Nuevo Año 2014 y los sentimientos encontrados

Se perciben sentimientos encontrados cada vez más acentuados entre nuestra población, sobre todo en este tiempo de fin de año, con festividades religiosas de gran tradición para la Iglesia Católica y  las expectativas con las que se quiere recibir el nuevo año del 2014. Todo esto en un ambiente de tensiones por la situación que se vive en el país. Por una parte el entusiasmo propio de las fiestas decembrinas que nos mantienen ocupados escapando, si bien momentáneamente, de las problemáticas de todos los días, a pesar de que las crisis cada vez arrecian, se hace el tiempo y el espacio para tratar de sacudirse el peso de proyectos que en nada benefician a los que apenas pueden sobrevivir, como son la gran mayoría de la población, resistiendo principalmente, a través de los hilos de las relaciones familiares para lograr conseguir nuevas fuerzas y hacer frente a las amenazas de un futuro incierto.

Los mejores deseos para el año nuevo, es uno de los anhelos generalizados, sobre todo, la salud personal y familiar, como la prosperidad, es lo que permea en la sociedad en estos días, pero, por otra parte, reina la incertidumbre y el desencanto por el ambiente enrarecido de la convivencia social, en gran medida, por las políticas públicas que son poco o nada esperanzadoras  para la mayoría de los más de cien millones de habitantes en nuestro país, que se debaten en la pobreza y en las escasas oportunidades para mejorar sus condiciones de vida, pero eso sí, resistiendo y tratando de ir más allá de la sobrevivencia a la que se han visto sometidos.

Esta tensión social por los sentimientos encontrados, tienden a inconformarse con quienes son responsables de las políticas públicas y de sus aliados, que cada vez se hacen más evidentes por su distanciamiento con la población verdaderamente necesitada, que se le ignora, margina y excluye de los beneficios a la que tiene derecho.

Ante esta realidad injusta, es urgente una autocrítica de toda institución, incluyendo a la Iglesia, que tiene que responder a los desafíos del Evangelio si quiere seguir siendo fiel a su misión evangelizadora.  Iniciar un nuevo año 2014 es un hecho providencial y tenemos que intentar que sea un año NUEVO, si somos conscientes de nuestra participación conjunta en el proyecto del Reino queridos por Jesús.

El Papa Francisco citando a Pablo VI nos dice que el proceso de renovación de la Iglesia, tiene que hacerse extensiva ya que no se dirige sólo a los individuos aislados sino a la Iglesia entera, que debe profundizar en la conciencia de sí misma, debe meditar sobre el misterio que le es propio, de su rostro real que hoy la Iglesia presenta con el modelo que Cristo dejó de sí.  Nosotros podemos entender e interpretar esto como el examen de sí misma, la autocrítica, un elemento indispensable que en cuanto institución humana y terrena, tiene siempre necesidad, para responder con mayor fidelidad a su vocación en el servicio por el Reino.[1]

El mandato misionero de llevar el Evangelio, dice el Papa Francisco “…  invita ante todo a responder al Dios amante que nos salva, reconociéndolo en los demás y saliendo de nosotros mismos para buscar el bien de todos”.[2] También, subraya y deja en claro en quienes está la prioridad con la siguiente reflexión: “Pero ¿a quienes debería privilegiar? Cuando uno lee el Evangelio, se encuentra con una orientación contundente: no tanto a los amigos y vecinos ricos sino sobre todo a los pobres y enfermos, a esos que suelen ser despreciados y olvidados, a aquellos que no tienen con qué recompensarte (Lc. 14,14).”[3]

Por lo tanto, los cristianos tenemos que saber discernir los sentimientos encontrados de los que hemos hecho referencia y a la luz del Evangelio, del cual nos hace un gran servicio el Papa Francisco con sus enseñanza, en su exhortación La Alegría del Evangelio, responder a los desafíos que nos plantean, para que con espíritu de fe sembremos la esperanza  en tantos hermanos y hermanas que se angustian y se preguntan ¿de dónde me vendrá el auxilio? Nosotros estamos convencidos que el auxilio nos viene del Señor y de quienes ha concedido el don de la fe para que la activen a través de la caridad que nos lleve a transformar corazones y realidades que atentan contra la dignidad humana. Feliz Año Nuevo y que Dios los bendiga, son mis mejores deseos.

Pbro. Gabino Tepetate Hernández

 

 


[1] Cfr. Exhortación Apostólica La Alegría del Evangelio, Buena Prensa, México 2013. No. 26.

[2] Ídem. No. 39.

[3] Ídem. P. No. 48.