1. LECTURA DEL TEXTO: Mc 5,21-43
(Se pide la luz del Espíritu Santo)
Ven, Espíritu Santo,
quiero que tú seas
mi guía y mi aliento,
mi fuego y mi viento,
mi fuerza y mi luz.
Te necesito en mi noche,
como una gran tea luminosa
y ardiente, que me ayude
a escudriñar las Escrituras.
Ven, Espíritu Santo,
acompáñame en esta
aventura y que se renueve
la cara de mi vida
ante el espejo de tu Palabra.
Agua, fuego, viento, luz,
ven Espíritu Santo. Amén.
(Cada uno le en su Sagrada Escritura)
En aquel tiempo, cuando Jesús regresó en la barca al otro lado del lago, se quedó en la orilla y ahí se le reunió mucha gente. Entonces se acercó uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo. Al ver a Jesús, se echó a sus pies y le suplicaba con insistencia: “Mi hija está agonizando. Ven a imponerle las manos para que se cure y viva”. Jesús se fue con él y mucha gente lo seguía y lo apretujaba. Entre la gente había una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años. Había sufrido mucho a manos de los médicos y había gastado en eso toda su fortuna, pero en vez de mejorar, había empeorado.
Oyó hablar de Jesús, vino y se le acercó por detrás entre la gente y le tocó el manto, pensando que, con sólo tocarle el vestido, se curaría. Inmediatamente se le secó la fuente de su hemorragia y sintió en su cuerpo que estaba curada. Jesús notó al instante que una fuerza curativa había salido de él, se volvió hacia la gente y les preguntó: “¿Quién ha tocado mi manto?” Sus discípulos le contestaron: “Estás viendo cómo te empuja la gente y todavía preguntas: ‘¿Quién me ha tocado?’” Pero él seguía mirando alrededor, para descubrir quién había sido. Entonces se acercó la mujer, asustada y temblorosa, al comprender lo que había pasado; se postró a sus pies y le confesó la verdad. Jesús la tranquilizó, diciendo: “Hija, tu fe te ha curado. Vete en paz y queda sana de tu enfermedad”.
Todavía estaba hablando Jesús, cuando unos criados llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle a éste: “Ya se murió tu hija. ¿Para qué sigues molestando al Maestro?” Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga: “No temas, basta que tengas fe”. No permitió que lo acompañaran más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Al llegar a la casa del jefe de la sinagoga, vio Jesús el alboroto de la gente y oyó los llantos y los alaridos que daban. Entró y les dijo: “¿Qué significa tanto llanto y alboroto? La niña no está muerta, está dormida”. Y se reían de él. Entonces Jesús echó fuera a la gente, y con los padres de la niña y sus acompañantes, entró a donde estaba la niña. La tomó de la mano y le dijo: “¡Talitá, kum!”, que significa: “¡Óyeme, niña, levántate!” La niña, que tenía doce años, se levantó inmediatamente y se puso a caminar. Todos se quedaron asombrados. Jesús les ordenó severamente que no lo dijeran a nadie y les mandó que le dieran de comer a la niña. Palabra del Señor.
Repasar el texto leído
(Se pregunta a los participantes y responden leyendo los versículos en su Biblia)
- ¿En qué lugar está Jesús? v.21
- ¿Quién era Jairo y qué hizo cuando vio a Jesús? v.22
- ¿Cuál fue la súplica de Jairo y qué hizo Jesús? vv.23-24
- ¿Por qué se acercó una mujer a tocar a Jesús, qué pensaba? vv.25-28
- ¿Qué sucedió a la mujer cuando tocó a Jesús? v.29
- ¿Qué preguntó Jesús? v.30
- ¿Qué hizo la mujer cuando vio que Jesús la buscaba? vv.32-33
- ¿Qué le dijo Jesús a la mujer cuando le contó la verdad? v.34
- ¿Qué le avisaron a Jairo jefe de la sinagoga? v.35
- ¿Qué dijo Jesús al jefe de la sinagoga? v.36
- ¿Qué discípulos acompañaron a Jesús a la casa de Jairo? v.37
- ¿Qué sucedía en la casa cuando llegaron y qué dijo Jesús? vv.38-39
- ¿Cómo recibieron a Jesús y qué hizo? v.40
- ¿Qué hizo Jesús a la niña y cómo reaccionó? vv.41-42
- ¿En qué les insistió mucho Jesús? v.43
Explicación del texto
En esta narración tenemos dos relatos, uno incluido en otro: el relato de “la hemorroísa” incluido en el relato de “la hija de Jairo”. Jairo es uno de los principales de la sinagoga, su actitud confiada ante Jesús al igual que la mujer enferma, ofrecen un vivo contraste comparada con la hostilidad de los escribas.
Las curaciones por imposición de manos no aparecen en el Antiguo Testamento. Los verbos utilizados en este caso se traducen como: “imponer” e “increpar”, que aparecen en las curaciones y exorcismos del Nuevo Testamento. La enfermedad era entendida como obra del maligno. Jairo pide la imposición de manos para que se cure viva, los verbos son típicos de la catequesis cristiana y significan, en un nivel más profundo, que se salve y posea la vida [eterna].
Encontramos a una mujer que padece flujo de sangre, esa pérdida de sangre uterina la hacía ritualmente impura. Pero su actitud humilde como la de Jairo, se presentan como paradigma de las disposiciones para acercarse a Cristo en la fe, pues pensaba: “si logro tocarlo me curaré”. “Tu fe te ha curado… quedas curada de tu enfermedad”, enfermedad significa literalmente “azote” o “látigo” y sugiere que la enfermedad se consideraba como castigo por algún pecado.
De Jesús sale una “fuerza”; algo parecido a una potencia mágica para curar, que operaría automáticamente sólo con tocarle. Pero los versículos siguientes corrigen cualquier malentendido, mostrando que la fe es la disposición necesaria para que el milagro produzca la acción salvadora profunda que simboliza.
La hija de Jairo ha muerto. Esta noticia plantea la cuestión de la fe de Jairo no sólo en el poder de Jesús para curar como pedía al principio, sino también para resucitar a un muerto. Le piden que no moleste más al Maestro, revelando así la falta de fe de éstos, pero Jesús le dice: “no temas” “solamente ten fe”, la fe es requisito para el milagro y constituye una exigencia esencial en la predicación de Jesús. Creer significa mostrar una actitud receptiva con respecto a la palabra salvadora de Dios proclamada por Jesús, junto con un
confiado abandono de sí en manos de Dios cuyo poder de salvación se ejerce a través de Jesús.
La proyección pascual del evangelio, deja claro que, los milagros de Jesús simbolizan el paso de la muerte (sometiendo al pecado y al demonio) a la nueva vida. Levantarse es pasar de la muerte a la vida en la resurrección de Jesús.
2. MEDITACIÓN DEL TEXTO
(Cada participante puede compartir su reflexión personal)
La situación inicial, en los dos casos que se Narran, es el de una imposibilidad reconocida para salvar por parte de los hombres: tanto la niña como la mujer han sido tratado inútilmente por la ciencia médica, hasta el punto de que la primera está agonizando y la segunda solo a conseguido empeorar. Para una persona razonable solo queda una posibilidad: recurrir a Dios, que es el Señor de la vida, el Dios de los vivos.
En el caso de la mujer que llevaba enferma doce años, Jesús realiza una doble liberación: Por un lado la curación completa e inmediata y, al mismo tiempo, la liberación de un estado de subordinación social y religiosa en el que se encontraba obligada a vivir, dada su condición de mujer “impura”, según la ley del Antiguo Testamento.
Por la fe, no sólo la que se manifiesta en el hecho de tocar el manto del Señor, sino también la que hace una abierta proclamación de la justicia de Dios que socorre a los humildes y a los oprimidos, Jesús ha restituido a la mujer no sólo la salud, sino la dignidad de persona y la vuelve portadora de la verdad de Dios.
También la curación de la hija de Jairo se convierte en ocasión para la superación de una serie de obstáculos: la muerte, que se presenta en el camino de Jesús y sus discípulos hacia la casa del jefe de la sinagoga, y sobre todo la oposición de los que dicen: “Tu hija ha muerto, no sigas molestando al Maestro”, que es como decir: “No hay nada que hacer”. Las palabras de Jesús aparecen como algo absurdo “está dormida”, como una trágica burla, a menos que estemos dispuestos a confiar en él, como Jairo, a poner toda la confianza en su amor que no decepciona.
Jesús es el Mesías compasivo que viene a sanar y liberar al oprimido. En su camino encuentra a los necesitados de su compasión: La mujer enferma encuentra en él la salvación, la libera de toda esclavitud física y espiritual; el ejemplo de su fe es puesta como modelo para nosotros hoy en nuestro tiempo. La obra de revivir a la hija de Jairo manifiesta la obra del Mesías que es el dueño de la vida, la fe de Jairo es también un ejemplo para nosotros.
Pidamos a Jesús que renueve constantemente nuestra fe, más cuando nos encontremos en momentos donde parece que ya no hay solución. Ahí es donde el Señor Jesús se hace presente para que se manifieste la compasión del Dios que da sentido a la vida.
3. COMPROMISO PERSONAL Y COMUNITARIO
(Cada participante puede proponer compromisos personales y comunitarios)
- Consolar desde la Palabra de Dios a los hermanos que estén pasando por momentos muy difíciles cualquiera que sean sus problemas.
- Participar en la tarea evangelizadora de los enfermos llevando el anuncio del evangelio de salvación en la misión permanente.
- Orar por los jóvenes y adolescentes que están en situaciones de muerte, y llevarles el anuncio de Jesús para que en él encuentren el sentido de su vida.
- Ofrecer oraciones y sacrificios por los hermanos con enfermedades incurables para que desde esa experiencia vivan la conversión a Jesús.
- omar en serio mi crecimiento humano y espiritual buscando los medios que me ayuden a crecer en la fe.
4. ORACIÓN
(Se puede hacer alguna oración en voz alta donde participen quienes gusten dando gracias a Dios por la Palabra escuchada. Se puede recitar algún Salmo o alguna oración ya formulada)
Creemos, Señor, que tú nos hablas de muchas maneras, a través de la creación, de la conciencia, de los acontecimientos. Creemos que la Palabra está presente en los libros de la Sagrada Escritura.
Que tu Palabra nos ayude a entender mejor nuestra realidad. Y la realidad que vivimos nos ayude a captar mejor el sentido de la Biblia. Pero no permitas que manipulemos la Palabra, haciéndole decir lo que tú no quieres decir, acomodándola a nuestros caprichos y a nuestras ideologías.
Ayúdanos a crear en nuestras comunidades ambientes de apertura de diálogo fraterno sobre tu Palabra. Enséñanos a descubrir tu Palabra dentro de la historia de nuestra comunidad, de nuestro pueblo y de nuestra Iglesia. Gracias inmensas, Señor, por el don de la Biblia. Amén.