atentos para que la respuesta a las incitativas y propuestas del Señor, sean lo más acorde y oportunas al proyecto de Dios y de salvación, que la final de cuentas siempre serán en bien de la humanidad, de nosotros mismos.
El tercero: la nube luminosa y la voz. La voz del Padre, que resuena desde lo alto, proclama que Jesús es su Hijo predilecto, como en el bautismo en el Jordán, añadiendo: “Escúchenlo” (Mt 17, 5). Para entrar en la vida eterna es necesario escuchar a Jesús, seguirlo por el camino de la cruz, llevando en el corazón, como él, la esperanza de la resurrección. Es de vital importancia comprender entonces que la voz de Dios que se manifiesta, incluso de manera cosmológica, hoy es para todos nosotros el factor más importante en la fe y en nuestra relación con Dios. Oyentes de la voz de Dios si queremos estar en sintonía con él. En la voz del cielo e fundamenta la autoridad de Jesús. Que cada uno de nosotros nos convirtamos en asiduos oyentes de la voz del cielo de tal manera que nuestra vida y nuestro hacer sean concordes con el querer de Dios.
Que esta fiesta nos anime para que sea tomemos conciencia de la elección que el Señor ha hecho de cada uno de nosotros para participar de su gracia y que la asidua escucha de su palabra, nos permita descubrir su voluntad y lo que mejor conviene para nuestra salvación.