Normas Pastorales para la Preparación y Digna Celebración de la Primera Comunión
0. INTRODUCCIÓN
1. Los hombres, incorporados a Cristo por el bautismo, constituyen el pueblo de Dios; convertidos en una nueva criatura por el agua y el Espíritu Santo, se llaman y son hijos de Dios (cf. 1Jo. 3,1). Marcados luego en la Confirmación por el Don del Espíritu Santo, son más perfectamente configurados al Señor para que “cooperen a la expansión y dilatación del Cuerpo de Cristo para llevarlo cuanto antes a su plenitud” (AG 36).
2. “Participando en la asamblea eucarística, comen la carne del Hijo del hombre y beben su sangre, a fin de recibir la vida eterna (cf. Jo 6,55) y expresar la unidad del pueblo de Dios; ofreciéndose a sí mismos con Cristo, contribuyen al sacrificio universal en el cual se ofrece a Dios, a través del Sumo Sacerdote, toda la Ciudad misma redimida; y piden que, por una efusión más plena del Espíritu Santo, ‘llegue todo el género humano a la unidad de la familia de Dios’ (LG 28)” Ritual de la Iniciación Cristiana de Adultos, No. 2).
3. “En la Sagrada Eucaristía se contiene todo el bien espiritual de la Iglesia, es decir, Cristo en Persona, nuestra Pascua y Pan vivo, que, por su carne vivificadora y vivificada por el Espíritu Santo, da vida a los hombres… Por lo cual, la Eucaristía aparece como fuente y cima de toda la evangelización… y los fieles, marcados ya por el bautismo y la confirmación, se injertaron cumplidamente en el cuerpo de Cristo por la celebración de la Eucaristía” (PO 5).
4. Por tanto, la celebración de la Primera Comunión debe de enmarcarse dentro de los Sacramentos de la Iniciación Cristiana, de los cuales es cima y perfección, disponiendo a los creyentes a la edificación del cuerpo de Cristo, que es la Iglesia, y habilitándolos para la transformación de las realidades terrenas de modo que se haga presente en ellas el Reino de Dios.
5. Participar en la celebración y recepción de la Santa Eucaristía no es sólo obligación de los fieles, sino derecho del que disfrutan en su calidad de hijos de Dios y miembros de la Iglesia. Tiene, pues, el Pastor de almas obligación grave de ofrecer este don a sus hijos y de proporcionarles los medios más aptos y oportunos par que cumplan con los requisitos que para la celebración digna y fructuosa de este sacramento exige la santa Iglesia (cf. C.912; 913, 1; 914).
6. Dada la variedad de modos que existen en nuestra Diócesis de celebrar la Primera Comunión, y la necesidad sentida por los señores párrocos y sacerdotes en general de reglamentar la celebración de este sacramento en bien de los fieles y de la unidad de la pastoral diocesana; oídos los señores sacerdotes por medio de los Decanos, y estudiadas y analizadas por ellos mismos las presentes Normas, ahora se editan con fuerza de ley para esta Diócesis de Querétaro.
I. PREPARACIÓN
1. Todas las parroquias deberán de ofrecer uno o varios cursos de preparación a la Primera Comunión. El curso durará normalmente un año y se recomienda la catequesis escolarizada.
2. Si cumplieron con el requisito anterior, podrán hacer la Primera Comunión en la Peregrinación Guadalupana al Tepeyac. En este caso los papás deberán presentar al encargado de la peregrinación el comprobante de preparación expedido y firmado por el propio párroco o el catequista autorizado por él y con el sello de la Parroquia.
3. Se recomienda, sobre todo en vacaciones, un curso intensivo de preparación para la Primera Comunión para jóvenes y adultos que aún no la hayan hecho.
4. Las exigencias de preparación, siendo fundamentalmente las mismas, deberán adaptarse a la diversidad de condiciones, teniendo especial comprensión con los fieles de las rancherías y lugares apartados.
5. Las comuniones se celebrarán en comunidad al finalizar el curso de preparación. Por alguna razón grave y a juicio del Párroco, se podrán hacer por separado, evitando todo aquello que implique lucimiento personal y menosprecio de la comunidad. En estos casos, el lugar propio para hacerla será la Misa dominical con niños que se celebra en la parroquia.
6. La preparación para la Comunión deberá tener muy en cuenta el sentido bíblico y litúrgico del Domingo y de la Comunidad, de modo que quien recibe la Eucaristía quede incorporado plenamente a la comunidad y a la celebración dominical.
7. El texto que se usará para la preparación a la comunión es “VENID Y COMED” o el delSECAM. Si las circunstancias recomiendan otro texto, deberá escucharse el parecer del SEDEC.
8. En cada parroquia habrá un equipo capacitado de Catequistas para la preparación de la Santa Eucaristía. Si alguna persona particular: religiosa, maestra de escuela, madre de familia, etc. Imparte esta preparación, deberá contar con la aprobación del párroco del lugar.
9. La catequesis de la Primera Comunión deberá tener cuidado de explicar el significado de los signos litúrgicos de la celebración: pan, vino, luz, libro, vestido, etc., cuidando de su uso correcto y evitando toda falsificación o rebuscamiento en los mismos.
10. La catequesis de la Primera Comunión usará un lenguaje apropiado a los niños, pero nunca “infantil” o “pueril” hablando, por ejemplo, del “niñito” Jesús, etc. En la Eucaristía se recibe el Cuerpo del Señor glorificado y la Sangre derramada por nuestros pecados. Aunque quien la recibe sea un niño y la perciba con una capacidad de niño, no por eso es algo infantil.
11. Deberá explicarse cuidadosamente el significado del ayuno eucarístico, evitando que a los pequeños se exija más de lo mandado por la ley eclesiástica (C. 909,1).
II. PAPAS Y PADRINOS
1. Durante el tiempo de preparación se tendrá un diálogo pastoral y catequístico con los papás de los comulgantes sobre el significado de la Eucaristía y su situación respecto a la vida de la comunidad.
2. Los propios padres podrán presentar a sus hijos a la Mesa del Señor, siempre y cuando ellos comulguen ese día con sus hijos. Podrán también buscarles uno o dos padrinos y deberán preferirse los padrinos de bautizo.
3. Se padrino implica un compromiso de apoyar al ahijado en su fe y en su vida cristiana; en el caso de la Eucaristía es de desear que los padrinos comulguen y frecuenten la eucaristía dominical. Podrán participar, junto con los papás, en las lecturas, moniciones, oración de los fieles, etc.
4. Enséñese a los papás y padrinos a reconocer y a apoyar la labor de los catequistas y a agradecer sus servicios a favor de la fe de sus hijos y ahijados.
III. LA CELEBRACIÓN
1. Las Primeras Comuniones se celebrarán en el templo parroquial. La parroquia es la “casa común” de los hijos de Dios, la Iglesia “presente entre las casas de los fieles”. Las Primeras Comuniones en colegios o en oratorios, capillas y santuarios deben considerarse como excepción.
2. En este último caso, los capellanes o quienes preparen estos grupos de comulgantes, deberán contar con la anuencia del párroco y éste vigilará que se cumplan las normas diocesanas en dichas celebraciones y que no se pierda la referencia a la comunidad parroquial.
3. Si se escoge la fiesta patronal para celebrar la Primera Comunión, hágase en una misa distinta de la principal para evitar aglomeraciones y atropellos a los pequeños.
4. La celebración debe adquirir un tono festivo y, de alguna manera, implicar en ella a toda la comunidad: Los comulgantes son los nuevos invitados a la Mesa Común.
5. El adorno deberá ser discreto y se procurará adornar todo el templo y no solamente el altar.
6. Celebración comunitaria no quiere decir celebración multitudinaria. Se cuidará por tanto que los grupos de comulgantes no sean demasiado numerosos, para que no se pierda la individualidad y la celebración sea ordenada.
7. Los comulgantes deberán contar con un lugar y asiento cómodo, y se procurará que la celebración no se prolongue en exceso, para evitar el cansancio, la distracción y que el niño conserve un grato recuerdo de ese día.
8. La Sagrada Comunión se recibirá acercándose al altar en dos filas, las manos juntas, y respondiendo “AMEN”. Deberá cuidarse, pues, la conveniente circulación de los comulgantes y evitar el hacer dos vallas y que el celebrante pase en medio. Se trata de conservar el simbolismo de la “procesión” de comunión.
9. La comunión se dará en la boca con la especie del Pan. La comunión con las dos especies podrá tener lugar cuando hayan recibido una instrucción y un adiestramiento suficiente de modo que se aprecie el signo y se evite toda posible profanación.
10. La Mesa de los hijos de Dios contiene dos Panes: el Pan de la Eucaristía y el Pan de la Palabra de Dios. Podrá entregarse la Biblia, o al menos el Nuevo Testamento, a los pequeños al terminar de distribuir la comunión y antes del canto de acción de gracias, o después de la homilía si se juzga más oportuno.
11. La vela se encenderá inmediatamente antes del padrenuestro y se apagará antes del rito de la paz; o, después de la homilía, si a continuación sigue la renovación de las promesas bautismales. La luz deberá tomarse del cirio pascual. Cuídese de agilizar el rito con la ayuda de las catequistas.
12. Mientras se enciende la luz, el celebrante hará la monición correspondiente relacionando la luz del bautismo con la luz de la Palabra de Dios y con el Pan de los hijos que por primera vez van a recibir.
13. Debe señalarse un lugar propio para los fotógrafos. No deben circular por el templo, ni interrumpir la celebración. La foto en el momento de la comunión, debe evitarse o hacerse desde un lugar donde no se distraiga al comulgante. Entiéndase que es el momento de íntimo acercamiento, de “comunión”, entre el creyente y su Señor, que nadie debe impedir o perturbar: “Señor, yo no soy digno…”. Se recomienda “la foto del recuerdo” con los papás y padrinos al terminar la celebración. Es recomendable que el celebrante disponga de un tiempo para esta foto con la familia del comulgante.
14. El presbítero celebrante deberá preparar todo cuidadosamente, para que en el momento de la celebración esté en buena disposición de ánimo, y celebre la eucaristía con serenidad y alegría. ¡Es la Pascua del Señor!
15. Es conveniente hacer un ensayo previo de la celebración para evitar imprevistos, y dar mayor serenidad y confianza a los pequeños e instruir a los fotógrafos y familiares sobre los momentos y lugares aptos para imprimir las fotografías.
16. El vestido blanco está ligado a la túnica bautismal y expresa la dignidad del cristiano. Evítense lujos que ofrendan a los hermanos más pobres y procúrese no distorsionar su significado cayendo en la teatralidad o el disfraz (vestido de charro, de San Martín de Porres, con hábito religioso,etc…).
IV. LA POS–COMUNIÓN
1. Es conveniente que las parroquias ofrezcan una misa con niños utilizando los textos litúrgicos aprobados y siguiendo las indicaciones pastorales que los acompañan. Allí los que hicieron su Primera Comunión encontrarán la continuación litúrgico–catequética, e incorporación progresiva y consciente, a su comunidad parroquial. Si bien la celebración y la predicación es “con niños”, no debe caerse en la teatralidad o infantilismo, máxime que también asisten adultos.
2. Se procurará que en la parroquia exista una atención adecuada a los adolescentes mediante una catequesis especializada, reuniones de grupos y convivencias.
3. El libro de la Palabra de Dios que recibieron en la Primera Comunión deberá ser objeto de especial estudio, de modo que la Biblia, junto con el Catecismo de la Iglesia Católica, sean los libros que alimenten su vida cristiana. Deberá borrarse de la mente de los fieles la idea de que la catequesis e instrucción cristiana terminan con la Primera Comunión.
4. El Rosario que suele llevarse es un medio apto para relacionar la devoción eucarística con la Madre del Salvador y agradecerle, mediante su rezo, su participación en la obra salvadora de su Hijo. Enséñese a los comulgantes a usarlo y recomiéndese su rezo en familia.
V. SACRAMENTO DE LA RECONCILIACIÓN
1. Debe iniciarse a los pequeños en el Sacramento de la Reconciliación, formando cuidadosamente su conciencia y enseñándoles a reconocer el mal hecho, a pedir perdón y perdonar, y a aceptar la penitencia correspondiente.
2. Sepárese la celebración de este Sacramento del de la Eucaristía y explíquese a los pequeños cuándo existe la obligación y cuándo solo conveniencia de confesar sus pecados.
3. El sentido comunitario del sacramento de la Reconciliación debe inculcarse mediante retiros y celebraciones penitenciales comunitarias de los niños y, si es posible, con la participación de los papás.
4. La primera confesión suele marcar de por vida la experiencia religiosa del pequeño. Deberá celebrarse con tranquilidad, en un ambiente agradable, adoptando una actitud paternal y festiva por el perdón recibido.
5. Si el grupo es numeroso, procúrese dividirlo en grupos menores de modo que la celebración comunitaria no se prolongue más de lo debido.
6. La confesión de los papás y padrinos merece atención particular, pues buen número de ellos hace tiempo que no frecuentan estos sacramentos. Evítese hacerlo precipitadamente antes de la celebración.
Santiago de Querétaro, Qro., Mayo 20 del 2005
† Mario De Gasperín Gasperín VIII Obispo de Querétaro
Pbro. Carlos Chávez Castro Secretario Canciller
“Te damos gracias, Padre nuestro, por esta santa Viña de David, tu siervo, que nos diste por Jesús, tu hijo. – ¡Gloria a Ti por los siglos! Te damos gracias, Padre nuestro, por la vida y la ciencia que nos diste por Jesús, tu Hijo. – ¡Gloria a Ti por los siglos! Como este Pan que hemos partido, disperso en las espigas de los montes, se unificó en la Hostia que comemos; así se unifique tu Iglesia, desde todos los confines de la tierra, en la unidad de tu Reino. – ¡Porque tuya es la gloria y el poder, por Jesucristo en los siglos! Te damos gracias, Padre santo, Por el santo Nombre que grabaste sobre nuestros corazones, y por la ciencia, la fe y la inmortalidad que nos diste por Jesús, tu Hijo. – ¡Gloria a Ti por los siglos! Tu Señor omnipotente, que creaste todas las cosas pata tu gloria, y nos diste el alimento y la bebida que nos regocijan, para que te demos gracias; ahora nos has dado un alimento y una bebida espiritual, y la vida eterna por medio de tu Hijo. Ante todo, gracias a Ti, porque eres poderoso. – ¡Gloria a Ti por los siglos! Acuérdate, Señor, de tu Iglesia, y líbrala de todo mal, y perfecciónala en tu amor. Unifícala desde los cuatro vientos, para santificarla en el Reino que le preparaste. – ¡Porque tuya es la fortaleza y la gloria por siempre! ¡Venga tu gracia y pase este mundo! ¡Maran atha! ¡Ven, Señor JESÚS! Amén”. (Didajé).
† Mario De Gasperín Gasperín VIII Obispo de Querétaro