La primera Constitución aprobada en el Concilio Vaticano II fue sobre la Sagrada Liturgia (‘Sacrosanctum Concilium’) y promulgada el 4 de diciembre de 1963, en la segunda etapa conciliar.
Dimensiones fundamentales. En el Documento sobre la Sagrada Liturgia (‘Sacrosanctum Concilium’) podemos descubrir una serie de temas recurrentes que son como sus líneas maestras o dimensiones fundamentales:
• La dimensión Trinitaria y Pascual. Porque la Liturgia es la actualización de la Historia de la Salvación, Sacramento de la Obra Redentora, Memorial del Misterio Pascual, lugar privilegiado de la múltiple Presencia de Cristo, y Obra de la Trinidad (SC 1-7).
• La dimensión reveladora y sacramental de la Palabra. La recuperación de la Palabra en la celebración litúrgica es uno de los logros más importantes de la renovación litúrgica. La Liturgia de la Palabra es parte integral de la celebración; por eso se la llama “mesa de la Palabra”, junto con la mesa Eucarística (cf. SC 56).
• La dimensión eclesial de la celebración. “Las acciones litúrgicas son celebraciones de la Iglesia, patrimonio de todo el Cuerpo de la Iglesia” (SC 26); y la Iglesia, a la vez, es sujeto, mediación y objeto de la celebración.
• La dimensión central y referente de la Liturgia. Ya que ninguna otra acción iguala la eficacia de la Liturgia (SC 7); y la Liturgia es el culmen al que tiende la acción de la Iglesia, y al mismo tiempo la fuente de donde mana toda su fuerza (SC 10).
• La dimensión simbólica y visible. En ella se hace referencia al principio de la encarnación, y en consecuencia a la condición simbólica del hombre. Por lo cual, la Liturgia debe adaptarse en sus expresiones verbales y simbólicas a la mentalidad, cultura y costumbres de los pueblos (SC 34-35 y 37-40).
• La dimensión personal. Se supone una revalorización, no sólo de la participación del sujeto, sino de la importancia de sus disposiciones de aceptación y de fe. Los Sacramentos suponen, alimentan, robustecen y expresan la fe (SC 59).
• La dimensión evangelizadora y educadora. Por la calidad mistagógica de la Liturgia, por las múltiples palabras y signos que emplea, sobre todo por la Palabra de Dios (SC 24), y por la experiencia del misterio que suscita, en quienes participan con fe.
Debemos tener en cuenta estas dimensiones porque constituyen el eje de la gran aportación a la Teología Litúrgica del Vaticano II, y son el principio de donde se deriva la normativa posterior. La Sacrosanctum Concilium, después de 50 años de vida sigue siendo el documento inspirador para ir logrando una participación plena, consciente, activa y fructuosa de la comunidad en las celebraciones de la Liturgia.
Pbro. José Guadalupe Martínez Osornio