En una fiesta de la Sagrada Familia, esperamos que las lecturas nos animen a vivir nuestra vida familiar. Y así ocurre, veamos como:
El libro del Eclesiástico insiste en el respeto que debe tener el hijo a su padre y a su madre; en una época en la que no existía la Seguridad Social, “honrar padre y madre” implicaba también la ayuda económica a los progenitores. Pero no se trata sólo de eso; hay también que soportar sus fallos con cariño, “aunque chocheen”.
El Evangelio que escuchamos es un poco extraño, pues los personajes principales son dos desconocidos: Simeón y Ana. A José ni siquiera se lo menciona por su nombre (sólo se habla de “los padres de Jesús” y, más tarde, de “su padre y su madre”). El niño, de sólo cuarenta días, no dice ni hace nada, ni siquiera llora. Sólo María adquiere un relieve especial en la bendición que le dirige Simeón. Pero hay un detalle que Lucas subraya hasta la saciedad: cuatro veces repite que es un matrimonio preocupado con cumplir lo prescrito en la Ley del Señor. Este dato tiene enorme importancia. Jesús, al que muchos acusarán de ser mal judío, enemigo de la Ley de Moisés, nació y creció en una familia piadosa y ejemplar. El Antiguo y el Nuevo Testamento se funden en esa casa en la que el niño crece y se robustece.
Aprendamos de la familia de Nazaret que en medio de su vida ordinaria busca siempre cumplir la voluntad de Dios, eso significa que San José y la Virgen María tenían claro cuál era la forma en que Dios quiere que se viva. Cuando hay claridad en las prioridades de la vida no hay peligro de perderse, de gastar fuerzas y recursos en cosas que nos edifican. En este tiempo de Navidad, dediquemos un tiempo para hacer una reflexión familiar, donde con serenidad podamos determinar con claridad cuáles son nuestras prioridades como familia. Que nuestras familias sean un lugar donde se busque hacer la Voluntad de Dios, pues solo así cada uno de nosotros podremos ir creciendo en sabiduría, estatura y gracia. Que el centro de nuestra familia sea siempre Cristo, de tal manera que sea un Sagrada Familia.
Feliz Año Nuevo y muchas bendiciones.