Parroquia San Pedro y San Pablo Cadereyta, Qro. 03 de julio de 2021.
En un ambiente muy festivo y lleno de júbilo, la Parroquia de San Pedro y San Pablo Cadereyta, Qro, recibió a Mons. Fidencio López Plaza, X Obispo de la Diócesis de Querétaro, el día 03 de julio de 2021.
Quien presidió la Santa Eucaristía en la cual confirió el sacramento del orden al Diácono Damián Almaraz Almaraz, mediante imposición de manos y la unión con el santo crisma, signo de la consagración de la persona en su totalidad a Cristo y a la Iglesia.
El señor Obispo en el momento de la homilía les compartió diciendo: “Hemos venido a este lugar para agradecerles el regalo que hacen de uno de sus hijos a la iglesia, para reconocer que sean excelentes cristianos y entre ellos también a muchos sacerdotes, entre otros el padre Julián Reséndiz, el padre Luis Miguel Pintor, el padre Alfonso Torres, el padre Damián en unos momentos, felicidades iglesia bajo el patrocinio de San Pedro y San Pablo.
Hoy terminamos una semana marcada por la ordenación sacerdotal de siete diáconos, los pueden distinguir por su ornamento similar, son seis y ahora dentro de un momento también será revestido el diácono Damián, los siete diáconos han manifestado que la misericordia de Dios atraviesa su genealogía, se han reconocido imperfectos, pero necesitados del amor de Dios y de sus hermanos.
Nosotros lo hemos podido ver, que los grandes desafíos los han hecho más humildes y por eso también generadores de esperanza, cada uno y los siete juntos han logrado provocar sueños y manifestarse como protagonistas de una nueva etapa evangelizadora, con la marca de la alegría y de la sinodalidad, consideró que esto no es casual ante la enorme riqueza de ministerios y carismas que existen en nuestra diócesis, el gran desafío es caminar juntos.
El diácono Damián no ha elegido las lecturas para su ordenación sacerdotal, como sus demás compañeros, la santa madre iglesia lo ha hecho por él, la iglesia como madre amorosa ha tenido en cuenta los siete días de ordenaciones sacerdotales.
El evangelio que hemos proclamado con ocasión de la fiesta de Santo Tomás Apóstol dice: “que Jesucristo resucitado, el primer día de la semana, se presentó en medio de sus sacerdotes recién ordenados, dice que estaban encerrados y que tenían mucho miedo y en este contexto se presenta con tres saludos, acompañado cada uno de un signo y de una reacción, que van revelando progresivamente la identidad de los sacerdotes de una nueva etapa evangelizadora.
Veamos el primer saludo: “La paz esté con ustedes”, en este saludo Jesús resucitado sintetiza su vida, su misión, su más genuina identidad y la manera como en adelante podrán reconocerlo a él, y a sus sacerdotes, la paz no es un adorno del pueblo sacerdotal, es parte de nuestra identidad más profunda y original, que se consigue sólo teniendo como centro a Jesús, después saludo bien el signo, Jesús les muestra las manos y el costado para que comprendan por lo menos tres cosas.
Primero: “el amor de Dios hasta el extremo, segundo: que el costo de la Paz es la no violencia y tercero: que el amor deja huella, por eso después del saludo les muestra las manos y el costado para dejarlos en la contemplación mística de este hermoso misterio de nuestra vida; en este sentido me paré son significativos los símbolos que decoran los ornamentos de los nuevos sacerdotes, atrás de este ornamento que tenemos en común está un pelícano y por delante un Cordero Pascual, para recordarnos que lo primero que atrajo a Andrés y a Juan, fue el “Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”.
Cuando leemos este pasaje, nos miramos más, nos quedamos más en que se fueron con el olvidamos que lo primero que nos atrajo fue el “Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”, para que no olvidemos que no se puede ser buen pastor, si antes no somos verdaderos corderos, las espigas de trigo y el racimo de uvas, para recordarnos la parábola del grano de trigo y que el sacerdote está llamado a ser eucaristía, en la vida diaria un ser para ser comido.
La reacción ante el primer saludo fue que inmediatamente se llenaron de alegría y se convirtieron en testigos, quién ha experimentado el encuentro de Jesús, ha descubierto la alegría y la belleza de la vida plena y siente la necesidad de contarlo a otros, contágialo, que vive no se queda mudo.
Segundo saludo: “la paz esté con ustedes”, después del saludo viene el signo, ahora sopla sobre ellos y les regala el Espíritu Santo, luego viene el envío, “como el padre me ha enviado, así los envío yo, a quienes les perdonen los pecados, les quedarán perdonados y a quienes se los retengan les quedarán retenidos”, para recordarles que se trata de la nueva creación, que el Espíritu Santo es el señor y dador de vida, que Jesucristo es el nuevo Adán, el nuevo hombre para una nueva humanidad y que la misión de los confirmados, como cristiano, que nada hay en la inteligencia que no pase por los sentidos y para que entendamos, que en adelante sólo tocando las llagas de Jesús en nuestros hermanos sufrientes, podremos ser discípulos misioneros de la paz, de la misericordia a la manera de Jesús.
La reacción de los discípulos, la reacción de Tomás fue hermosa, fue una hermosa profesión de fe “señor mío y Dios mío”, es como otra manera de decir “señor apártate de mí, que soy un pecador, o también perdóname, porque te buscaba en soledad, pero ahora me has enseñado que vives en la comunidad.
Finalmente, hermanas y hermanos, les invito a vivir la comunión, entonando la letanía de los santos y recordando el himno que todos los que hemos pasado por el seminario hemos cantado: “Es nuestro afán, hasta el altar bendito al fin llegar, la dulce voz siguiendo del Buen Pastor, por él morir luchando, Dios nos conceda.» Que así sea.
Al terminar Mons. Fidencio les dio la bendición, pasaron a la convivencia fraterna que para esta ocasión se preparó en un ambiente festivo y bendecidos por la lluvia.