MENSAJE DE S. E. R. MONS. FAUSTINO ARMENDÁRIZ JIMÉNEZ PARA ASUMUMIR Y VIVIR EL JUBILEO CIRCULAR DE LAS 40 HORAS EN LAS PARROQUIAS.

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MENSAJE DE S. E. R. MONS. FAUSTINO ARMENDÁRIZ JIMÉNEZ PARA ASUMUMIR Y VIVIR EL JUBILEO CIRCULAR DE LAS 40 HORAS EN LAS PARROQUIAS

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Estimados hermanos sacerdotes y diáconos,

Queridos miembros de la vida consagrada,

Estimados miembros de la Cofradía del Santísimo Sacramento,

Estimados miembros de la Adoración Nocturna Mexicana,

Hermanos y hermanas todos en el Señor:

 

«¡Busquen al Señor mientras se deja encontrar,

llámenlo mientras está cerca!»

(Isaías, 55, 6-7).

 El Jubileo circular de las cuarenta horas, es una devoción muy antigua que hunde sus raíces en los primeros siglos de la Iglesia, cuando los primeros cristianos se reunían para  ayunar, hacer penitencia, orar y cantar salmos durante cuarenta horas, en memoria del tiempo que el Salvador del mundo permaneció en el sepulcro. De esta manera, durante este tiempo sagrado, estos cristianos, asociándose con profundidad a la muerte redentora del Señor, hacían más perfecta su participación en la celebración de su resurrección en la liturgia pascual.

Este tiempo lo computaban, desde el viernes, a la hora de nona (tres de la tarde), en que murió Cristo (Lc 23,44), hasta el amanecer del domingo, hacia las siete horas, en el que resucitó (Mt 28,1). Tres días no completos permaneció muerto el Señor en el sepulcro. Esta manera de interpretar el tiempo de permanencia de Jesús en el sepulcro, tiene una significación propia en la Sagrada Escritura. El número cuarenta puede significar sin más un largo período de tiempo, como cuando se dice que Saúl reinó cuarenta años (Hch 13,21), David cuarenta (1 Cro 29,27) y Salomón cuarenta (2 Cro 9,30). Pero en otras ocasiones «cuarenta» señala un tiempo largo de purificación o de abatimiento, previo a una gracia muy alta o una especial exaltación. Son cuarenta, por ejemplo, los días que dura la purificación enorme del Diluvio (Gn 7,12; 7,17), cuarenta años duró para el pueblo de Israel la travesía del desierto, antes de entrar en la Tierra prometida (Dt 8, 2; Núm 14, 33-34; Hch 13, 18) y cuarenta pasó Moisés en el Sinaí, en oración y ayuno, antes de recibir las Tablas de la Ley (Ex 24,18; 34,28). También Elías camina cuarenta días y noches con la fuerza del alimento misterioso que le da un ángel.

Jesús permaneció asimismo cuarenta días y noches a solas en el desierto, antes de iniciar su misión pública en medio de Israel (Mc 1,13). Cuarenta horas permaneció muerto. Y una vez resucitado, antes de ascender al cielo, se aparece a sus discípulos durante cuarenta días (Hch 1,3).

La Iglesia de Milán en 1527, asumiendo esta realidad celebraba esto con el Jubileo que consistía en tener pues tener expuesto cuarenta horas seguidas al Santísimo Sacramento. Eran muy graves las situaciones que atentaban contra la Iglesia (Reforma Protestante e invasiones de los turcos). Además eran también tiempos de relajación de costumbres, producto de la época renacentista. Fueron muchos los santos sacerdotes que contribuyeron en el afianzamiento y extensión de esta devoción, especialmente San Carlos Borromeo, que fue quien le dio su actual configuración: Jubileo de Cuarenta Horas, en el que se expone solemnemente al Santísimo Sacramento para que los fieles, en el curso de tres días, puedan adorar al Señor sacramentado, con la oración y la penitencia

En 1592 el Papa Clemente VIII, en Roma institucionaliza esta práctica y esta devoción  para todas las diócesis. Mediante la Encíclica Graves et diuturnae ordenó establecer públicamente en Roma «la piadosa y saludable oración de las cuarenta horas» en las basílicas y en todas las iglesias para que «día y noche, en todos los lugares y a lo largo de todo el año se alce al Señor, sin interrupción alguna, el incienso de la oración».

 Posteriormente, en el siglo XIX, esta devoción se fortaleció nuevamente, cuando la Sede de Pedro estaba sufriendo las humillaciones de la época napoleónica. La Iglesia rogó mucho ante el Santísimo Sacramento por el feliz regreso del Papa a Roma. A partir de este momento la devoción se afianzó en Roma y comenzó a extenderse por el mundo católico. En México, Los Jesuitas fueron principalmente  los responsables de transmitir la costumbre a las tierras del Nuevo Mundo, siendo México uno de los primeros lugares donde se instauró.

En consonancia con este deseo de la Iglesia, la piedad eucarística del Jubileo de las 40 Horas, por su carácter expiatorio, suplicante y eucarístico, ayuda a muchos fieles a configurarse con Cristo y de estar en sintonía con su obra redentora, a través de la oración, que «es el medio privilegiado para relacionarnos con Cristo, para contemplar su rostro y aprender a servir a los hermanos.

En este sentido, el Jubileo de la 40 Horas, desde sus orígenes, ha enseñado a los fieles a unirse a Cristo resucitado, presente en el Santísimo Sacramento del Altar, recordando el momento de su Pasión: su permanencia en el sepulcro muerto por tres días. Esto es posible porque la institución del Sacrificio Eucarístico, desde su nacimiento, tiene inscrito de forma indeleble el acontecimiento de la pasión y muerte del Señor, que no sólo la evoca sino que la hace presente sacramentalmente. Se denomina “circular” porque va celebrándose en distintos templos que lo tienen concedido, cubriendo los 365 días del año.

Deseo invitarles a todos ustedes para que este año celebremos este Jubileo con especial importancia, alegría y entusiasmo; la situación social en México no es fácil, sin embargo nuestra fortaleza es la oración y confianza en el Señor. “El tiempo jubilar nos introduce en el recio lenguaje que la pedagogía divina de la salvación usa para impulsar al hombre a la conversión y la penitencia, principio y camino de su rehabilitación y condición para recuperar lo que con sus solas fuerzas no podría alcanzar: la amistad de Dios, su gracia y la vida sobrenatural, la única en la que pueden resolverse las aspiraciones más profundas del corazón humano” (Juan Pablo II, Incarnationis mysterium, 2). Los actuales momentos que vive nuestra Patria, piden a la Iglesia vivir su fe con el entusiasmo de los primeros cristianos. Sin lugar a dudas, la oración será el arma más eficaz para aumentar nuestra fe, esperanza y caridad y contrarrestar la influencia del mal.

El Papa Francisco en si viaje a México nos ha dicho que es la oración el antídoto contra la resignación. El Padre Neutro Es la oración, es la expresión a la que Jesús nos invitó para no caer en la tentación de la resignación, para no caer en la tentación de la acedía, para no caer en la tentación de la pérdida de la memoria, para no caer en la tentación de olvidarnos de nuestros mayores (cf. Homilía con sacerdotes, seminaristas y religiosas, Morelia, Mich. 16.02.2016).

El P. José Hernández, responsable de los Congresos Eucarísticos Diocesanos, ha publicado las fechas en las que se señala el orden que corresponde a cada parroquia; les animo para que con tiempo y con esmero, se prepare este acontecimiento; sería muy conveniente que se tenga en las agendas y programaciones parroquiales. Necesitamos promoverlo como un momento clave en la vida y acción pastoral en nuestras parroquias. Hay momentos en los cuales la gracia se derrama de manera sobreabundante, que nos permite a todos beber de las fuentes de agua viva y reparar nuestras fuerzas y el Jubileo Circular de las 40 horas es uno de ellos. « ¡Busquemos al Señor mientras se deja encontrar, llamémoslo mientras está cerca!» (55, 6-7). ¡Hagamos de este tiempo un tiempo de júbilo, un tiempo de expiación, un tiempo de reconciliación, un tiempo de adoración.

Que la Virgen María, la mujer eucarística, nos acompañe en esta fiesta de Dios.

Fraternalmente en Cristo y María.

Ciudad episcopal de Santiago de Querétaro. Qro., a 14 de enero de 2017.

 

+ Faustino Armendáriz Jiménez

Obispo de Querétaro