Buenos días:
Con alegría les saludo a cada uno de ustedes, quienes se encuentran reunidos en esta mañana para llevar a cabo este I Encuentro de Fotógrafos y Camarógrafos, con el objetivo de: “Encontrarnos para conocernos y compartir nuestra experiencia de captar con nuestras lentes los diversos sacramentos que celebran los fieles” y también, “Conocer algunas orientaciones pastorales relativas a su trabajo dentro del espacio sagrado del Templo para que, en cuanto sea posible, las tengamos en cuenta”. Agradezco a cada uno de ustedes su disposición para dejarse formar y así, hacer de su trabajo, una experiencia que ayude a los fieles a encontrarse con Dios, en la acción sagrada y perpetuar esta experiencia, en la imagen y en el recuerdo de lo que Dios hace en nuestra vida a través de las acciones litúrgicas.
En la Diócesis de Querétaro estamos trabajando, guiados por las orientaciones y lineamientos del Plan Diocesano de Pastoral, es decir, por el proyecto pastoral que como Iglesia diocesana hemos elaborado en el 2009 en su tercera etapa, con la intención de asumir las tareas esenciales de la Iglesia y de afrontar los desafíos que la cultura y la sociedad nos van presentando, para ayudar a los hombres y mujeres de nuestro tiempo a encontrarse con Dios, conocer su fe y comprometerse con ella. Especialmente en noviembre de 2013 hemos iniciado el año de la acentuación de la Pastoral Litúrgica, con el objetivo de “promover e impulsar el encuentro permanente de los discípulos misioneros con Jesucristo, mediante la participación en las celebraciones litúrgicas y la piedad popular” (cf. Objetivo para la pastoral litúrgica, Plan Diocesano de Pastoral, n. 293). Lo cual significa que todos aquellos quienes entramos en relación con la celebración de la fe nuestra y de todos los creyentes, debemos asumir un compromiso para lograr que esta realidad sea posible.
El santo Concilio Vaticano II en la Constitución Sacrosactum Concilium nos enseña que “la Liturgia es como el ejercicio del sacerdocio de Jesucristo. En ella los signos sensibles significan y, cada uno a su manera, realizan la santificación del hombre, y así el Cuerpo Místico de Jesucristo, es decir, la Cabeza y sus miembros, ejerce el culto público íntegro. En consecuencia, toda celebración litúrgica, por ser obra de Cristo sacerdotes y de su Cuerpo, que es la Iglesia, es acción sagrada por excelencia, cuya eficacia, con el mismo título y en el mismo grado, no la iguala ninguna otra acción de la Iglesia” (cf. SC, 7). Esta descripción que nos da el Concilio sobre lo que es y significa la liturgia, nos debe ayudar a entender que la celebración de la fe, en la Santa Misa y en los demás sacramentos, no es el relato de una bonita historia, o la narración del recuerdo de un acontecimiento común y ordinario, mucho menos es un bonito espectáculo teatral en el que entran en juego diferentes actores para narrar una bella historia. La liturgia, es la vivencia misma de lo que Cristo hizo para salvar a los hombres, a través de realidades naturales y simbólicas que lamamos sacramentos los cuales que bajo la acción del Espíritu Santo, nos regalan la salvación.
De la liturgia nace la Iglesia como comunidad de salvación en la que se realiza concretamente el misterio de Cristo a través de la celebración cultual del mismo misterio. Es por ello que aún en este tiempo, después de 50 años de la promulgación de la constitución sobre la Sagrada liturgia Sacrosanctum Concilium, necesitamos ser conscientes que la liturgia cristiana no es un «complejo de ritos» que manifiestan la actitud de adoración del hombre a Dios, sino en un modo más todavía distinto, es un complejo de signos que, insertándose en todos los hombres, mediante el misterio de Cristo nos hace verdaderos adoradores en espíritu y en verdad (Jn 4, 23-24), en este sentido, a través de la liturgia, los hombres somos insertados en el tiempo y más precisamente, en la acción santificadora de Cristo (S. Marsilli, la teología della liturgia…, o.c., p. 105).
Por eso es importante que cada uno de ustedes que desempeñan su trabajo en esta acción sagrada, sean conscientes que no se puede asistir a “este misterio de fe como extraños y mudos espectadores, sino que estamos llamados a comprenderlo bien a través de los ritos y oraciones, y así participar conscientes, piadosa y activamente en la acción sagrada” (cf. SC, 48). Es necesario que cada uno de ustedes sean instruidos con la palabra de Dios, fortalecidos en la mesa del Cuerpo del Señor (cf. íbid).
Hoy quiero invitarles a conocer los elementos, históricos, teológicos, rituales y pastorales, de la Santa Misa y de las demás celebraciones litúrgicas de la Iglesia, de manera que se favorezca una comprensión más genuina de aquello que se celebra. “La verdadera formación litúrgica no puede consistir en el aprendizaje y ensayo de las actividades exteriores, sino en el acercamiento a la accio esencial, que constituye la liturgia, en el acercamiento al poder transformador de Dios que, a través del acontecimiento litúrgico, quiere transformarnos a nosotros mismos y al mundo” (J. Ratzinger, El espíritu de la liturgia, una introducción, p. 217). Quiero invitarles a tener “curiosidad litúrgica”, es decir, atrévanse a querer indagar y comprender la acción que celebramos, atrévanse a comprender lo que está detrás de las acciones que hocemos en la celebración de nuestra fe; indudablemente que el misterio nunca es del todo conocido, pero precisamente es mediante la realidad gestual y simbólica que nos podemos acercar. Esto con el fin de ser muy respetuosos de las celebraciones litúrgicas.
Les animo a que aprovechen este encuentro que sin duda es formativo y quiere ser un espacio para que juntos —pastores y fieles— nos adentremos en este maravilloso mundo de la celebración de nuestra fe.
Gracias a la Comisión diocesana de liturgia que nos ofrece esta oportunidad.
Muchas gracias.
† Faustino Armendáriz JiménezObispo de Querétaro