El nombre de la Nueva Jerusalén es bastante conocido por los medios de comunicación y no únicamente en estos días por saltar la noticia en torno al conflicto de este grupo religioso que se opone a que los niños reciban enseñanza en la escuela pública, si no se incluye la religión que ellos profesan. Este grupo, mal llamado “radical católico”, nada tiene que ver con los postulados de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana; es más, son cismáticos y por lo tanto quedan excluidos de la misma. Si bien utilizan símbolos propios de la Iglesia Católica, reiteramos que nada tienen que ver con ella.
Nos extraña que quieran imponer un credo religioso, que no una religión, a aquellos que están en un proceso formativo como son los niños que asisten a la escuela primaria quietándoles el derecho que toda niñez tiene de asistir y formarse desde los primeros años de su vida en la educación que otorga el Estado.
Hacer esto es un atropello y se convierten así en intransigentes y por lo mismo excluyen a otros de los derechos que les son inherentes.
Las leyes son para acatarse, y en este caso, son las autoridades locales las que deben intervenir y poner orden en un conflicto que si no se atiende, puede llegar más lejos. No es un asunto que deba esperar, es momento de actuar y ejercer el estado de derecho que se ha vulnerado.
Al mismo tiempo causa extrañeza que “criticones” de la religión, grupos laicistas y algunos políticos mal informados utilicen estos hechos para frenar el proceso de aprobación que se está llevando en los Estados sobre el Artículo 24 Constitucional que hace mención a la libertad religiosa. Sus argumentos son muy simplistas; dicen: “si hay más libertad religiosa, entonces tendremos más conflictos en la sociedad que nos pueden llevar a una confrontación como la que aconteció a principios del siglo XX también por motivos religiosos”. No podemos decir más que esta premisa es falsa y totalmente carente de sentido.
Libertad religiosa no es sinónimo de conflictos, al contrario, en un estado laico y no laicista como algunos quisieran que así fuera imponiendo una nueva religión, o mejor, una filosofía religiosa que sería el “laicismo” para contrarrestar la propia libertad de la religión que ve al individuo como sujeto de derecho y que por naturaleza hace que profese o no una religión. La libertad religiosa en su esencia propicia el bien común y la sana convivencia entre los ciudadanos.
La educación tiene que ser laica, no puede identificarse con ningún credo. La Iglesia católica así lo manifiesta y lo reitera. Los que quieren confundir a la sociedad diciendo que la modificación Constitucional al Artículo 24 conlleva o solapa la enseñanza religiosa, son unos mentirosos. Son enemigos del progreso y desean que la situación siga como hasta ahora; quieren un México sometido a sus propios intereses y postulados; son intransigentes y muchas veces, lo que critican en los otros, lo hacen ellos.
México se merece más. Necesitamos hombres y mujeres que estén a la altura de las circunstancias, del momento actual, que miremos al futuro con esperanza, con ideales y con un sueño donde quepan todos sin distinción de raza, lengua o religión, donde se respeten los derechos humanos y todos podamos acceder a una vida digna.