Mt 25, 1-13.
“Estén preparados”
En el evangelio de este domingo, san Mateo nos explica cómo debemos entender el Reino de los cielos. “El Reino de los cielos es semejante a aquellas diez jóvenes que tomaron sus lámparas salieron al encuentro del esposo”.
Las diez jóvenes, cinco de ellas eran necias y cinco prudentes, representan a la comunidad cristiana que son portadores de la luz, recordemos que Jesús había encargado a sus discípulos ser la luz del mundo (cf. 5,14), La necedad o prudencia se desprende de la preparación o de la falta de esta.
Dios había prometido por medio de sus profetas que volvería para restaurar su reino (cf. Is 54,5; Jr 31,32; Os 2,16) el Señor Jesús también había anunciado su retorno glorioso que traería alegría y plenitud a la comunidad, “en aquel día el Señor preparara un festín con platillos suculentos y manjares sustanciosos” (Is 25,7). Pero estas profecías aún no se habían cumplido y por el contrario la comunidad cristiana enfrentaba distintas dificultades como las perecuaciones y la opresión de los romanos. El retraso en la llegada del banquete nupcial había desanimado a muchos cristianos.
El evangelista pretende conseguir un doble propósito: mantener viva la certeza del retorno del Señor e indicar una sana sugerencia sobre cómo comportarse durante el tiempo de la espera. Los peligros existen, el sueño y el desánimo sin duda llegarán, por eso la parábola ofrece la sabía enseñanza de estar preparados ante cualquier eventualidad. Olvidarse del Señor y de su venida gloriosa sería una condena a vivir sin esperanza y llenos de frustraciones. La Comunidad Cristiana debe ser portadora de la luz esperanzadora cuando en la espesa oscuridad de la noche el sueño se intensifica, la Iglesia debe mantener encendida su lámpara con el aceite necesario hasta la llegada del Señor.
Nuestras comunidades parroquiales deben ser cómo esas jóvenes prudentes que conocedoras de los peligro y desánimos que se presentan en la actualidad, prevén el aceite necesario para mantenerse fieles a las promesas del Señor. Invito a todos los fieles a que con ánimo renovado estemos preparados para madrugar cada mañana en búsqueda de la Sabiduría Divina que nos alienta a seguir esperando en medio de las sobras desalentadoras, pues cuando la noche es más oscura más se acerca a su final. Deseo que el mensaje de esperanza de este domingo que nos recuerda que el Señor llegará para cumplir lo que ha prometido nos anime a estar vigilantes y comprometidos por vivir con alegría nuestro presente, que las lámparas que cada cristiano ha recibido nunca se vean atenuadas sino antes bien puedan ellas iluminar a quienes caminan sin esperanza.
Para transformar a nuestra sociedad, necesitamos estar preparados fortaleciendo la virtud de la Esperanza que nos sigue moviendo a construir el Reino de Dios.