MISA DE EXEQUIAS DEL PADRE LUIS LANDAVERDE SÁNCHEZ.

San Juan del Río Querétaro, Qro. 15 de noviembre de 2022.

El 15 de noviembre de 2022, Mons. Fidencio López Plaza, Obispo de la Diócesis de Querétaro, presidió la Misa de Exequias del Pbro. J. Luis Landaverde Sánchez, en el Templo Parroquial de Santo Domingo, donde fue Rector y que fuera su casa por más de 12 años.

Esta celebración Eucarística, fue concelebrada por el Pbro.  José Tereso Flores Salinas, Pbro. Fidencio Guadalupe Servín León, Pbro. Lic. Héctor Alvarado Reséndiz, y varios sacerdotes pertenecientes al clero diocesano que acompañaron en esta ocasión, para pedir a Dios por el eterno descanso del alma del padre Luis. 

En el momento de la Homilía, el Pbro. Fidencio Servín, les compartió diciendo: «Hoy nos reunimos para celebrar la pascua eterna del padre Luis Landaverde, que decidió prestar a Dios su vida entera, que solo se entiende desde Cristo, solo así se pueden entender las palabras de la consagración, “Este es mi cuerpo que se entrega por ustedes, y esta es mi sangre derramada por muchos”.

«En estas palabras pensamos que es solo Cristo el que se ofrece, pero el sacerdote está configurado en Cristo, cuando el sacerdote consagra es también él, que se entrega por todos; creo que vale la pena también ser triturado también en el servicio, entregándose por el bien de la humanidad y de los fieles, y en esto consiste la santidad del sacerdocio, la entrega es el fin del sacerdocio».

«El padre Luis hizo de la Eucaristía el centro de su vida, y ese alimento de inmortalidad, en la entrega de nuestro hermano Luis a Cristo, en la Eucaristía, él se entregó por 73 años, el come “Mi carne es verdadera comida, y mi sangre verdadera bebida, el que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mi y yo en él. Así escuchábamos en el Evangelio».

«Los últimos días de su vida ya no fue posible alimentarse del cuerpo de cristo, siendo el mismo una ofrenda viva, que en poco tiempo se consumió en el señor, como cordero inmolado».

«El padre Luis, espero la muerte como platicamos, con gran respeto, y con un natural temor, con tranquilidad, con esperanza viva, segura y alegre de que con la muerte se acerca a la gloria y a la vida eterna».

 «Un alegre vivir en la casa preparada en este monte, donde el hombre se encuentra con Dios, y Dios con el hombre se encuentran, donde se enjugarán las lágrimas, que seguramente alguna vez derramo por su rebaño encomendado. Al recibir, es decir que ha recibido la herencia».

«Hacemos memoria del padre J. Luis dando gracias a Dios por su sacerdocio, porque por medio de él, Dios se acercó a tanto hombre para salvarlos, se hizo instrumento de salvación».

«Hay tantos hermanos sacerdotes que convivieron con él, y que dan testimonio de su extraordinaria forma de vida, por mencionar algunos P. Mauro Paniagua, Mons. Javier, el Padre Lupe, el Padre Chava Rincón, y algunos que ya no están con nosotros, se expresan muy bien de él».

«Al ver las redes sociales, se leen las más sinceras expresiones, los sacerdotes comentaban: un gran sacerdote, modelo de caridad fraterna, ejemplo de sacerdote, pastor amigo, sabio, muy humano y michos más».

«También entre los laicos gracias por su amor y servicio, gracias por su testimonio y gran ejemplo, gracias por su vida santa e intachable, algún alumno da gracias por que fue su maestro, veo un gran aprecio que se le tenía al padre José Luis y pido sigan orando por él».

«Yo en particular agradezco a todos los fieles que quieren a sus sacerdotes, que sigan orando y cuidando Dios les recomenzará, a mis hermanos sacerdotes también agradezco su cariño por el padre Luis». Agradezco también a quienes lo atendieron en sus últimos años al padre Luis, Doña Mari ya de feliz memoria e Irma».

«Cuantas veces ofreció este sacrificio nuestro hermano Luis y ahora nosotros lo ofrecemos por él, cada uno de nosotros guarda imborrables recuerdos».    

«Todos sabemos de la fuerza de la oración, en el nombre de Jesús, pedimos al padre que le de el descaso eterno, y brille para él, la luz eterna, junto con la  virgen de lo Dolores, patrona de la Diócesis, madre de Dios y madre de los sacerdotes. Que descanse en paz para siempre».

«Hoy damos el ultimo adiós a un gran hombre, formador, amigo, sacerdote de Cristo, un adiós con alegría por la esperanza de la vida futura, que el coro de los ángeles lo reciba ante tan esperado encuentro con el creador, y que los méritos e intercesión de nuestra madre la virgen santísima, resuene unánime como alabanza a Dios, Amen».

«Dale, señor el descanso eterno, y luzca para él, la luz perpetua, descanse en paz, así sea».  Concluyó.

Al Terminar la celebración al darle el último adiós se roció con agua bendita signo del Bautismo que nos hace miembro de Cristo Resucitado, además se perfumaron los despojos con el incienso, como símbolo de la dignidad de ser templo de Dios, y que nos dan la esperanza, de que un día resucitará glorioso como el de Jesucristo nuestro Señor.

Mons. Fidencio compartió que platicaron, y entre otras cosas le dijo con una gran serenidad inexplicable, esta frase “Es tan grande la vida que espero, que muero porque no muero”, pidió un momento de silencio y posteriormente un gran aplauso, para despedir a un gran hermano destacado, como ciudadano y como sacerdote.

Finalmente trasladaron el cuerpo del Padre Luis, al panteón municipal de San Juan del Rio, en donde espera la resurrección eterna.