Jesús, pastor y puerta
Estamos en la mitad del tiempo pascual. Hasta ahora los evangelios dominicales han sido un relato de las apariciones. Desde hoy se nos presenta quien es el resucitado en la comunidad de los creyentes. Las respuestas son: yo soy la luz, yo soy pastor, yo soy camino, verdad y vida. Hoy Jesús dice a los suyos, yo soy el buen pastor, yo soy la puerta.
Todas las metáforas del buen pastor son claramente aplicables a Jesús. En el Antiguo Testamento los malos pastores fueron los líderes del pueblo. Por ser malos, asumió Dios la tutela proteccional de su pueblo. Una primera imagen opone el pastor al ladrón. Normalmente llega el pastor por la mañana abre la puerta del redil y guía al rebaño a buenos pastos de vida. Por la tarde regresa, lo deja protegido durante la noche y cierra la puerta hasta la mañana siguiente.
Jesús es el pastor que guía. Es al mismo tiempo la puerta por la que Dios bien a los hombres y a través de la cual tienen los hombres acceso a Dios. Él es la vida y al mismo tiempo la puerta para entrar en la vida.
Jesús es pastor: el no intenta sorprendernos, sino darnos vida. Entra por la puerta llama a las suyas por su nombre, las acá fuera, va delante; las ovejas le siguen porque conoce su voz. El buen pastor a compaña a los creyentes en su libertad de vivir y comprometerse con la vida de los demás. La relación que establece con ellos no es de tipo jurídico, ritual o doctrinal, y mucho menos de criado a señor. Es una relación vital.
Jesús es la puerta: la puerta es una parte importante de la casa. Sirve para entrar y salir, para permitir el acceso a alguien o para excluirle de nuestra intimidad. Por metáfora se habla de las puertas del corazón o del alma por la que damos acogida a nuestro afecto a alguien o le excluimos de él. Hay puertas cerradas o abiertas. Lo mismo sucede con nuestros corazones.
Cuando Jesús dice “yo son la puerta”, habla de una puerta abierta por la que es posible entrar o salir, es posible el paso en dos direcciones. En la comunidad de los creyentes se entra por Jesús. Al Padre se llega por Jesús. Jesús es, si, la puerta de acceso a Dios. No es un avasallador. Sin libertad no hay encuentro ni cercanía con Jesús. Por Jesús, puerta para Dios, no se entra a empujones, solo pro libertad, solo los que quieren y los que le quieren. En el grupo de los que creen en él se entra, se está y se sale con libertad, sin coacción.
No se entra al aprisco para encerrarse en un gueto. Se entra y se sale con libertad. Es una comunidad donde el creyente encuentra la compañía, la fuerza y la consistencia para vivir referenciado, consolidado en su fe y con fuerza para salir al exterior y vivir con alegría. Con Jesús como puerta entras libremente porque su voz te interesa, porque su buena nueva es tu alimento.
Somos parte de la comunidad de creyentes, y Jesús nos guía como pastor, y nos hemos congregado en comunidad porque hemos entrado por Jesús, porque nos atrajo su voz; y en esa comunidad del Buen pastor vivimos acompañados unos con otros, no aislados sino alimentados en el camino por el pan de su Palabra.
No tengamos miedo, Jesús es nuestro Buen Pastor.