MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO A SU SANTIDAD BARTOLOMÉ I, PATRIARCA ECUMÉNICO CON OCASIÓN DE LA FESTIVIDAD DE SAN ANDRÉS

MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO A SU SANTIDAD BARTOLOMÉ I, PATRIARCA ECUMÉNICO CON OCASIÓN DE LA FESTIVIDAD DE SAN ANDRÉS

A Su Santidad Bartolomé
Arzobispo de Constantinopla
Patriarca Ecuménico

Con gran alegría espiritual y en profunda comunión de fe y caridad, me uno a la oración de la Iglesia de Constantinopla para celebrar la fiesta de su santo patrono, el apóstol Andrés, el primer llamado y hermano del apóstol Pedro. Mi cercanía espiritual se manifiesta una vez más este año con la presencia de una delegación de la Iglesia de Roma, a la que he confiado la expresión de mis más cálidos saludos y mis mejores deseos para Su Santidad, los miembros del Santo Sínodo, el clero, los monjes y todos los fieles reunidos en la solemne Liturgia Divina en la Iglesia Patriarcal de San Jorge. A través de la delegación, transmito y aseguro la firme intención de la Iglesia Católica, así como la mía propia, de continuar con nuestro compromiso de trabajar por el restablecimiento de la plena comunión entre los cristianos de Oriente y Occidente.

Este año se cumple el cuadragésimo aniversario de la fundación de la Comisión Mixta Internacional para el Diálogo Teológico entre la Iglesia Católica y la Iglesia Ortodoxa, inaugurada conjuntamente por el Patriarca Dimitrios I y el Papa san Juan Pablo II durante la visita de este último al Fanar con ocasión de la fiesta de San Andrés. Durante estos años, la Comisión Mixta Internacional ha dado muchos pasos importantes. Por lo tanto, transmito mi más sincera gratitud a todos sus miembros actuales y pasados por su dedicado compromiso. En particular, recuerdo con gratitud al Metropolitano Stylianos, que durante muchos años fue el copresidente ortodoxo de la Comisión, y que a principios de este año murió con la esperanza de la resurrección prometida a todos aquellos que han depositado su confianza en Dios. Durante su visita al Fanar, el Papa san Juan Pablo II declaró que «la cuestión que debemos plantearnos no es tanto la de saber si podemos restablecer la plena comunión, sino más bien si tenemos aún derecho de permanecer separados» (Discurso a Su Santidad Dimitrios I, San Jorge en el Fanar, 30 de noviembre de 1979). Esta pregunta, aparentemente retórica, sigue desafiando a nuestras Iglesias y exige que todos los fieles respondan con una renovación tanto de actitud como de conducta.

La búsqueda del restablecimiento de la plena comunión entre católicos y ortodoxos no se limita ciertamente al diálogo teológico, sino que se realiza también a través de otros canales de la vida eclesial. Nuestras relaciones se nutren sobre todo de gestos auténticos de respeto y estima mutuos (cf. Rm 12,9). Tales acciones muestran una fidelidad compartida a la palabra de nuestro único Señor Jesucristo y la voluntad de permanecer juntos en su amor (cf. Jn 15,10). Esta caridad es fruto del Espíritu Santo (cf. Ga 5,22) y marca de una vida cristiana auténtica (cf. Jn 13,35). Además, conscientes del único bautismo en el que hemos sido regenerados, de la única fe que nos anima y del único Espíritu Santo que nos guía (cf. Ef 4,4-5), nuestra cercanía crece e se intensifica cada vez que oramos unos por otros (cf. St 5,16) y oramos juntos como hermanos (cf. Mt 18,19-20). Finalmente, nuestra relación se hace madura cuando, obedientes al mandato de Cristo resucitado de llevar el Evangelio a todas las criaturas y curar a los enfermos (cf. Mc 16,15-18), católicos y ortodoxos trabajan juntos en el anuncio de la Buena Nueva y en el servicio a los necesitados. La Iglesia Católica y la Iglesia Ortodoxa ya se han embarcado en este prometedor camino, como lo atestiguan nuestras iniciativas conjuntas. Confío también en que en los contextos locales todos nosotros fortalezcamos cada vez más el diálogo diario de amor y vida en proyectos espirituales, pastorales, culturales y caritativos compartidos.

Amado hermano en Cristo, a quien me une una sincera y fraterna amistad, estas son sólo algunas de las esperanzas y sentimientos que llenan mi corazón y que deseo compartir con ustedes en esta alegre ocasión. Unidos en la oración al apóstol Andrés, os renuevo a vosotros y a todos los presentes mis mejores deseos, e intercambio con vosotros un abrazo santo en Cristo Señor nuestro.

Francisco