Prot. Nº 34/2019.
Asunto: Mensaje de Cuaresma.
Nos,
Faustino Armendáriz Jiménez
por la Gracia de Dios y de y de la Sede Apostólica
IX Obispo de Querétaro
A los hermanos presbíteros y diáconos,
a los miembros de la vida consagrada,
a los seminaristas
y formandos de las diferentes casas de formación sacerdotal,
a todos los fieles laicos,
a los hombres y mujeres de buena voluntad
al iniciar el santo Tiempo Cuaresmal:
«Todavía es tiempo, dice el Señor:
conviértanse a mí de todo corazón,
con ayunos, con lágrimas y llanto;
enluten su corazón y no sus vestidos.»
(Joel 2, 12).
- La Cuaresma es el tiempo privilegiado para hacer una seria revisión de nuestra vida cristiana. Así nos lo propone la liturgia de la Palabra del Miércoles de Ceniza con el cual iniciamos este itinerario espiritual hacia las fiestas anuales de Pascua: conviértanse a mí de todo corazón. En efecto, repensar nuestra vida para hacer ajustes necesarios y volver al camino del Señor es la finalidad de este tiempo, pues solo el hombre que vive como Hijo de Dios, que se deja llevar por el Espíritu Santo puede vivir en Paz y contribuir al desarrollo pleno de la historia.
- La crisis antropológica, característica de este nuevo milenio, tienen como rasgo fundamental el olvido de la ley de Dios y la ley natural inscrita en el corazón de cada ser humano, en mucho sectores de nuestras sociedad lo único que importa es conseguir un ‘falso bienestar’ desmedido que ocasiona un desinterés por los demás y lleva a la explotación de la creación, de las personas y del medio ambiente, esta manera de ver la vida es peligrosa porque la codicia insaciable nos hace considerar que todo deseo es un derecho y esto tarde o temprano terminará destruyendo todo incluso a quien piensa que consigue el tan anhelado ‘bienestar’.
- Todavía es tiempo dice el Señor, estas palabras nos llenan de esperanza al saber que Dios no nos abandona, Él camina con nosotros y nos hace saber que aún poseemos la capacidad de colaborar para construir un mejor futuro. Hoy, los cristianos debemos dar testimonio de nuestro compromiso y responsabilidad con la construcción del Reino de Dios; deseo que este santo Tiempo de Cuaresma nos ayude a reconocer la grandeza, la urgencia y la hermosura del desafío que la actualidad nos presenta. En la misma línea el Santo Padre el Papa Francisco ha titulado su mensaje para la Cuaresma de este año: «La creación, expectante, está aguardando la manifestación de los hijos de Dios» (Rm8,19). Hoy más que nunca los discípulos-misioneros de Jesús tenemos una deuda con la historia, deuda que es de vital importancia pagar. En este sentido, les animo y les exhorto para que en este Tiempo cuaresmal, aprovechemos el tesoro espiritual de la “Indulgencia Plenaria” que el Año Jubilar Marino nos regala, en beneficio de nuestra propia salvación pero también en benéfico de nuestros fieles difuntos. Hagamos lo que está en nuestras manos para sanar nuestra vida y nuestra historia. Como bien saben, la Indulgencia Plenaria se puede ganar todos los días en la Santa Iglesia Catedral y en la Basílica Menor de Nuestra Señora de los Dolores de Soriano, pero también en cada una de las parroquias, santuarios diocesanos, capillas monásticas y capillas de los reclusorios presentes en el territorio diocesano, los días 15 de cada mes y en las solemnidades, fiestas y memorias de la Santísima Virgen María. Siempre y cuando se cumpla con las condiciones prescritas en el Decreto Jubilar (cf. Port. N. 1244, /19/I), de la Penitenciaria Apostólica: confesión sacramental, comunión eucarística, oración por las intenciones del Romano Pontífice, además de acudir en peregrinación a los lugares establecidos y participar ahí en alguna celebración litúrgica; concluyendo con el Padre Nuestro, el Credo y las invocaciones a la Virgen Dolorosa.
- Conviértanse a mí de todo corazón con ayunos, con lágrimas y llanto; enluten su corazón y no sus vestidos. El santo Tiempo de Cuaresma no sólo nos invita a hacer prácticas externas de piedad, sino a una profunda revisión de vida de tal modo que podamos llegar a las raíces de la actual situación, de manera que no miremos sólo los síntomas sino también las causas más profundas, para poder corregir y hacer un cambio transformador, eso es lo que significa conversión del corazón. Todos estamos llamados a salir de la esclavitud de la corrupción para entrar en la gloriosa libertad de los hijos de Dios (Rm 8,21).
- Es innegable la fuerza seductora de las riquezas y el ‘falso bienestar’ que muchas veces logran esclavizarnos. Por eso, nuestra decisión debe ser tajante y radical para no caer es sus garras. En el santo tiempo cuaresmal nuestra madre la Iglesia se preocupa de proponer algunos compromisos específicos que nos acompañen concretamente en el proceso de renovación interior ellos son: la oración, el ayuno y la limosna. La limosna nos ayuda a vencer esta constante tentación, educándonos a socorrer al prójimo en sus necesidades y a compartir con los demás lo que poseemos por bondad divina. De este modo, a la purificación interior se añade un gesto de comunión eclesial (cf. Rm 15,25-27), pues no somos propietarios de los bienes que poseemos, sino administradores: por tanto, no debemos considerarlos una propiedad exclusiva, sino medios a través de los cuales el Señor nos llama, a cada uno de nosotros, a ser un instrumento de su providencia hacia el prójimo y constructores de una sociedad más justa y armoniosa.
- La limosna educa a la generosidad del amor, nos ayuda a ser imitadores de Jesús, es decir, a vivir la vocación cristiana de manera autentica, ya que el Señor Jesús se hizo pobre a fin de enriquecernos con su pobreza (cf. 2 Cor 8,9); la Cuaresma es el tiempo que nos impulsa a seguir el ejemplo del Señor, a ser como Él; con el sencillo gesto de la limosna podemos aprender a hacer de nuestra vida un don total; imitando al Señor, estaremos dispuestos a dar, no tanto algo de lo que poseemos, sino a darnos a nosotros mismos (cf. Mc 12,44). ¿Acaso no se resume todo el Evangelio en el único mandamiento de la caridad? Por tanto, la práctica cuaresmal de la limosna se convierte en un medio para profundizar nuestra vocación cristiana. El cristiano, cuando gratuitamente se ofrece a sí mismo, da testimonio de que no es la riqueza material ni el ‘falso bienestar’ el que dicta las leyes de la existencia, sino el amor. Por tanto, lo que da valor a la limosna es el amor, que inspira formas distintas de don, según las posibilidades y las condiciones de cada uno, y así es como damos al mundo prueba de ser los discípulos-misioneros del Señor. En este sentido Caritas Diocesana, como cada año, nos anima y nos invita para que, canalicemos nuestras limosnas, a través de la Colecta Anual que, con el favor de Dios, se llevará a cabo del domingo 31 de marzo al domingo 31 de abril, en nuestras parroquias, templos, capillas y rectorías (cf. Circular N° 06/2019).
- No debemos olvidar que una característica típica de la limosna cristiana es la discreción: Que no sepa tu mano izquierda lo que hace la derecha, así tu limosna quedará en secreto (Mt 6,3-4). Por tanto, hay que hacerlo todo para la gloria de Dios y el bien del prójimo y no para nuestra vanagloria. En la sociedad actual de la imagen y el maquillaje hay que estar muy atentos, ya que esta tentación se plantea continuamente. La limosna evangélica no es simple filantropía: es más bien una expresión concreta de la caridad, la virtud teologal que exige la conversión interior al amor de Dios y de los hermanos, a imitación de Jesucristo, que muriendo en la cruz se entregó a sí mismo por nosotros.
- Queridos hermanos y hermanas la Cuaresma nos invita a “entrenarnos” espiritualmente, también mediante la práctica de la limosna, para crecer en la caridad y reconocer en los pobres a Cristo mismo, y así Brille su luz delante de los hombres, para que vean sus buenas obras y glorifiquen a su Padre que está en los cielos (Mt 5,16). Pues sólo con el amor haremos posible el cambio urgente que el mundo necesita, sólo con el amor podemos pagar al mundo la deuda que los discípulos-misioneros del Señor tenemos, sólo con el amor se manifestaran los hijos de Dios en la actualidad. Todavía es tiempo dice el Señor, aprovechemos la oportunidad para mostrar lo que somos y contribuir a la construcción de un mundo mejor.
- A los señores curas, rectores y capellanes, les exhorto para que durante los días de la Cuaresma ofrezcan a sus fieles los “Ejercicios Espirituales”, especialmente meditando en la Palabra de Dios, pero también como sugerencia en la Exhortación Apostólica del Papa Francisco Gaudete et exultate sobre la santidad en el mundo actual; considero que es una práctica cristiana muy estimada y apreciada por nuestros fieles, que necesitamos fortalecer e impulsar. Nuestros sacerdotes jóvenes de 0 a 7 años de ordenados, tendrán la oportunidad de realizar los días del 8 al 10 de abril una jornada de intensa oración y meditación. Les pido que les apoyemos con nuestra oración, de tal manera que el Señor renueve su vida y su ministerio sacerdotal. El presbiterio en pleno, tendremos la oportunidad de realizarlos la tarde del Martes Santo, previo a la Misa Crismal donde, juntos renovaremos las promesas sacerdotales.
- Les exhorto para que este mensaje sea publicado por los diferentes medios de comunicación, en las parroquias, templos y rectorías. Además, que se busque un espacio para su reflexión y meditación en las reuniones del Consejo Parroquial de Pastoral y de los diferentes grupos y movimientos apostólicos, sirviendo como un subsidio formativo.
- Que Nuestra Madre Santísima la Virgen de los Dolores de Soriano, nos ayude a proseguir la “batalla espiritual” de la Cuaresma armados con la oración, el ayuno y la práctica de la limosna, para llegar a las celebraciones de las fiestas de Pascua renovados en el espíritu. Con este deseo, les imparto a todos mi paternal bendición.
Comuníquese, en las celebraciones dominicales del 1º Domingo de Cuaresma.
En la sede episcopal de Santiago de Querétaro, Qro., miércoles de ceniza, 06 de marzo del año del Señor 2019.
Año Jubilar Mariano.