Muy estimado Señor Cura,
Queridos congresistas,
Hermanos y hermanas todos en el Señor:
- Con alegría me complace poder dirigirme a todos ustedes con ocasión del I° Congreso Parroquial Mariano, al conmemorar en este día el C de las apariciones de la Bienaventurada Virgen María en su advocación de la Inmaculada Concepción, a los tres pastorcitos: Lucia, Jacinta y Francisco, aquel 13 de mayo de 1917, en el pequeño poblado de Cova da Iria, en Fátima, Portugal. Acontecimiento que tras una minuciosa reflexión y un prudente discernimiento eclesial, fue aprobado y reconocido por la autoridad eclesiástica como verídico y digno de ser considerado por la piedad de los fieles, especialmente porque el mensaje que la Virgen Santísima, quiso trasmitirle aquellos niños, representó para la vida de la Iglesia de aquel tiempo una exigencia y un compromiso de cara a la vivencia de la fe cristiana.
- La Virgen Inmaculada al aparecérsele a estos tres niños, pretendió un angustioso llamamiento a la conversión y a la penitencia. Su mensaje no quiso ser otra cosa, sino el impulso para que todos los pueblos y naciones de la tierra, con todo el corazón y con toda el alma, volviesen al Señor: rezando el santo Rosario por la conversión de los pecadores, haciendo penitencia y consagrando sus vidas a su inmaculado corazón. “Los niños han experimentado durante un instante terrible una visión del infierno. Han visto la caída de las « almas de los pobres pecadores ». Y se les dice por qué se les ha hecho pasar por ese momento: para « salvarlas », para mostrar un camino de salvación. Viene así a la mente la frase de la Primera Carta de Pedro: « meta de vuestra fe es la salvación de las almas » (1,9). Para este objetivo se indica como camino -de un modo sorprendente para personas provenientes del ámbito cultural anglosajón y alemán- la devoción al Corazón Inmaculado de María. Para entender esto puede ser suficiente aquí una breve indicación. « Corazón » significa en el lenguaje de la Biblia el centro de la existencia humana, la confluencia de razón, voluntad, temperamento y sensibilidad, en la cual la persona encuentra su unidad y su orientación interior. El «corazón inmaculado » es, según Mt 5,8, un corazón que a partir de Dios ha alcanzado una perfecta unidad interior y, por lo tanto, « ve a Dios ». La « devoción » al Corazón Inmaculado de María es, pues, un acercarse a esta actitud del corazón, en la cual el « fiat » —hágase tu voluntad— se convierte en el centro animador de toda la existencia. Si alguno objetara que no debemos interponer un ser humano entre nosotros y Cristo, se le debería recordar que Pablo no tiene reparo en decir a sus comunidades: imitadme (1 Co 4, 16; Flp 3,17; 1 Ts 1,6; 2 Ts 3,7.9). En el Apóstol pueden constatar concretamente lo que significa seguir a Cristo. ¿De quién podremos nosotros aprender mejor en cualquier tiempo si no de la Madre del Señor?” (cf. J. Ratzinger, Comentario teológico sobre el secreto de Fátima, 13 de mayo del 2000).
- Al celebrar esta feliz efeméride es muy oportuno que cada uno de nosotros hagamos nuestro el mensaje central de la Señora del Cielo, pues los desafíos y la realidad cultural, no son menos adversos y difíciles a los de aquel tiempo. La humanidad entera gime por la guerra, la violencia, el terrorismo, la indiferencia, la falta de Dios en la vida de las personas; la destrucción de la familia y de la vida. Hoy, el objetivo de muchos sistemas políticos y económicos, sigue siendo pretender someter al ser humano al arbitrio y a la voluntad de intereses mezquinos.
- El Card. Pietro Parolín, reflexionando sobre el acontecimiento de Fátima, recientemente ha dicho algo que considero es muy importante tener en cuenta: “La misión profética de Fátima es la de llamar a la Iglesia a ser lo que ella es, lo que debe seguir siendo y a anunciar en el mundo de hoy, es decir una comunidad que proclama los cielos nuevos y la tierra nueva, y que los espera y casi anticipa (como diría el Concilio), justamente sumergiéndose en los pliegues de la historia, sobre todo en los pliegues más oscuros y dolorosos, con la fuerza del amor para cambiar esta misma historia. Este es el mensaje profético de Fátima y el mensaje profético de la Iglesia que, en cierto sentido coinciden”.
- Queridos hermanos y hermanos, el objetivo de todas las apariciones era el de hacer crecer siempre más en la fe, en la esperanza y en la caridad. La exhortación a la oración como camino para la « salvación de las almas » y, en el mismo sentido, la llamada a la penitencia y a la conversión. El corazón abierto a Dios, purificado por la contemplación de Dios, es más fuerte que los fusiles y que cualquier tipo de arma. El fiat de María, la palabra de su corazón, ha cambiado la historia del mundo, porque ella ha introducido en el mundo al Salvador, porque gracias a este « sí » Dios pudo hacerse hombre en nuestro mundo y así permanece ahora y para siempre. El maligno tiene poder en este mundo, lo vemos y lo experimentamos continuamente; él tiene poder porque nuestra libertad se deja alejar continuamente de Dios. Pero desde que Dios mismo tiene un corazón humano y de ese modo ha dirigido la libertad del hombre hacia el bien, hacia Dios, la libertad hacia el mal ya no tiene la última palabra. Desde aquel momento cobran todo su valor las palabras de Jesús: « padeceréis tribulaciones en el mundo, pero tened confianza; yo he vencido al mundo » (Jn 16,33). El mensaje de Fátima nos invita a confiar en esta promesa.
- Deseo que al celebrar este aconteciendo, hagamos nuestro su mensaje y nos comprometamos a rezar el santo rosario por la conversión de los pecadores, hacer penitencia y consagrar la propia vida al Inmaculado Corazón de María. La Virgen María, se le apareció a los pastores, porque deseaba que su mensaje se propagase a todos los pueblos de la tierra desde los humildes. De la misma manera, hoy quiere que cada uno de nosotros, al recibir su mensaje, nos convirtamos en « heraldos del santo Rosario, en heraldos de la penitencia y en heraldos de la conversión a su inmaculado corazón ». El mensaje de Fátima sigue siendo hoy para todos los pueblos de la tierra, en especial para nuestro pueblo una realidad y una luz que nos puede llevar la paz, a la concordia, a la seguridad y la comunión.
- Pido a Dios por todos y cada uno de ustedes, por intercesión de la Bienaventurada Virgen María, Nuestra Señora de Fátima, se vean protegidos por su gracia, para que su alma se vea siempre libre de caer en las asechanzas del enemigo.
Fraternalmente en Cristo y María.
+ Faustino Armendáriz Jiménez
Obispo de Querétaro
Ciudad episcopal de Santiago de Querétaro, Qro., a 13 de mayo de 2017.