P. Prisciliano Hernández Chávez, CORC.
Fuiste peregrino, Padre Alberto, sin saber cuál sería tu destino, con fin sí, pero sin final cierto. Me duelen las fibras del corazón (Jer 4, b 19), al experimentar tu ausencia. Ese lado oscuro del dolor que desgarra el alma y que introduce a la nube del no saber. Solo la lucecita tenue de la fe en Jesús nos abre la esperanza: “Quien cree en mí, aunque haya muerto vivirá”. Ceden las filosofías y callan los filósofos, ante las lágrimas elocuentes convertidas en plegaria por ti y por los tuyos. Sé que vives ya pleno en Dios; pero has dejado un hueco en el corazón de tus hermanos sacerdotes y en el pueblo, tu pueblo, que te amó y te seguirá amando. Amigo, lamento tu partida en la barcaza de la cruz de dolor del hombre purificado y configurado en Sacerdote y Víctima del Sumo Sacerdote, Jesús, Cordero Inmolado y Siervo Doliente. Cuerpo herido y corazón traspasado. Extrañaremos tu risa franca y tu amistad cercana; tu juicio certero y la chispa pronta de tu inteligencia. No puedo decirte adiós, sino hasta luego. Espéranos del otro lado del océano; para allá navegamos día y noche, ahí en la Otra Playa, en el Mar infinito, en el Tú divino, el Nosotros con Él.
Padre Alberto Montes Olvera.
Originario de Xilitla. Nació el 30 de diciembre de 1952. Ordenado Sacerdote de Jesucristo el 10 de enero de 1981. Licenciado en Filosofía y en Comunicaciones por la Universidad Gregoriana de Roma. Párroco de la Colonia Obrera, de San Francisquito, Rector del Santuario de la Congregación. Vicario de la Parroquia de Nuestra Señora de la Paz y de la Parroquia de Jurica su último destino. Desde su regreso de Roma fungió como Profesor de diversas asignaturas filosóficas. Escribió una sítesis de Historia de la Filosofía. Murió el día de hoy, 15 de febrero del 2018.