La Diócesis de Querétaro, dio a conocer en un comunicado que S.E. Mons. Fidencio López Plaza en el cual ha nombrado al Pbro. Francisco Fernando Gavidia Arteaga como postulador para iniciar y llevar adelante el procedimiento de instrucción de la Causa de Beatificación del M. I. Sr. Canónigo Salvador Septién Uribe.
Con este nombramiento se da un paso adelante para la eventual instrucción oficial de la que es una causa de beatificación muy anhelada entre los fieles queretanos.
Salvador Septién Uribe nació el 24 de septiembre de 1886 en San Juan del Río Querétaro, hijo de un ilustre matrimonio de la población. Desde muy joven el entonces párroco del municipio, Don Esteban García Rebollo, lo envió al Liceo Católico a instruirse, pues detectó sus grandes dotes intelectuales.
Desde muy joven ingresó en el Seminario Conciliar de Querétaro. Se distinguió especialmente en Teología Dogmática y en el canto gregoriano, lo que le valió para ser enviado a estudiar en la Ciudad Eterna. Recibió la ordenación presbiteral el 28 de octubre de 1911.
De regreso a su natal Querétaro, el obispo Manuel Rivera Muñoz lo nombró su secretario particular. Fue después vicerrector del Seminario Conciliar. Enseñó Teología Dogmática, oratoria y canto gregoriano. Colaboró estrechamente con san Rafael Guízar y Valencia en la formación de los seminaristas de Veracruz, en cuyo seminario, escondido en la Ciudad de México, fue profesor. Fue también prefecto de una camerata de teólogos, gracias a la cual muchos de sus compañeros llegaron a ser obispos.
Ayudó muy de cerca a varios obispos de su Diócesis y llegó a ser pro vicario general de la misma en tiempos del obispo Marciano Tinajero y Estrada, luego vicario general durante el episcopado de Don Alfonso Toriz Cobián. Además fue nombrado arcediano, canónigo de la Catedral y prelado doméstico de Su Santidad por san Juan XXIII.
Monseñor Salvador Septién falleció el 5 de enero de 1978 en Querétaro. Sus restos se encuentran en las criptas de la Catedral, siendo visitados por numerosos devotos y aún hoy dejan sus exvotos y agradecimientos. Esa fama de santidad, de hombre ejemplar en su ministerio y de grandes virtudes, permanece hasta el día de hoy. Es conocido como «el santo de las mujeres infértiles» porque muchas mujeres en esa situación lograron tener prole, luego de que Mons. Septién bendijera sus vientres.
La solidez de su ejemplo de vida sacerdotal también es destacada en la memoria del clero queretano. Son muchos los testimonios que hablan aún hoy de su sabiduría y humildad, de su carisma y don de consejo, especialmente a los obispos de su tiempo en torno a los albores del Concilio Vaticano II.
Auguramos al P. Francisco Fernando Gavidia Arteaga un exitoso trabajo como postulador de Mons. Septién, para profundizar en los alcances de su figura, obtener todas las pruebas posibles de sus virtudes y poderlo proponer como modelo de vida cristiana.