Saludo con afecto a todos ustedes, hermanos (televidentes), y les agradezco su atención a mis palabras, que quieren llevarles mi deseo de paz y bienestar para el año nuevo, 2007.
“Apareció la gracia y la misericordia de Dios para todos los hombres”, decimos en la liturgia de la Iglesia durante la Navidad. Hemos visto al Salvador, al Hijo de María, al Emmanuel, Dios con nosotros. Este mensaje de Navidad debe perdurar durante todo el nuevo año. Hemos visto al Salvador. Yo espero que todo nosotros tengamos los ojos abiertos para ver Salvador. Porque Jesús puede estar con nosotros, y nosotros no caer en la cuenta de su presencia. Jesús puede estar a nuestro lado y nosotros permanecer indiferentes. Ojalá hayamos visto a Jesús el Salvador, porque muchos celebran una Navidad neutra, sin Jesucristo. Dios nos conceda unos ojos bien abiertos, los ojos del alma y del corazón, para “Ver al Salvador”, y que caminemos de la mano de Jesús durante el nuevo año.
En Jesús, “apareció la gracia y la misericordia de nuestro Dios”. Ver al Salvador es encontrarse con la misericordia de Dios. Todos pedimos justicia. Reclamamos la justicia. Ciertamente, la justicia es necesaria para que haya orden, para que exista la paz. Pero la justicia no basta. ¿Hasta dónde debe llegar la justicia? ¿ Quién es capaz de administrarla de verdad? ¿Cómo distinguir la justicia de la venganza, por lo menos dentro de nuestro corazón? Sólo Dios puede unir perfectamente ambos extremos, la justicia y la misericordia. Pero una cosa es cierta, que si no practicamos la misericordia, la justicia nuestra no será tal. La justicia sin la misericordia se vuelve crueldad. Ojalá que la lección de Belén se quede en nuestro corazón: que practiquemos la misericordia, “porque misericordioso es el Padre del cielo”. Todos, sin duda, preferimos, al ser juzgados, que sea mayor la misericordia que la justicia. En la Iglesia tenemos el trono de la misericordia. Ojalá brille entre nosotros, no sólo la justicia que endereza lo torcido, sino la misericordia que cura las heridas.
A todos les deseo, con mi bendición, un año lleno de misericordia y de paz. Muchas gracias.
† Mario de Gasperín Gasperín Obispo de Querétaro