“…como un padre se enternece con sus hijos, así se enternece el Señor con sus fieles” (Sal 103, 13)
Estamos celebrando el “Día del Padre”, en nuestra comunidad Mexicana. Esto nos lleva a pensar, en esa figura que entre nosotros tiene características significativas, que nos hacen presente la misma Paternidad divina.
Constatamos cómo muchos padres han tenido el don de engendrar un hijo en el amor, lo han recibido con ilusión y alegría, han encontrado en ese ser pequeño, sencillo, frágil, inocente la oportunidad de descubrir su papel paterno al impulsándolo a hacer el bien, no obstante sus travesuras, desaciertos, limitaciones y defectos que se van manifestando en el trascurso del tiempo, en cada una de las etapas de su edad. Le han acompañado en su crecimiento y en las circunstancias distintas de la vida; quizá lo han experimentado distraído, inquieto, siempre con algo qué hacer, con un amigo quién visitar, con una inquietud nueva. Tal vez se les llega a escapar el tiempo de tal manera que ya no tienen el suficiente para dialogar con él, para cuidar su desarrollo en todos los aspectos, y hasta llegan a experimentar que hay una separación entre ambos, respecto a ideales y valores y aun en la realización de la vida. No es raro encontrar a algunos de ustedes preocupados por la distancia manifiesta de alguno de sus hijos respeto a la fe y la vida religiosa. No reniegan de Dios, pero no viven su compromiso con Jesucristo en la comunidad eclesial.
En el mundo que hoy se nos presenta tan lleno de avances en los medios de comunicación, se hace más necesario el diálogo cercano, personal, de afecto expresivo, maduro, profundo en la familia y concretamente del padre con los hijos. Quizá la mejor celebración del día del Padre pueda ser una comunicación íntima, sincera, profunda y de auténtico amor que les permita experimentar su realidad de signo natural, trascendente que es, y que expresa el mismo amor de Dios. (Cfr. Os 11)
Él es en sí, comunicación de amor que da la vida, que ofrece lo mejor, que se hace don en Jesucristo y que cuida de unir a todo hombre o mujer en la auténtica realización humana, para la liberación del mal y la plenitud del gozo. Jesús quiso nacer en una familia y gozar en la relación con José y María esa paternidad responsable, que ellos llevaron a cabo con fe y humildad, y por la que, manifestaron la mejor imagen de la Trinidad en la tierra.
Les invito a que en la comunicación, vivan generosamente esa sabiduría de la paternidad responsable que lleva a la donación perfecta en bien de los hijos, apoyándolos, educándolos integralmente, ofreciéndoles lo necesario para su realización personal y comunitaria, así como para la vivencia de su responsabilidad humana, cristiana y ciudadana. “Padres, no irriten a sus hijos; edúquenlos, mas bien, en la disciplina e instrúyanlos en el amor de Dios” (Ef 6,4).
Ante esa grandiosa tarea, los Obispos de México, como pastores de cada uno de los creyentes, de sus familias, en todos los estrados de la sociedad, y misioneros del diálogo con todas las personas de buena voluntad, les felicitamos cordialmente, en este día, y pedimos al Señor que les conceda el gozo de ser padres capaces de ofrecer a sus hijos una educación integral, plena que manifieste los valores humanos y cristianos que hoy requiere la sociedad. Oramos para que les conceda la lucidez necesaria siempre para mirar con más claridad manera de vivir el amor y la relación educativa con sus hijos y que juntos encuentren la felicidad. Un medio que sin duda les ayudará es invitar a Dios a la convivencia familiar, unidos en la oración común, especialmente en este momento que tanto lo necesita nuestro México, para el bien de todas las familias.
San José imagen y modelo de la paternidad, desde el proyecto de Dios, interceda por cada uno de ustedes.
¡¡¡Muchas felicidades!!!
+ Francisco Javier Chavolla RamosObispo de Toluca
Responsable de la Dimensión para la Familia