Seminario Conciliar de Querétaro, Col. Hércules, Qro., 07 de mayo de 2019.
El Día 07 de mayo de 2019, en la Capilla de Teología del Seminario Mayor, ubicado en Av. Hércules # 216, Col. Hércules, Qro., se celebró la Misa de Exequias en favor del alma del Pbro. Mauro Hernández Moreno, quien partió a la casa del padre y celebrar con Jesús la Pascua eterna. Esta Santa Eucaristía fue presidida por Mons. Faustino Armendáriz Jiménez, Obispo de la Diócesis de Querétaro, y concelebrada por un gran número de sacerdotes pertenecientes al clero Diocesano, que acompañaron al Padre Mauro en su último adiós. Que Jesús Buen Pastor lo reciba en su reino. Amen.
En el momento de la Homilía, Mons., les compartió diciendo: «Estimados hermanos sacerdotes, Queridos seminaristas, Queridos amigos y familiares del padre Mauro: Hermanos todos en el Señor:
Motivados por la caridad cristiana y por la fraternidad sacerdotal, nos reunimos en esta tarde para celebrar esta santa Misa en sufragio de nuestro querido hermano el Padre Mauro Hernández Moreno, quien después de una vida feliz y de un fecundo ministerio sacerdotal, ha dejado ya esta vida y se ha presentado ante la presencia de Dios para cantar eternamente las misericordias del Señor. Su pérdida nos llena de tristeza por el afecto y la cercanía que personalmente muchos de nosotros le teníamos, pues su ejemplo y testimonio de vida nos alentaban a vivir la vida, siguiendo el lema que lo regía: Amar es servir, especialmente mediante el ejercicio de una vida sencilla y humilde pero entregada totalmente al misterio sacerdotal. Inspirada y alimentada seguramente en le evangelio y en la palabra de Dios que diariamente acogió en su corazón y en su vida.
Entendiendo —como escuchamos en el evangelio (Jn 6, 30-35)— que el verdadero alimento que da la vida es la palabra Dios, es Jesús mismo. El pueblo judío, tenía claro que el pan del cielo que nutría Israel era la palabra de Dios, durante el largo camino del desierto había experimentado el pan bajado del cielo, el maná, que lo había mantenido con vida hasta la llegada a la tierra prometida. Ahora Jesús habla de sí mismo como el verdadero pan del cielo capaz de mantenernos en vida para siempre. Él es el alimento que da la vida eterna, porque es el Hijo unigénito de Dios, que está en el seno del Padre, venido para donar al hombre la vida en plenitud, para introducir al hombre en la vida misma de Dios. Jesús, en el manifestarse como el pan del cielo, testimonia ser la Palabra de Dios encarnada, a través de la cual el hombre puede hacer de la voluntad de Dios su comida, que orienta y sostiene su existencia. Dudar entonces de la divinidad de Jesús, como hacen los judíos del relato evangélico de hoy, significa oponerse a la obra de Dios. Ellos afirman de hecho: ¡es el hijo de José! ¡Nosotros conocemos a su padre y a su madre! Ellos no van más allá de sus orígenes terrenales, y por esto se niegan a recibirlo como la Palabra de Dios hecha carne”.
Sólo quien es atraído por Dios Padre, quien lo escucha y se deja instruir por Él puede creer en Jesús, encontrarlo y nutrirse de Él para tener la vida en plenitud, la vida eterna. San Agustín, en su Comentario al Evangelio de san Juan, explica así: “Estaban lejos de aquel pan celestial, y eran incapaces de sentir su hambre. Tenían la boca del corazón enferma… En efecto, este pan requiere el hambre del hombre interior” (26, 1). Y debemos preguntarnos si nosotros sentimos realmente esta hambre, el hambre de la Palabra de Dios, el hambre de conocer el verdadero sentido de la vida. Sólo quien es atraído por Dios Padre, quien lo escucha y se deja instruir por él, puede creer en Jesús, encontrarse con él y alimentarse de él y así encontrar la verdadera vida, el camino de la vida, la justicia, la verdad, el amor. San Agustín añade: “El Señor afirmó que él era el pan que baja del cielo, exhortándonos a creer en él. Comer el pan vivo significa creer en él. Y quien cree, come; es saciado de modo invisible, como de modo igualmente invisible renace (a una vida más profunda, más verdadera), renace dentro, en su interior se convierte en hombre nuevo” (ib.).
Estoy completamente seguro que para el padre Mauro esta era una certeza que motivaba su fe, su vida y su ministerio, “el hecho de saber que Jesús era el pan de la vida”. Y lo fue desde su niñez pero sobre todo, desde aquella mañana del 02 de abril de 1960, cuando recibió por manos del Exc.mo Sr Don Alfonso Toriz Cobián la Sargada Ordenación Sacerdotal. Sin duda que esto fue lo que muchas veces predicó y enseño, en los diferentes oficios y ministerios eclesiásticos que le fueron encomendados, especialmente fermentando los enmabites de evangelio cuando fungió como:
- Vicario Parroquial en la Parroquia de Santiago Apóstol, Jalpan, a partir del 1° de enero de 1963.
- Auxiliar en la Parroquia de Santo Tomás Apóstol, Tierrablanca, a partir del 1° de enero de 1964, y luego Párroco, a partir del 1° de enero de 1966.
- Vicario Externo en la Parroquia de Santa Teresita, La Florida a partir del 1° de enero de 1968.
- Párroco en la Parroquia de San Pedro Escanela, a partir del 1° de enero de 1970.
- Párroco en la Parroquia de San José, Pinal de Amoles, a partir del 1° de enero de 1971.
- Decano del Decanato de Guanajuato, a partir del 10 de marzo de 1971.
- Párroco en la Parroquia de San Juan Bautista, Victoria, a partir del 1° de enero de 1973.
- Párroco de la Parroquia de Santa María de Guadalupe, Arroyoseco, Qro., a partir del 19 de septiembre de 1975.
- Vicario Cooperador de la Parroquia de Santa María de la Asunción, Tequisquiapan, Qro., a partir del 13 de enero de 1981.
- Párroco de la Parroquia de Santa Lucía, Santa Lucía, Qro., a partir del 25 de enero de 1984.
- Decano del Decanato de Amealco, Qro., a partir del 29 de octubre de 1987.
- Colaborador y Capellán de la Pastoral Penitenciaria, a partir del 15 de febrero de 1991
- Asesor Diocesano del Movimiento de Cursillos de Cristiandad, a partir del 22 de febrero de 1991
- Decano del Decanato de Amealco, a partir del 20 de noviembre de 1992
- Párroco de la Parroquia la Inmaculada Concepción, La Torre, Qro., a partir del 27 de enero de 1994.
- Residente en Tequisquiapan, Adscrito a la Parroquia de Santa María de la Asunción, Tequisquiapan, Qro., a partir del 28 de mayo de 1996.
- Administrador Parroquial de la Parroquia del Beato Juan Diego, Jofrito, Qro., a partir del 18 de agosto de 1998
- Adscrito a la Parroquia de San Juan Bautista, Victoria, Gto., a partir del 19 de agosto de 1999.
- Como todos sabemos, sus últimos años los pasó en la casa sacerdotal, donde con alegría y mucha tranquilidad aprendió a saborear el ministerio sacerdotal.
Le pedimos a Dios que su misericordia y su amor sean mayores que su justicia de tal manera quien pueda verse contado entre los que reciben el premio de los justos.
Que nuestra Señora de los Dolores de Soriano, a quien tanto amaba, interceda por él, en este momento de su muerte, de tal manera que su protección y su amparo le permitan poder celebrar siempre con Cristo la pascua del Señor resucitado. Amén.
Al terminar la celebración Mons. Faustino invito a los allí reunidos a elevar una oración por el alma del Padre Mauro:
V. Dale, Señor, el descanso eterno. R. Brille para él, la Luz perpetua. V. Descanse en paz. R. R. Así sea.
V. Que el alma de nuestro hermano Mauro Sacerdote, por la misericordia de Dios descanse en paz R. Así sea.