1. “Mirarán al que traspasaron”(Jn 19, 37) es el tema bíblico escogido por el santo Padre Benedicto XVI para meditar en esta cuaresma y para impulsar nuestra acción pastoral en este tiempo de gracia y penitencia y prepararnos para la pascua. Quiero hacerme eco de esta exhortación de nuestro Santo Padre e invitarlos a contemplar a Cristo crucificado, fuente de misericordia y de perdón para todos nosotros pecadores y esperanza para quien pone en él su mirada confiada.
2. Del costado de Cristo brota esa “fuente de agua viva” que es el Espíritu Santo, el único capaz de mover nuestros corazones al arrepentimiento y de impulsar nuestra voluntad a hacer el bien a los demás. Sólo el amor de Cristo es capaz de cambiar el curso de la historia humana y de transformar la realidad social dolorosa por la que atraviesan tantos y tantos hermanos nuestros en su realidad cotidiana. No podemos contemplar con mirada limpia al Crucificado sin sentir el dolor que todavía Él sigue padeciendo en tantos hermanos nuestros desprotegidos y abandonados. Yo quiero invitarlos a mirar la imagen de Cristo crucificado que tenemos en nuestros templos, en nuestros hogares y que, quizá, llevamos pendiente del cuello y a contemplar, con igual devoción y fe, el rostro de Cristo sufriente en los hermanos pobres y desamparados de nuestro alrededor.
3. Los invito, además de cumplir con los rituales propios de la cuaresma cristiana: el ayuno, la limosna, la oración, la escucha de la palabra de Dios, la enmienda de la propia vida y la confesión de los pecados, a incrementar las obras de misericordia a favor de los hermanos necesitados, como nos recuerda el Catecismo: “Las obras de misericordia son acciones caritativas mediante las cuales ayudamos a nuestro prójimo en sus necesidades corporales y espirituales. Instruir, aconsejar, consolar, confortar, son obras de caridad espiritual, como también lo son perdonar y sufrir con paciencia. Las obras de misericordia corporales consisten especialmente en dar de comer al hambriento, dar techo a quien no lo tiene, vestir al desnudo, visitar a los enfermos y a los presos, enterrar a los muertos. Entre estas obras, la limosna hecha a los pobres, es uno de los principales testimonios de la caridad fraterna; es también una práctica de justicia que agrada a Dios” (No. 2447).
4. Me permito señalar algunas de estas obras, a modo de ejemplo, para que se realicen personalmente, en familia, por medio de los grupos parroquiales o en nombre de toda la parroquia, como escuela de caridad que está llamada a ser. Enumero las siguientes:
1° Organizar en la parroquia visitas al hospital o a algún centro de salud y ayudar espiritual y materialmente a solucionar algún caso de particular urgencia.
2° Organizar en la parroquia visitas a la cárcel de hombres, mujeres o menores infractores y ofrecer apoyo eficaz a quien lo solicite y requiera.
3° Organizar, de parte de la parroquia, un grupo de adultos cualificados que escuche y procure ofrecer orientación y auxilio a las personas que ejercen, por la razón que sea, la prostitución o que sean presa de la drogadicción, de modo que caigan en la cuenta de la ofensa grave que se infiere a su dignidad de personas, creadas a “imagen y semejanza de Dios”.
4° Detectar la existencia en la parroquia de hogares donde se ejerce la violencia, generalmente contra las mujeres y contra los niños, y brindar apoyo y remedio eficaz a las víctimas.
5° Colaborar con el párroco para organizar la colecta del “Día de la Caridad” (5° Domingo de Cuaresma, 25 de marzo) para incrementar el apoyo que “Caritas Diocesana” brinda a tantos necesitados en nuestra Diócesis.
6° Organizar en la parroquia alguna acción en favor de la comunidad, como sería: remover algún foco de infección: basurero, drenaje abierto o ruido; reforestación o arreglo de un parque; embellecimiento del propio hogar: flores, pintura, limpieza, etcétera, de modo que la vida sea más amable para todos.
5. Recordemos, finalmente, que los cristianos hacemos todo esto por amor a Cristo y no meramente por filantropía o humanitarismo. La práctica de la caridad tiene su centro en el amor a Cristo, presente en el hermano necesitado; es, dice el Papa Juan Pablo II, una “opción cristológica”, que desafía a todo cristiano a poner en práctica una “nueva imaginación de la caridad” (NMI 50). Habría que intentarlo en cada familia y en cada parroquia para caminar juntos hacia la pascua del Señor.
6. Pido a la Virgen Santísima, en su advocación Nuestra Señora de los Dolores de Soriano, Patrona nuestra, nos enseñe a contemplar el divino rostro de su Hijo, traspasado por nuestros pecados y, con los ojos purificados y el corazón encendido en su amor, curar los dolores que sigue padeciendo en los hermanos necesitados.
Santiago de Querétaro, Qro., Cuaresma del 2007
† Mario De Gasperín Gasperín Obispo de Querétaro Hna. Lic. Ana Isabel Romero Ugalde mjs Secretaria Canciller