PALABRA DOMINICAL: DOMINGO 5º DE PASCUA, Jn. 14, 1 – 12, EL CAMINO.

 

EL CAMINO

Hoy Jesús nos da una lección para orientar nuestra vida, ya que se pueda dar el problema de quienes viven extraviados, o todavía mas grave, vivir sin camino. Podemos movernos mucho, hablar, organizarnos e ir siempre corriendo, pero ir a ninguna parte. Se puede vivir girando en torno a si mismo y a los pequeños o grandes intereses, de tal manera que no se conoce la alegría del que se renueva y crece. Así la vida transcurre sin dirección ni horizonte. No se conoce lo que es extraviarse  ni reencontrarse. De esta manera la vida se reduce a andar y desandar, y no se tiene la experiencia de saberse guiados, sostenidos, ayudados. Es aquí donde podemos darnos cuenta que no hemos descubierto plenamente a Cristo como el camino que hay que recorrer para descubrir la verdad y la vida. Más aun nos puede suceder lo que experimento Felipe y que Jesús se lo aclara, “tanto tiempo hace que estoy con ustedes y no me conocen”. Tanto tiempo de hablar de Jesús, de tratar a Jesús, y no conocer a Jesús, como fruto de un encuentro con El, de tal manera que se sienta la necesidad de proclamarlo con alegría y de compartirlo con sencillez a los demás.

La revelación que Jesús les hace, y que entenderán más adelante, es que el problema no es donde hay que ir, sino con quien y a quien hay que permanecer unidos en fidelidad. Jesús tendrá que insistir en que permanezcan fieles a su mandato. Estando con El, están con el Padre. Estando con El, llegaran donde tienen que llegar porque el Padre esta donde Él está. Todo esto lo resume Jesús en una formula fácil de retener: “Yo soy el camino, la verdad y la vida”.

La tentación hoy es querer emprender “caminos novedosos” para ir a Dios al margen del que es la verdad “el camino”, el Hijo. Nadie llega al Padre si no es por el Hijo. Por ello tenemos que proclamarlo con contundencia que es el Hijo el único camino, la única verdad y la única vida.

La invitación es a lanzarnos al camino de Jesús. Es el momento concreto para ir construyendo la relación hogareña con Dios. Jesús se nos ha hecho camino para el acceso a Dios. Por Jesús conocemos como es Dios: viendo como nos perdona, como nos acompaña, como se mezcla en nuestra vida, como hace suyo nuestro destino sabemos que Dios nos ama y perdona sin condiciones, así sabemos que anda todos nuestros caminos incluso los extraviados, y nos llena de gozo el que podamos recorrer el mismo camino que el recorrió, siempre y cuando se viva esa experiencia profunda   de quien le ha aceptado como su camino, en la vida personal como en la vida familiar. Todo esto con una fe cada vez más fortalecida por la oración y la formación que todos necesitamos.

En el texto Jesús hace entender a Felipe lo que le falta, y creo que a nosotros también, es una mirada iluminada por la fe. Lo que falta a Felipe, y también a nosotros, es el conocimiento profundo del Maestro. Lo que necesitamos no son visones, sino una fe capaz de mostrar cosas maravillosas; el Señor lo resalta diciendo, “El que cree en mí, también el hará obras que yo hago, y aún mayores”.  Tenemos que creerle al Señor.